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Jugar rudo con tus hijos es mejor de lo que imaginas: conoce todos los beneficios

Publicado 27 Jul 2020 – 11:46 AM EDT | Actualizado 27 Jul 2020 – 12:17 PM EDT
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El juego tiene un papel esencial en el crecimiento de tu pequeño. A través de él, trabajará en sus habilidades físicas y cognitivas, y aprenderá a relacionarse con quienes lo rodean.

Muchas veces, los niños disfrutan jugar rudo y en desorden, actitud que suele relacionarse con una mala conducta.

Pero contrario a lo que podría pensarse, este comportamiento tiene múltiples beneficios para el crecimiento de tu hijo. Solo debes darle el enfoque correcto.

Te explicamos por qué es importante que tu pequeño juegue rudo y cómo puedes orientar esta actividad para que influya positivamente en su desarrollo.

¿Es bueno que los niños jueguen rudo?

De acuerdo con Teri Patrick y Patti Bokony, responsables de la División de Servicios de Salud de la Universidad de Ciencias Médicas en Arkansas, este comportamiento permite que lo niños aprendan sobre autocontrol y compasión.

Asimismo, serán capaces de reconocer sus límites físicos, compartirán momentos de diversión con otros pequeños y alcanzarán habilidades sociales que les serán de gran ayuda en el futuro.

Los expertos aseguran que es una excelente herramienta para liberar emociones contenidas, como tristeza, enojo y frustración.

En una entrevista con The University of British Columbia, la Dra. Mariana Brussoni, profesora y experta en comportamiento infantil, explica que esta actividad prepara a los niños para los peligros del mundo real.

«Cuando juegan libremente y sin ataduras, aprenden lecciones físicas y emocionales que resultan de gran utilidad para cuando crezcan».

El juego también mejora la relación que tiene con otros pequeños, pues cuando no hay un adulto presente «los niños aprenden a negociar entre sí y a crear sus propias reglas», afirma.

Aún cuando las actividades resulten demasiado bruscas, ellos son capaces de seguir instrucciones y negociar.

Reconocen que no se trata de quien domina al otro, sino de un acuerdo mutuo que respeta los deseos y la individualidad de cada uno.

Este punto marca la delicada diferencia entre ser amigable y tener un comportamiento abusivo.

Es importante que esta línea se mantenga en todo momento, de otra forma el juego se convertirá en una extensión para hacer sentir mal a los demás.

Cómo impulsar este aprendizaje

Para orientar este comportamiento hacia el camino correcto, es fundamental que le muestres que todos los juegos tienen reglas que deben ser respetadas.

En un artículo publicado por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, Brussoni destaca las reglas más importantes:

#1 Respetar el consentimiento

Con el fin de que esta actividad sea divertida y saludable, es necesario que exista un acuerdo previo entre los participantes. Deben remarcar los límites y asegurarse de que todos la están pasando bien.

Enséñale a respetar las decisiones de los demás y hazle saber que nadie puede obligarlo a jugar si él no lo desea.

#2 La importancia de medir su fuerza

Al jugar, tu pequeño conocerá su fuerza y aprenderá a regularla para no lastimar a los otros niños.

Explícale que hay comportamientos y acciones que pueden herir los sentimientos o la integridad de sus amiguitos.

Debe comprender que todos los juegos se basan en la amistad, el cariño y el respeto, valores esenciales para que genere relaciones sociales adecuadas.

#3 Aceptar las consecuencias

Si tu hijo presenta un comportamiento inadecuado o irrespetuoso, en lugar de regañarlo debes explicarle cuál fue su error y el daño que puede provocar con sus acciones.

Anímalo a ofrecer disculpas y dale la libertad de elegir cómo quiere hacerlo: puede compartir un juguete, ofrecer un abrazo o regalar una flor, estas acciones le dan independencia y lo preparan para el futuro.

Asimismo, frases como «¿Quieres hacer sentir mejor a tu amigo?» o «¿Qué podemos hacer para que tu compañero deje de llorar?» son expresiones que le enseñan a ser empático y le indican cómo comportarse cuando ha lastimado a alguien.

Existen métodos que te permitirán empoderar a tu pequeño para que aprenda a responsabilizarse de sus actos, por ejemplo la técnica del sándwich.

Finalmente, jugar rudo permite que tu hijo aprenda de su entorno y de quienes lo acompañan.

Como mamá puedes aprovechar esta actividad para trabajar y mejorar su capacidad de tomar decisiones, resolver problemas y regular sus emociones.

Acompáñalo durante este aprendizaje y bríndale un ambiente lleno amor y confianza, que le permita seguir aprendiendo.

Una crianza cariñosa, empática y responsable se traduce en adultos exitosos y resilientes. Tenlo presente.

Y tú ¿cómo estimulas el crecimiento de tu pequeño? Comparte tus mejores consejos en los comentarios.

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