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Trump y el odio como plataforma política

"La radicalización de Trump no es, como han comentado ciertos colegas, una degeneración repentina y de último momento. Todo lo contrario. Es más bien el resultado natural y lógico de una larga cadena de complicidades que 'normalizaron' a través del tiempo su conducta errática y depredadora".
Opinión
Director de Integración de Redes y Multiplataformas y Redactor Jefe de Televisa Univision.
2022-12-05T13:22:29-05:00
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"Y como de costumbre, muchos estadounidenses le creerán y lo respaldarán. Otros subestimarán su capacidad de hacer el mal". Crédito: Andrew Harnik/AP

Es uno de los momentos más bajos entre todos los bajísimos momentos del trumpismo. Su fundador y líder, Donald Trump, ha girado hacia una extrema derecha que raya en el fascismo. Y lo ha hecho con toda intención, como respuesta al creciente rechazo de unas pocas figuras del Partido Republicano al que secuestró para ponerlo al servicio de su narcisismo maligno. Su objetivo es amenazar con hacer estallar en pedazos al partido y a toda la sociedad estadounidense si los republicanos insisten en distanciarse de él, como hicieran en 2015. Los narcisistas malignos no toleran el más mínimo rechazo.

Esa es la razón por la que Trump coquetea abierta y descaradamente con antisemitas bulliciosos, como el rapero Kanye West y Nick Fuentes, orate que niega el Holocausto y presume de su odio a los judíos y a los inmigrantes y de su suprematismo blanco. A ambos los recibió sin empacho en ese nido de conspiraciones y ocultismo político que siempre ha sido Mar-a-lago, su residencia en el sur de la Florida. Y por eso instó a “terminar” la Constitución, la cual siempre ha estorbado a su deforme personalidad de aprendiz de tirano.

Pero la radicalización de Trump no es, como han comentado ciertos colegas, una degeneración repentina y de último momento. Todo lo contrario. Es más bien el resultado natural y lógico de una larga cadena de complicidades que “normalizaron” a través del tiempo su conducta errática y depredadora. Lo que siempre ha sucedido cada vez que muchos integrantes de una sociedad cometen suicidio político, alientan la destrucción de la democracia y están dispuestos a entregar sus libertades con tal de que algún tiranuelo – al que consideran su hombre fuerte providencial - castigue a sus enemigos reales o imaginarios.

Trump y el trumpismo han llegado a la fase seudo fascista gracias a que los republicanos normalizaron sus fobias étnicas, como el desprecio a los mexicanos con el que arrancó su candidatura presidencial y el desdén que les mostró a los puertorriqueños tras la catástrofe del Huracán María.

Han llegado al extremismo de ultraderecha gracias a todos los que normalizaron su predilección por las teorías conspirativas, incluyendo la primera con la que saltó a la fama política: el birtherism o la infamia de que Barack Obama nació en África y por lo tanto no calificaba para ser presidente. Toda su “carrera” política puede resumirse en un constante ir y venir de teoría conspirativa en teoría conspirativa.

Trump y el trumpismo han llegado al seudo fascismo gracias a que los medios conservadores y líderes del Partido Republicano abrazaron su fobia antiinmigrante, algo que nunca hicieron otros candidatos a la Casa Blanca y presidentes del GOP en la era moderna, ni Ronald Reagan, ni George W. Bush, ni John McCain, ni Mitt Romney.

Han llegado al seudo fascismo gracias a que casi la mitad del país aplaudió su descalificación de la prensa como “el enemigo del pueblo”, uno de los actuales mantras de Partido Republicano. Prácticamente no hay un solo político importante del GOP que en la actualidad no haga campaña con esa consigna totalitaria de la que se sirvieron los peores tiranos de la historia, desde Benito Mussolini y Adolfo Hitler hasta Josef Stalin, pasando por sus imitadores americanos Fidel Castro, Hugo Chávez y Augusto Pinochet.

Trump y el trumpismo han aterrizado en el seudo fascismo gracias a que los republicanos llevan años tronando contra el intelectualismo y la globalización, un guiño que han usado siempre los antisemitas. Y, sobre todo, gracias a que millones de personas han respaldo con sus votos irresponsables todos esos excesos y desviaciones.

El 6 de enero de 2021 fuimos testigos perplejos de una terrible consecuencia de la normalización de la conducta depredadora de Trump: el primer intento de Golpe de Estado violento en la historia de la democracia estadounidense. Ahora, con su resentida apuesta por el extremismo de ultraderecha, Trump se propone destruir hasta la última fibra del sistema político y social de Estados Unidos. Hoy más que nunca niega haber perdido las elecciones y miente con desfachatez sobre esos resultados que su narcisismo enfermizo le impide aceptar. El odio a todo lo que se interponga en su camino será su plataforma política.

Y como de costumbre, muchos estadounidenses le creerán y lo respaldarán. Otros subestimarán su capacidad de hacer el mal. De ese modo la mesa podría quedar servida para nuevas y peores catástrofes políticas y sociales en el país.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.


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