null: nullpx
Detector de Mentiras

La tolerancia frente a las mentiras de George Santos dañará la democracia

El joven político republicano George Santos llegó al Capitolio tras una campaña en la que difundió mentiras sobre su vida y trayectoria, que han sido develadas. En esta edición de “Crónicas de la desinformación”, te contamos por qué su caso prueba que no existe buen periodismo sin verificación de datos.
Publicado 22 Ene 2023 – 08:17 AM EST | Actualizado 22 Ene 2023 – 08:17 AM EST
Comparte
Default image alt
Santos, sin mucho pudor, reconoce que su hoja de vida realmente pasó por un proceso de "embellecimiento". Crédito: Wade Vandervort/AFP vía Getty Images. Arte: Arlene Fioravanti.

Hablar de un político que miente es algo tan desgraciadamente obvio como decir que vamos a "subir para arriba" o "bajar para abajo". Una cosa no va sin la otra. Pero, en Estados Unidos, esto parece ser algo totalmente nuevo. Algo que tiene el potencial de establecer un antes y un después en la tolerancia de los estadounidenses frente a las falsedades políticas.

Hablo del congresista republicano George Santos. Del nuevo mitómano que habita Washington DC. Del joven político que acaba de aterrizar en el Capitolio, cargando un montón de votos de los habitantes del distrito de Long Island, en Nueva York, y que, sin mucho pudor, reconoce que su hoja de vida realmente pasó por un proceso de "embellecimiento".

Si no hubiera sido por el esfuerzo periodístico de The New York Times, que en diciembre de 2022 se puso a chequear cada ítem del currículo de Santos, en Estados Unidos jamás se sabría que el hijo de inmigrantes, amante de los animales y primer hombre abiertamente gay que ganó espacio y creció en el Grand Old Party (GOP, sigla que identifica a los republicanos en inglés) ha mentido tanto.

Santos dio declaraciones falsas sobre su escuela y su universidad. Al contrario de lo que dijo públicamente, jamás trabajó en Wall Street. Su madre no estuvo en los atentados del 11 de septiembre de 2001 y su abuela no fue una de las víctimas del Holocausto. La lista de mentiras –contabilizadas por New York Magazine de una manera fácil de comprender– ya tiene más de diez puntos.

Para quienes trabajamos en la verificación de datos, el caso es ejemplar pues prueba que no existe buen periodismo sin fact-checking. Y demuestra que la prensa falló por mucho tiempo, tratando a Santos simplemente como un político nuevo e interesante.

Entre los fact-checkers también decimos que las mentiras más impactantes, aquellas que nos hacen reír de tan absurdas, siempre terminan presentándose como memes en las redes sociales y cadenas de WhatsApp.

El pasado jueves se cumplió un mes desde que salieron las primeras revelaciones sobre Santos.

Y, en mi celular, ya he recibido cuatro memes con él. En uno, su foto va seguida de la frase "Soy Tom Brady", el popular jugador de fútbol americano. En otro, él aparece al lado del actor Tom Hanks, en una parodia del cartel de la película Catch me if you can (Atrápame si puedes). En la tercera, Santos está vestido de astronauta, diciendo que "fue un honor ser el primer hombre en pisar la Luna". En la cuarta, la más divertida, el republicano lleva una peluca que se asemeja al pelo de Elvis Presley y dice que, tras la muerte de Lisa Marie, es el único hijo vivo del cantante.

Más allá de las risas, Santos es para Estados Unidos lo que el reportero de New York Times Nicholas Fandos escribió el pasado 6 de enero: una fuerza que está "estirando al máximo la tolerancia de los estadounidenses con las mentiras". Pura verdad. Tras los cuatro años de desinformación de Donald Trump y de su consecuencia inmediata, el ataque al Capitolio, puede que los estadounidenses hayan entendido que no deben tolerar las mentiras dichas por políticos.

A diferencia de América Latina, Estados Unidos no sabe lidiar con una situación así. Y hay por lo menos dos caminos a seguir.

Los estadounidenses pueden, por ejemplo, inspirarse en lo que hizo el Jurado Nacional de Elecciones de Perú en 2015. Aquel año, frente a tantas mentiras, la entidad que organiza el proceso electoral peruano advirtió a los candidatos que ellos serían excluidos de la lista de postulantes y no podrían disputar las elecciones generales de 2016 en caso de que consignasen datos falsos en sus hojas de vida.

Este sería un desenlace positivo para el caso Santos.

Pero las recientes noticias indican que EEUU tiende a seguir el modelo de Brasil, país de origen de Santos (y mío).

Allí, nada pasó cuando, por ejemplo, pillaron a la expresidente Dilma Roussef diciendo que tenía maestría y doctorado, cuando en realidad nunca los concluyó. O cuando el exgobernador de Río de Janeiro Wilson Witzel afirmó que había estudiado en Harvard por un buen tiempo. Algo que jamás pasó de ser uno de sus deseos inalcanzables.

En lugar de debatir un posible proceso ético contra Santos o su destitución, el pasado martes 17 de enero el Partido Republicano le nombró presidente de dos comisiones en el Capitolio: la que debate las necesidades de las pequeñas empresas y la que discute la ciencia, el espacio y la tecnología.

Créetelo porque esto –sí– es verdad.

Cristina Tardáguila es directora da ICFJ y fundadora de Lupa.

¿Viste algún error o imprecisión? Escríbenos a eldetector@univision.net o a través de nuestro Twitter @eldetectoruni . Tras verificar tu solicitud, haremos la corrección que corresponda en un plazo no mayor de 48 horas. Lee aquí nuestra metodología y política de corrección.

Seguimos el Código de Principios de la International Fact-Checking Network (IFCN) , que puedes ver aquí traducido al español. Escribe a la IFCN llenando este formulario si consideras que no estamos cumpliendo ese código.

Envíanos al chat algo que quieres que verifiquemos:


Loading
Cargando galería
Comparte

Más contenido de tu interés