Cada familia es única y desde luego, cada mamá enfrenta diferentes retos según las circunstancias de su hogar. Rachel Sobel es una madre estadounidense a tiempo completo y escritora de profesión. Constantemente comparte con sus seguidores la experiencia que le han dado sus dos hijas, pero en especial habla sobre la gente que las rodea.
"Vas a ser media hermana mayor": la noticia que rompió el corazón de esta pequeña y te hará llorar


En diferentes espacios digitales, Rachel ha escrito sobre lo que más le molesta: la gente recalcándole a sus hijas que son MEDIAS hermanas.

Sobel tiene una niña de ocho años producto de su primer matrimonio. Un tiempo después de su divorcio, inició una segunda relación de la que nació su segunda hija ¡No podía estar más feliz! Rachel detalla a la audiencia que pensó haberlo conseguido todo: una relación amena con su ex esposo, la custodia compartida de su primogénita y una nueva familia.
No obstante se enfrentó a un nuevo reto: las personas desconsideradas de su alrededor que atosigan a su hija mayor recordándole que ahora es MEDIA hermana mayor. Sobel hace énfasis en lo problemático (y frecuente) que puede resultar esta afirmación en niños pequeños:
«Mi hija mayor adora a mi nueva bebé. Ellas son hermanas, NO son la "media" de nadie. Cuando le dicen a mi primogénita que es la MEDIA hermana se enfurece y me pregunta si le falta algo para ser la hermana "completa"».
Sobel sabe que el término "medios hermanos" es biológicamente correcto, pero destaca que los niños no tienen tiempo para descifrar lo que su ADN indica de forma inevitable. Para ellos lo correcto es simplemente "hermano".

Aunque Rachel habla desde su propia experiencia, el propio Dr. Christopher Badcock —prestigioso sociólogo de la Escuela de Ciencias Económicas y Políticas de Londres— reitera la importancia de no remarcar la diferencia entre "medio hermano" y "hermano" en la infancia temprana:
«Hacer distinciones de este tipo en niños es despectivo y confuso. Puede fácilmente generar encuentros y rivalidades innecesarias que se mantengan hasta la adultez. No hay necesidad de este énfasis, es algo que se comprenderá con el tiempo y que la madurez les ayudará a asimilar».
Rachel Sobel cierra su testimonio con palabras puntuales y muy serias:
«Mis hijas son HERMANAS. Punto. Las madres como yo no trabajan arduamente todos los días construyendo relaciones sanas para que de pronto llegue alguien a menospreciarlas (...) Piensen dos veces antes de alterar la dinámica de una familia normal, como la de cualquiera».

Finalmente, Sobel recalca el amor entre sus dos hijas. Desde luego no tienen el mismo padre, pero eso en ningún momento afecta su vínculo ni su excelente interacción diaria.
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