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¿Cómo ayudar a los niños a manejar preocupaciones?

Todos los seres humanos tenemos preocupaciones, es parte de la vida sentir incertidumbre, frustraciones e inseguridades. El asunto trata de aprender a manejarlas, de modo que podamos ser felices. Los niños también se preocupan, también sufren por sus problemas, aunque no sea la economía del país o un amor perdido. Por ello, como padres, es necesario que los armemos con recursos. Veamos cómo ayudar a los niños a manejar preocupaciones de modo que puedan enfrentarse mejor a la vida.

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Cómo y cuánto se preocupe un niño depende de dos variables combinadas: la personalidad y la edad de cada uno de ellos. Hay niños muy sensibles que son afectados mayormente por los azares de la vida y otros en menor medida. Pero igualmente hay preocupaciones comunes a cada etapa del desarrollo infantil.

Los niños se preocupan más por obtener buenas notas, por sus pruebas, por ajustarse a los estándares de su grupo o por ganar en eventos deportivos. En general, les afecta la presión social en el sentido de no ser dejados fuera y que no abusen de ellos.

Los preadolescentes y los adolescentes, al ser mayores, se preocupan más por la realidad que les rodea y por cosas que escuchan: problemas en la escuela, problemas entre los padres, la polución en el planeta, los desastres naturales, etc.

Imagen Thinkstock

Consejos para ayudar a los niños a manejar las preocupaciones

Conocer la preocupación del niño

El primer paso para ayudar a tu hijo es encontrar cuáles son sus preocupaciones principales. Interésate por su vida escolar, por sus amigos, por sus actividades. Mientras viven la vida cotidiana, conversa con él sobre experiencias distintas y dale tus opiniones, pídele que también dé su criterio. De ese modo, sabrás qué piensa y qué le preocupa.

Si el niño luce preocupado por algo, pregúntale. Permítele expresarse a través de la palabra. Escúchalo detenidamente. No solo será una catarsis, que ayuda a liberar energía negativa, sino que además podrás darle apoyo y ánimo.

Atender las preocupaciones del niño

Es muy importante que el niño sienta que te importa y que lo apoyas. Trata de entenderlo, no de minimizar la importancia de aquello que le preocupa. Dale un lugar central al problema y ayúdalo a analizar juntos qué sucede y cómo solucionarlo. Tu atención y comprensión pueden ser la base de todo.

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Guiar a soluciones

La tarea del padre a la hora de reducir la preocupación es guiar a soluciones. Pero no tomando decisiones o juzgando, sino ofreciéndote a dar respuestas en conjunto. Debes enseñar a tu hijo a responder a los problemas, así entrenarás en él la independencia y la responsabilidad. Sé un guía, no un jefe. Permite que el niño asuma un rol importante. Es la mejor manera de preparar hijos fuertes y autodeterminados.

Mantener la perspectiva

La mayoría de los niños, por falta de experiencia, exageran sus preocupaciones. Debemos ayudarlos a mantener la perspectiva. Sin minimizar para nada sus sentimientos, debemos abrirles otras ventanas, mostrarles que existen soluciones, que a veces tememos por algo que realmente no tiene ese gran significado o que los problemas son temporales y siempre se sale de ellos. Recuerda que la manera debe ser respetuosa y apelando a la buena comunicación. El humor puede ser un arma muy importante en estos casos.

Ofrecer seguridad

Muchas veces lo que más necesita un niño preocupado es que sus padres lo reafirmen y le den seguridad. Recuerda que aún son dependientes y necesitan mucho del apoyo paterno. El amor y la incondicionalidad son pilares básicos para ayudar a los hijos a enfrentar cualquier preocupación.

Ser un buen modelo

Esta es tal vez la tarea más importante y difícil de todas a la hora de apoyar a los pequeños con sus preocupaciones: ser un buen modelo de conducta. La enseñanza mejor que podemos darle a un niño es a través de cómo somos, cómo enfrentamos nosotros mismos nuestras frustraciones e incertidumbres. Intenta ser optimista frente a los problemas, tratar siempre de buscar soluciones, no desesperarse, no dejar caer el ánimo.

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No permitas que el estrés te gane, tus hijos observan. En su lugar, muestra coraje y pensamiento positivo. De esta manera, estás enseñando a tu hijo que los problemas siempre tienen una solución, aunque cueste encontrarla. No hay que dejarse vencer, algo fácil y destructivo. Cuando los chicos se educan en familias valientes y llenas de esperanza, resultan ser personas fuertes que se sobreponen a los embates de la vida y logran adaptarse a las distintas situaciones.

Preocuparse es una actitud natural en un ser humano, los niños no escapan a ello, pero de ti depende el modo en que tu hijo asuma sus preocupaciones y temores: cobarde y pesimistamente, con desconsuelo y debilidad, o buscando soluciones, comunicándose con los otros seres humanos, expresando todo su valor y su buen corazón. Dos caminos, y sólo el segundo educa mejores personas para la vida. Piensa en ello.