SAN JUAN, Puerto Rico.- Son los gigantes del Atlántico, los huracanes que se forman frente a las costas de África y que, por su largo trayecto, han sido históricamente algunos de los más devastadores. Se trata de los llamados huracanes de Cabo Verde, bautizados así por las islas situadas a poco más de 700 kilómetros del continente africano.
Huracanes de Cabo Verde: por qué son los más temidos del Atlántico y difíciles de prever
En promedio, solo uno o dos huracanes de Cabo Verde se forman cada año en el Atlántico. Menos del 10% de los huracanes de Cabo Verde logran impactar directamente en Estados Unidos.

Estas tormentas tienen la capacidad de cruzar todo el océano, lo que las convierte en un fenómeno de gran interés científico y mediático. El Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés) estima que cerca del 85% de los huracanes de categoría mayor, 3 o superior, en el Atlántico tienen su origen en esta región.
Su peligrosidad radica en que disponen de miles de kilómetros de aguas cálidas, lo que les permite crecer y fortalecerse durante más de dos semanas de trayecto.
Sin embargo, a pesar de su fama, estas tormentas representan una amenaza relativamente rara para Estados Unidos. Menos del 10% logra impactar directamente el territorio estadounidense, pues la mayoría se debilita antes de llegar o se desvía hacia mar abierto, impulsada por los vientos dominantes en el Atlántico.
Un análisis de The Weather Channel revela que, desde 1995, de los 60 huracanes que tocaron suelo estadounidense, solo nueve fueron de Cabo Verde.
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¿Cuándo ocurren los huracanes de Cabo Verde?
La temporada de estos sistemas se concentra principalmente en agosto y septiembre, cuando las condiciones atmosféricas favorecen su desarrollo. Para que surjan y prosperen se requiere una combinación precisa: aguas cálidas, vientos en altura lo suficientemente ligeros para no dispersar las tormentas, y humedad abundante en el ambiente. Pero no siempre se cumplen estos requisitos.
El polvo y aire seco del Sahara, arrastrados por corrientes de viento hacia el Atlántico, actúan como un freno natural que debilita su formación. Según investigadores de la Universidad de Miami, ese aire seco viaja a gran velocidad sobre el océano, reduciendo la humedad necesaria para el crecimiento de los ciclones.
En promedio, cada año se forman entre uno o dos huracanes de Cabo Verde, aunque en algunos periodos no aparece ninguno y en otros pueden registrarse hasta cinco. A pesar de no ser los más comunes, su nombre está ligado a algunos de los huracanes más recordados por su fuerza y devastación.
El huracán de Galveston en 1900, que dejó alrededor de 8,000 muertos en Texas, o el Okeechobee de 1928 en Florida, con 2,500 víctimas, son ejemplos históricos. Más recientes están Andrew en 1992, Ivan en 2004, Ike en 2008, Irma en 2017 y Florence en 2018.
En la actualidad, el huracán Erin es el ejemplo más reciente de este tipo de ciclones. El NHC vigila además dos sistemas de tormentas frente a las costas africanas con potencial de desarrollo. No obstante, los expertos advierten que, aunque el seguimiento satelital permite monitorearlos desde sus primeras etapas, las predicciones pierden certeza después de una semana.
Con información de AP.

















