Basta que veas una película de hace algunos años para que te preguntes qué habrá pasado con ese actor. Parece que se desvaneció, que se lo tragó la tierra y que, de seguro, su nombre debe estar en cartones de leche bajo el título «desaparecido». Pero, ni fueron abducidos por los aliens, ni se volvieron parte de una secta (espero). Simplemente Hollywood no los acepta. ¿Qué hicieron para merecerlo? Aquí te lo explicamos.

Stephen King es uno los máximos representantes del terror de nuestros tiempos. Sus historias y personajes nos han quitado el sueño pero también inspirado, y han calado de manera impresionante en nuestra cultura.

Cuando Laura (Iben Hjejle) rompe con Rob (John Cusack), éste revalúa su vida. Mientras está al frente de una tienda de vinilos y lidia con un par de trabajadores idiotas, el protagonista regresará en los pasos de sus cinco rupturas más dolorosas para averiguar por qué está solo.

Los hípsters son los miembros de una subcultura contemporánea en la que cada individuo busca representar su propia mentalidad manteniéndose fuera del comportamiento mundano y socialmente asimilado ligado a la moda, la música y al uso de tecnología (el llamado “mainstream”).

En el cine de terror son imprescindibles los buenos personajes para que el miedo que pasemos tenga fuerza, nos circule por todo el cuerpo y nos haga estremecer. Cuando los actos criminales son mecánicos se produce otro tipo de tensión, pero sin la emoción que surge cuando la víctima nos ha caído muy bien o el asesino resulte especialmente interesante.

Las películas “para chicas” posiblemente son un subgénero de los más injustamente odiados de la historia del cine, de alguna manera buscando ofender a tanto las mujeres cinéfilas como a los realizadores que, por hacer una película relativamente romántica, pareciesen apuntar directamente a un público que parecería excluir a los hombres.