¿Es necesario usar protector solar en la ciudad?

Cuando hablamos de protección solar nos encontramos con cientos de mitos que generan confusión a la hora del cuidado. 

No estás en la playa ni tomando sol panza arriba en la pileta, estás en la ciudad en medio del trajín de la semana: ¿Es necesario que te protejas igual? Esta duda es muy habitual y la respuesta es sí.

La radiación solar no distingue donde estás.  No importa si la exposición al sol se da por períodos más cortos de tiempo: incluso así es importante estar protegida.

“Las personas nos exponemos al sol en diferentes momentos y contextos, pero es cuando menos nos imaginamos que debemos prestar especial atención a la protección solar: en calles, en plazas y jardines, cuando hacemos deporte o salimos a comer al aire libre. ¿Por qué? Porque la frecuente e inadecuada exposición solar puede producir daños que son acumulativos, manifestándose con el paso del tiempo. Por eso es necesario estar protegido en todo momento y en todo lugar, desde la infancia hasta la adultez”, explica la Dra. Mónica Maiolino, médica dermatóloga asesora de Dermaglós.

Con el correr del tiempo, la protección va disminuyendo y se hace indispensable replicar protector en tu piel para garantizar su efectividad. ¡Atenta! No dejes de protegerte en los días nublados: las nubes dejan pasar hasta el 85% de los rayos ultravioleta.

Prestar atención a las situaciones en las que estás más expuesta al sol en la ciudad es sumamente importante. Te damos un listado para las tengas en cuenta y te protejas:

Exposición al sol en la ciudad

• En la parada del colectivo.
• Caminando por la calle.
• Almorzando al aire libre.
• Paseando en el parque.
• Con tus hijos en la plaza.
• Viaje largo en auto.
• Haciendo ejercicio al aire libre.

Ya ves que no importa si estás en la playa o en la ciudad. Es importante cuidar la piel estés donde estés. No olvides que protegerte del sol no es sólo una cuestión de belleza, sino que es indispensable para tu salud. No te pierdas: El protector solar es resistente al agua, ¿mito o realidad?