Cuando nace el esperado bebé, es natural que los padres estén igual de felices que de cansados. Y es que ambos son imprescindibles para la salud del bebé y también la salud emocional.
El rol del papá en la crianza del bebé

El rol del padre es esencial, ya que en estos primeros meses debe forjar con su hijo un especial vínculo afectivo, el del padre e hijo. Es a partir del segundo trimestre de vida del pequeño que aún toma más relevancia el rol del padre para el bebé. Será importante toda la vida, pero en esta etapa también es esencial.
En plena fase de desarrollo
Es a partir del sexto mes de vida del bebé que éste empieza a descubrir el mundo, empieza a interesarse por su entorno, a querer interactuar con el mundo y por quienes lo forman.
Es gracias a su gran avance psicomotor que el bebé tendrá más movimiento que le dará libertad y además podrá descubrir un fascinante mundo ante él. Empezará a sentarse con apoyo y más tarde sin apoyo, podrá girarse tumbado, reptar, desplazarse, coger y tirar cosas...etc.
Papá, te quiero
En esta etapa el papá, cuida y juega con el bebé de diferente forma a cómo lo hace la madre. Las mamás suelen ser más prudentes al coger al bebé estando atentas a sus reacciones y movimientos cuando juegan con el pequeño, una sobreprotección innata.
Los papás acostumbran a coger al bebé con menos atención a las reacciones que tenga, juegan con ellos balanceándolos deprisa y juegan a menudo casi sin dejar reaccionar al bebé. Esto hará que sea un reto para el pequeño e intentará alcanzar logros en ese fascinante nuevo mundo.
Entre ambos, el bebé se siente atendido, muy querido y preparado para seguir investigando con confianza en sí mismo. Estas formas dispares de actuar enriquecen el mundo del pequeño y se da cuenta de que hay muchas maneras de mostrar el cariño.
Entre los dos
Entre mamá y papá se contrarestan los estilos (sobreprotección de mamá con juegos de papá) y ayuda a equilibrar la educación en el pequeño. Estos roles no tienes por qué ser siempre así, pueden darse invertidos.
Lo ideal es alcanzar un punto intermedio, respetando al otro, llegando a acuerdos para la buena educación del hijo en común y sin pisarse el uno con el otro. La buena comunicación entre ambos progenitores es esencial.









