Cada octubre, cuando resurgen las campañas de detección, recordamos que el cáncer sigue siendo un tema central de salud pública. Pero contra el diagnóstico y los tratamientos comprobados, existe un enemigo silencioso: la desinformación.
La “cura milagrosa” que no lo es: cómo la desinformación mina las opciones de pacientes con cáncer
Un estudio en Estados Unidos revela que la gran mayoría de los pacientes diagnosticados con cáncer se han encontrado con algún tipo de desinformación sobre opciones de tratamiento, lo que incluso puede aumentar el riesgo de muerte.


En algunas comunidades, como en la latina, circulan “remedios milagrosos” y terapias alternativas que prometen curas, pero carecen de evidencia científica y pueden ser peligrosas. Desde elDetector exploramos cómo actúa esta desinformación, quiénes son más vulnerables y cómo protegerse.
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Esperanza alimentada de desinformación
Cada vez hay “más pruebas de que la desinformación acerca del cáncer”, especialmente en torno a tratamientos no comprobados, puede resultar “dañina”, señala el Instituto Nacional del Cáncer.
Un estudio en Estados Unidos, conducido por la Universidad de Florida (UF), halló que el 93% de los pacientes con un nuevo diagnóstico había estado expuesto al menos a una forma de desinformación relacionada con tratamientos.
Ante un diagnóstico de cáncer, las personas suelen recurrir a “internet y las redes sociales” en busca de esperanza y alternativas. Basta con que alguien cercano comparta un artículo con apariencia científica o un video de un supuesto “experto médico” para que la duda se instale. En este tipo de contenidos suelen describir tratamientos “naturales” y, según prometen, libres de efectos secundarios desagradables o graves.
En elDetector hemos verificado y desmentido publicaciones que promueven supuestas “curas milagrosas”. Uno de los casos fue el de un video en Facebook que aseguraba que beber un vaso de polvo de carbón vegetal hervido en agua “limpia el organismo de células cancerosas”.
Sin embargo, tres especialistas en oncología coincidieron en que el carbón vegetal no sirve contra el cáncer. El oncólogo Julián Molina, de la Clínica Mayo, afirmó a elDetector que “no se recomienda para el tratamiento de ningún tipo de cáncer” y que “no hay ningún estudio científico que determine la validez de su uso para el tratamiento del cáncer”.
Otro caso de desinformación que elDetector verificó es que el bicarbonato de sodio cura el cáncer. El principal difusor de esta teoría es Tullio Simoncini, a quien retiraron la licencia en 2006. En 2018, fue condenado en Italia por homicidio culposo y mala praxis, tras la muerte de una persona sometida a un tratamiento con bicarbonato de sodio.
El bicarbonato no figura como tratamiento aprobado para enfermedades oncológicas, según indicó un representante del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos (NCI, por sus siglas en inglés).
UF señala que “la desinformación en salud puede impedir que las personas reciban tratamientos con respaldo científico, afectar negativamente la relación entre pacientes y médicos, y aumentar el riesgo de muerte, según han demostrado investigaciones”.
Según la Asociación Americana de Personas Jubiladas ( AARP, por sus siglas en inglés) los medicamentos ilegales suelen dirigirse a personas de 50 años o más, que reciben el 71% de los fármacos recetados en Estados Unidos. Los delincuentes se enfocan en enfermedades como cáncer, colesterol y salud mental.
Estas falsas “curas” no solo afectan a pacientes humanos. La doctora Nicole Kornspan, citada en artículo publicado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) indica que “cada vez circulan más remedios falsos” en línea que prometen “curar el cáncer en perros y gatos”.
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El papel de las redes
Aunque parte de la desinformación se difunde “entre usuarios bien intencionados que desconocen que lo que comparten es falso”, algunos contenidos engañosos o falsos se propagan intencionalmente con fines económicos o para influir en la opinión pública, señala la organización Cancer Care.
Un estudio de City St Georges, Universidad de Londres, reveló que hasta el 81% de las supuestas “curas contra el cáncer” difundidas en TikTok son falsas. La economía de la atención incentiva a los creadores a publicar material cada vez más sensacionalista; los algoritmos lo promueven y pueden “generar ingresos financieros”, destaca el texto.
De los 163 videos analizados, el “32 % recurría a teorías de conspiración” para dar legitimidad a su contenido, mostrando incluso médicos contrarios al consenso científico que respaldaban la idea de “curas milagrosas ocultadas por el gobierno”.
En un artículo del Instituto Nacional del Cáncer, la doctora Stacy Loeb, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York , señala que aunque “la desinformación sobre el cáncer es un problema generalizado en las redes sociales”, estas plataformas “también pueden formar parte de la solución a la desinformación sobre el cáncer”. Dice, además, que “es importante que los médicos y otros expertos participen de forma activa en internet para divulgar información sobre la salud basada en la ciencia y asegurar que los últimos descubrimientos científicos lleguen al público por estas redes grandes”.
Con el desarrollo de nuevas tecnologías, surgen también nuevos riesgos. La doctora Estelamari Rodríguez, especialista en oncología y miembro del American Cancer Society, dijo a elDetector en una entrevista que le “preocupa mucho” que algunos pacientes estén comenzando a interpretar los resultados de sus estudios con herramientas como ChatGPT. Aunque reconoce que esta tecnología puede ser “buenísima”, advierte que la inteligencia artificial “no recoge datos de un médico”, sino información proveniente de “computadoras y redes”, y que, en ocasiones, “las referencias no son correctas”.
Existen señales para identificar tratamientos fraudulentos contra el cáncer. Una de ellas es cuando un producto promete curar “todos los tipos de cáncer”, ya que cada tumor requiere abordajes específicos. También es sospechoso cuando se promocionan “curas milagrosas”, ingredientes secretos o remedios ancestrales sin evidencia. Otra alerta es el uso de testimonios personales, que pueden ser pagados y no prueban la eficacia del tratamiento. Ante estas promesas, los especialistas recomiendan desconfiar.
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