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¿Cómo enseñar a los niños a amar la naturaleza?

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De manera espontánea los niños tienen afinidad con los eventos de la naturaleza. Les gustan los animales y las plantas, y sienten goce viajando al campo. Precisamente debemos fortalecer este instinto para que crezcan como personas ecológicas que sepan amar y cuidar las riquezas de nuestro planeta.

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Edad preescolar

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Para los niños pequeños, cuya capacidad de asombro es inconmensurable, la naturaleza es un universo mágico. Si ven una mariposa, sus ojos se abren de fascinación; al tropezarse con una flor la miran fijamente y quieren tocarla. Si un animal aparece en su camino les resulta muy atractivo.

En esta etapa debemos asegurarnos de llevar a nuestros hijos al bosque con mucha frecuencia. Allí les ponemos sobre el suelo para que sientan el contacto agradable de la hierba, el aroma altamente oxigenado del aire campestre y escuchen el canto hermoso de los pájaros. Son formas de irlos acostumbrando a la vida silvestre.

En casa se puede compartir el cultivo de una planta o un árbol en el jardín. Para ellos ver que las plantas florecen es maravilloso. Al mismo tiempo, les vas enseñando a comer frutas y verduras. Por supuesto, hay que emplear un lenguaje muy sencillo que el menor pueda entender.

Escolares

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Los niños de esta etapa también necesitan contacto con la naturaleza. Muy divertido resultará para ellos correr descalzos por la hierba o por la arena de la playa. Puedes llevarlos de paseo a estos sitios los fines de semana.

Por otra parte, también será de su agrado viajar al bosque. Se pueden inventar excursiones que tomen buena parte del día. Cuando se tomen los alimentos, se puede aprovechar la oportunidad para enseñarles a guardar en bolsas los restos, de modo que se cuide el entorno natural.

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En este período, a los niños les llama la atención el estado del tiempo. Es momento de explicarles elementos básicos del clima y los diversos fenómenos naturales. Les motivará entender el ritmo de las estaciones y los cambios de temperatura.

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A los escolares mayores ya se les puede sumar a clubes de exploradores que acampan fuera y enseñarles la metodología para vivir en el bosque.

Si antes supimos desarrollar en ellos aprecio por la naturaleza, recibiremos el fruto de niños conscientes que aman el planeta y tienen creada la responsabilidad de proteger su medioambiente.