LA HABANA, Cuba. - A Judith Robaina, disciplinada ciudadana, nunca las autoridades le habían amenazado tan seriamente. Su hija, afiebrada luego de regresar de un día de playa, debía ingresar o, en su defecto, debía ser llevada diariamente al centro hospitalario para monitorear sus síntomas. "Vamos a llevarla presa si no lo hace", le dijeron en el Pediátrico de Marianao, un municipio de La Habana.
Canciones de Silvio, vitaminas de producción nacional y el ejército: así se lucha contra el zika en Cuba
Es como una epidemia silenciosa. Aunque los casos siguen siendo mucho menores que en otros países que fueron golpeados el año pasado por el virus, hay alerta epidemiológica en 33 de los 164 municipios del país y el gobierno cubano lucha con todas sus armas para evitar su expansión.


Podría ser zika, dijeron los especialistas, pues la niña tenía síntomas parecidos a los del dengue. Pero no estaban seguros luego de unos días de examen. Aunque no se habla abiertamente del virus del Zika, este parece estar en aumento en la isla. En mayo pasado, en los medios oficiales se habló de un incremento en los casos que ya sumaban 1,850 desde que comenzó la epidemia en 2016, pero esa cifra es mucho menor a la de otros países caribeños.
Las autoridades cubanas no descartan la amenaza como método profiláctico: se hace levemente para no crear pánico entre la población, pero reciamente, para que no se vaya de las manos.
De acuerdo con fuentes oficiales, hasta julio de 2017 existe alerta epidemiológica en 33 de los 164 municipios del país. No es un alto número, sin embargo, es preocupante el hecho de que los principales núcleos urbanos integren la lista: Santiago de Cuba, Holguín y toda La Habana. Estos datos tienen sentido ya que, según declaraciones del Ministerio de Salud Pública a los medios estatales, el 70% de los criaderos de mosquitos están en o alrededor de las viviendas.
Otras ciudades como la sureña Cienfuegos viven una situación similar. La jefa del Departamento de Atención Médica y Social de la dirección provincial de Salud, Layrí García Ríos, dijo que este mes de julio se han habilitado 140 capacidades para aislar a todos los casos.
De manera que la amenaza a Judith podía haberse dado hoy en cualquier parte de la isla.
La lucha contra el aedes aegypti
Las lluvias en las tardes veraniegas hacen de La Habana un plato llano con sopa de polvo y basura. A las autoridades sanitarias del país se le ponen los pelos de punta porque saben que, tras el chubasco, queda un terreno fértil para que la hembra del mosquito aedes aegypti y ponga sus huevos, que luego serán pupas y finalmente posibles transmisores de un rosario de enfermedades.

En la memoria de muchos sigue lo que pasó en los 80 cuando una epidemia de dengue hemorrágico puso de luto al país con cientos de cubanos muertos, entre ellos menores de edad. Las imágenes de la televisión mostraban a un Fidel Castro, que consideraba el brote parte de la guerra biológica de la CIA contra la revolución, conversando con niños bajo mosquiteros.
La batalla de Cuba contra el minúsculo vector se remonta a finales de siglo XIX, cuando el doctor Carlos Juan Finlay, tras años de experimentación, descubrió que un mosquito anillado era el transmisor del mal. A ese descubrimiento le debe la humanidad el Canal de Panamá, en construcción por aquellos años, y azotado fuertemente por el dengue. Gracias al hallazgo de Finlay, las autoridades concibieron una serie de prácticas sanitarias para atacar al aedes aegypti, imperceptible asesino de los obreros.
La doctora Cristina Hernández, que estuvo por dos años al frente del departamento de Higiene y Epidemiología de un importante policlínico del oeste habanero, asegura que las autoridades manejan de manera secretista las epidemias: "Nunca nos dicen el por qué hasta que aparecen los casos".
Una fuente del Ministerio de Salud Pública que no quiso ser identificada explicó para este reportaje que a inicios del mes de julio varios centros clínicos citaron a todos sus médicos para "impartir una conferencia sobre fiebre amarilla". Por su parte, Hernández considera ese movimiento de fichas indicativo de dos posibles causas: "o hay una amenaza seria de que la enfermedad entre al país o ya se han identificado casos".
Sin embargo, la población no suele oír hablar del zika en los principales medios de comunicación estatales: la Emisión Estelar del Noticiero Nacional de Televisión, los diarios Granma o Juventud (tridente mediático del Partido Comunista). Tampoco se usó en los medios el término epidemia aún cuando los dos millones de habaneros y el millón de pobladores flotantes de la capital viven en una ciudad declarada en alerta por lo que parece ser una epidemia silenciosa.
Cuba salió victoriosa ante la primera pandemia de zika en la región, a inicios de 2016. "El mal puso bandera en la mayoría de los países latinoamericanos", llegó a sentenciar el director del Departamento de Enfermedades Transmisibles y Análisis de Salud de la Organización Panamericana de la Salud, Marcos Espinal. Pero en medio de ese panorama la notable excepción era Cuba, que controló el zika, dijo entonces a Granma el ministro de Salud Pública, Roberto Morales.
Canciones de Silvio y Polivit para controlar el zika
Un manto de palomas perturba el cielo plomizo. Las campanadas de las vetustas iglesias cercanas al puerto habanero se vuelven a oír luego de más de 150 años sin que ocurriera. Las campanadas, sabe el historiador Félix Julio Alfonso, anunciaban incendio, avistamiento de piratas… pero también epidemia.

El 30 de junio el cantautor Silvio Rodríguez, que había prestado su voz por años para la épica izquierdista latinoamericana, daba un concierto en el Centro Histórico de la ciudad por otra causa, esta vez sin balas: la campaña ‘Cuida tu sueño’, una iniciativa del Ministerio de Salud Pública para alertar a las embarazadas sobre los peligros del zika.
Un estudio llevado a cabo en Puerto Rico estima que el 5% de las embarazadas que recibieron un diagnóstico confirmado del zika en Estados Unidos y sus territorios dieron a luz a un bebé con algún defecto de nacimiento. Ese informe, que es el reporte más detallado realizado hasta la fecha, revela un porcentaje es similar al de otros lugares golpeados por la epidemia.
Con la imagen de los bebés nacidos con microcefalia en Brasil después de que sus madres contrajeran zika en el recuerdo y el impulso del imaginario popular, en Cuba se han disparado las ventas de Polivit. La pastilla vitamínica de producción nacional ya era sacada del país en grandes cantidades por otros ciudadanos latinos a un módico precio para llevarla a sus países. Ellos y cientos de cubanos atribuyen al medicamento capacidades no del todo comprobadas que lo han convertido en mito: "Dicen que el olor que despide la piel cuando tomas el Polivit aleja a los mosquitos", afirma Pedro González.
El espray repelente también se ha convertido en un producto de alta demanda. Luego de presionar pródigamente el atomizador, Pedro cierra su habitación en el municipio de Playa por 10 o 15 minutos y ya la considera fumigada.
"La población conoce que hay una situación crítica con el tema del zika y otras enfermedades tropicales, pero no lo saben por los medios, sino porque se enteran de que hubo un vecino infectado o que ingresaron a un conocido, ven el ambiente en la calle con los fumigadores", explicó una especialista en epidemiología, que pidió no ser identificada.
Al no existir una vacuna capaz de erradicar el zika, evitar los criaderos del mosquito es la única herramienta para minimizar impactos. "Quemar casas" o, lo que es lo mismo, sumarlas a la lista de inspeccionadas fraudulentamente, está entre las violaciones más comunes dentro del grupo de revisores civiles conocidos como "los grises" y entre los reclutas que pasan el Servicio Militar Obligatorio (SMO) en el Ejército Juvenil del Trabajo. La sanción puede ir de ser despedido de Salud Pública a perder una carrera universitaria, respectivamente.
Amén de la existencia de estas dos fuerzas encargadas específicamente del trabajo antivectorial, el Estado ha encomendado recientemente la defensa ante el zika a las Fuerzas Armadas. El ejército sacó de sus rutinas familiares, centros laborales o de la vagancia a cientos de reservistas que ya pasaron el SMO.
Pero en el interior de las Fuerzas Armadas también hay problemas para luchar contra el mosquito transmisor: el desvío de recursos de la campaña, como la venta de gasolina que usan bazucas, es un secreto a voces. Así es cómo, Héctor, un taxista privado de Marianao asegura que mantiene en movimiento su Chevrolet del 57 y se libra de los excesivos precios que impone el gobierno al combustible. Pero eso puede dejar barrios sin fumigar.
Cientos de reservistas movilizados de verde olivo en las calles y con facultades para imponer multas en caso de hallar criaderos en las viviendas, portan bazucas que expulsan humo blanco y envuelven los vecindarios en breves nubes de smog, el signo, esperan que pasajero, de una epidemia encubierta.
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