Separados por la frontera canadiense: "Vivo a dos horas de mi padre y no puede visitarme"

La colombiana Samara Parra cuenta cómo la Acción Ejecutiva pudo haber ayudado a su padre, quien no puede visitarla en Seattle por la Ley del Castigo.

La colombiana Samara Parra, de Seattle, junto a sus padres, quienes viven en Canadá.
La colombiana Samara Parra, de Seattle, junto a sus padres, quienes viven en Canadá.
Imagen Cortesía / Samara Parra

Samara Parra vive en la ciudad de Seattle, a poco más de dos horas de sus padres colombianos en Vancouver, Canadá. Con la corta distancia pudieran fácilmente compartir los momentos importantes en sus vidas: graduaciones, nacimientos, bodas. Pero esa no es su realidad.

PUBLICIDAD

Los divide la frontera entre Estados Unidos y Canadá, una que ella puede cruzar pero su padre no. "Mis papás se perdieron el matrimonio de mi hermano, el nacimiento de mi sobrino, mi graduación", lamenta Parra. "Es mucho el sufrimiento, la pena, el dolor. El sistema está quebrado".

El padre de Parra está destinado a cumplir una década fuera de Estados Unidos tras vivir aquí ilegalmente por más de un año y haber salido voluntariamente a Canadá. Él cumple la penalidad que decreta la parte del código migratorio estadounidense conocida como la Ley del Castigo, o la Ley de Diez Años.

"Vivo a dos horas de él y no puede venir a visitarme", relata Parra, de 31 años. "Tengo un sobrino que va a nacer pronto, a fines de mayo o principios de junio, y mi mamá va a poder ir a verlo en Florida, pero mi papá no. Él sufre por eso".

El susto que les hizo marcharse

La serie de sucesos que separó a la familia de Parra comenzó con su entrevista de matrimonio hace nueve años. En aquel entonces, Barack Obama -quien ha impulsado en su presidencia varios programas para mantener juntas a las familias inmigrantes- aún era un senador en Illinois.

Samara Parra junto a sus padres.
Samara Parra junto a sus padres.
Imagen Cortesía / Samara Parra


Era el 11 de julio de 2007 -un miércoles- y Samara fue con su comprometido a probar la legitimidad de su matrimonio a las autoridades migratorias en Miami, Florida. Allí le dejaron saber que tenía una orden de deportación en su contra y la detuvieron por unas ocho horas. "Ese momento de la detención fue lo que hizo q mis papás se fueran", dice Parra.

La orden de deportación de Parra se desprendía del rechazo que recibió el caso de asilo de sus padres, quienes lo habían apelado por años. Ellos decidieron finalmente, con temor por lo que había sucedido, mudarse a Canadá.

PUBLICIDAD

Las autoridades migratorias permitieron a Parra permanecer en Estados Unidos y reabrir su caso de inmigración, pero penalizaron a su padre con el castigo de diez años.

"Una cosa es tener que dejar tu país, que ya es una pena grande cuando te toca", dice la colombiana. "Pero luego tener que separarte de tu familia cuando estaban todos juntos ... es un dolor que nadie puede entender a no ser que lo viva".

Los padres ahora son ciudadanos de Canadá, donde solicitaron asilo bajo las mismas circunstancias por las que lo habían solicitado en Estados Unidos. "Cuando nos mudamos a Miami era con la idea de volver a Colombia, pero la cosa se complicó. Nos demoramos en pedir asilo y por eso no se lo aprobaron a mis papás, aunque apelaron por muchísimos anos. Allá (en Canadá) se lo dieron de inmediato", apunta Parra.

Ella, por su parte, permaneció en Estados Unidos con dificultad: estuvo dos años esperando su residencia, vendiendo flores y collares en el mercado ambulante para poder costear sus servicios legales. Se graduó de universidad en 2014, con un grado en ciencias políticas, y se convirtió en ciudadana estadounidense el pasado diciembre. Ahora trabaja en Seattle como líder de jóvenes en la organización OneAmerica.

Apoyando a otros padres

En esa capacidad, Parra asistió el pasado lunes a Washington para apoyar la acción ejecutiva migratoria del presidente Obama, que permitiría a millones de padres indocumentados permanecer en el país junto a sus hijos estadounidenses.

Samara Parra frente a la Corte Suprema
Samara Parra frente a la Corte Suprema
Imagen Cortesía / Samara Parra


Acompañó a una joven cuyos padres podrían evitar ser deportados si la Corte Suprema falla a favor de la acción de Obama, que creó los programas migratorios conocidos como DAPA y DACA expandido.

PUBLICIDAD

"Mis papás no se benefician porque no están acá, pero se hubieran beneficiado", cuenta Parra. "Espero poder celebrar con mis chicos y con sus papás, y que tengan esa oportunidad que yo no tuve".

Aún dice estar "procesando" la gravedad del momento, la emoción que sintió cuando salió el primer grupo de inmigrantes de la corte, todos agarrados de las manos: "La mejor parte fue ver a los muchachos con tanta esperanza".

Esta nota es la tercera en una serie de testimonios de jóvenes inmigrantes que fueron a Washington DC por la audiencia sobre la acción ejecutiva migratoria de Obama el 18 de abril.