Los niños, en su crecimiento y desarrollo, desde que nacen hasta que se transforman en adultos, pasan por diferentes etapas que construyen su personalidad y su modo de desenvolverse en la sociedad.
La difícil edad de los tres años

Ser padres no es una tarea fácil, ya que tenemos la importante misión de criar un individuo y todo lo que hagamos influirá en su vida futura. Aquí es donde entran en juego los valores y la educación que recibe nuestro hijo. Estos dos factores son muy importantes para desarrollarse como persona.
Los pequeños a medida que crecen aprenden y desafían nuestros límites en forma constante. A partir de los tres años, se da una etapa llamada rebeldía en la que el niño quiere demostrar su independencia y quiere modificar las cosas a su antojo.
Aquí es cuando debemos armarnos de paciencia y ser firmes en los límites que imponemos a nuestros pequeños. Es importante no ceder ante las malas actitudes de nuestros hijos como, por ejemplo, cuando se tiran al piso o se ponen a llorar frente a todo el mundo.

Mal comportamiento a los 3 años
¿Cuántas veces como padres hemos escuchado decir mi hijo se porta mal o la maestra retó a mi nene? Estas cosas suelen pasar a menudo y no necesariamente significa que somos malos padres. Muchas veces el niño simplemente se porta mal para conseguir algo.
Los famosos caprichos que suelen poner a prueba nuestros nervios son manifestaciones que suelen ocurrir cuando el pequeño quiere algo y le decimos que NO. Entonces ante esta respuesta el niño reacciona tirándose al piso y haciendo todo tipo de cosas para lograr llegar a su objetivo.
Su método resulta bastante persuasivo y muchas veces eficaz, ya que cuando se pone a gritar en un lugar público, con tal de que se calle, cedemos ante su capricho y le damos el gusto. Esta situación diaria se repetirá diariamente frente a todo lo que el niño quiera.

¿Qué hacemos ante los berrinches?
Es verdad que a los tres años el niño experimenta una etapa de crecimiento en la que entiende que está separado de sus papás y él es una persona y sus padres, otras. Además manifiesta su enojo y todo lo que siente en la forma que puede, ya que aún no tiene control de sus emociones.
Por lo general esta etapa pone a prueba, no sólo nuestra paciencia, sino nuestra actitud como padres y la facilidad o no de modificar los límites que hemos impuesto a nuestros hijos. Es importante no ceder ante las actitudes de nuestro hijo.
Como mamá de un nene de tres años reconozco que es muy difícil llevar estar situación. Mi hijo no sólo me hace caprichos, también me contesta mal y tiende a querer mandarme, entre otras cosas. Creo que lo importante es hacerle saber que nosotros somos la autoridad y que él debe obedecer.
No es tarea fácil y suele ser complicado manejar los caprichos en público. Pero si cedemos una vez, el niño sabrá que si reacciona de determinada forma puede conseguir lo que quiere y lo seguirá haciendo toda su vida.









