Cáncer es una palabra dura, de esas que nos da miedo decir en voz alta.
«El cáncer no es morir»: el PODEROSO mensaje de un grupo de sobrevivientes

Hablar de cáncer es llamarlo, es traer «mala suerte». No importa cuánto haya avanzado la medicina respecto a esta enfermedad, aún tenemos miedo de enfrentarla.
Tratamos al cáncer con respeto, en silencio, como si no existiera nada que pudiéramos hacer al respecto. Pero toda esa imagen que tenía se borró el día que conocí Mama Mía.
Uno de los primeros días de la primavera, un grupo de mujeres llegó para la entrevista que queríamos hacer para el mes de concientización sobre el cáncer de mama. Eran 5 pacientes oncológicas que habían tenido cáncer de mama. Incluso, una de ellas lo había vivido no una, sino dos veces a lo largo de su vida.
Mama Mía: un espacio para ser

Mama Mía es un colectivo de mujeres que brinda su ayuda tanto a pacientes como a familiares que atraviesan o atravesaron el cáncer. Esa es su descripción formal, pero en realidad es mucho más que eso. Es un grupo de personas movidas por la vocación de ayudar, de tender una mano amiga capaz de aconsejar y compartir vivencias a quienes están transitando un duro camino.
«Yo amo Mama Mía», gritó Beatriz durante la entrevista para VIX.
Después explicó que ese colectivo de mujeres representaba la luz en su vida, el camino hacia una sanación no solo física, sino también espiritual.
«Sentí como una ayuda que me dio fuerza, que se puede. Veía que ellas habían podido, entonces, ¿por qué yo no podría?».
Mama mía se convirtió en un espacio en el que las mujeres pueden ir a hablar con naturalidad de sus vivencias, de sus miedos, de su dolor. Aunque también se ríen y disfrutan de ser guerreras que luchan por salir adelante.
Carmen es una de las integrantes del colectivo y se acercó a Mama Mía 15 años después de su diagnóstico:
«Dije: “Qué lindo hubiera sido que cuando estuve enferma hubiera tenido esta contención”. Y me dieron ganas de acercarme como testimonio para otras mujeres que comenzaban a transitarlo. Me dije: “¿Por qué no mostrar que podés salir de esto? Que cáncer no es morir y que podés salir adelante”».
Elizabeth, una de las fundadoras de este movimiento, se emociona al ver el valor que todas sus compañeras (ahora más bien amigas) le dan a Mama Mía. Claro, luego de haber vencido al cáncer dos veces y de soñar con poder ayudar a otras mujeres, no imaginó la dimensión que esto alcanzaría algún día...
«El motor que me hizo seguir en este camino fueron las ganas de poder seguir ayudando a otras personas que iban a empezar el mismo camino y no quería que les pasara lo mismo que me había pasado a mí. Sentirme sola, desde el punto de vista de la enfermedad. Así fue que creamos junto a dos amigas el grupo Mama Mía».
Hoy es un grupo lleno de vivacidad y luz, en el que todas sienten la comodidad de mostrar su mastectomía o de conversar sobre su peluca con sus nuevas compañeras. Hoy, Mama Mía es el espacio que las prepara para renacer luego del cáncer.
Un tejido que las une

Sobre la mesa había una bufanda rosa, de 15 metros aproximadamente, estaba hecha con puntos y tonalidades diferentes, pero estaba unida como si siempre hubiese sido una.
—¿Qué es esa bufanda?— pregunté con curiosidad —Es un lazo tejido por todas nosotras, que nos abriga, nos contiene y nos une. Nos puede dar fuerzas incluso. Significa muchas cosas para nosotras— dijo Elizabeth mientras la admiraba.
Ese objeto que a simple vista es majestuoso e interesante pero carente de utilidad, es, en realidad, la representación de que la unión hace la fuerza.
«Cada punto, cada trama unida, hace a la confección de algo que nos identifica y por, sobre todo, nos une y nos mantiene juntas. Esta bufanda es una constante en este grupo».
Todas las integrantes del colectivo participaron, incluso hay piezas que llegaron desde Brasil. Poco a poco lo fueron unificando, hasta que se convirtió en el motor de uno de sus conceptos más fuertes: entretejiendo historias.
Este concepto se materializó en una exposición fotográfica que tiene el objetivo de mostrarle a la comunidad las dos caras del cáncer de mama. Son 13 historias, «entretejidas» que demuestran la fuerza interior que somos capaces de construir en los momentos de mayor debilidad.
«Uno tiene una energía interior que no sabe que la tiene y que si le pone entusiasmo aflora. Eso hace que salgamos adelante. Lo importante es saber que no estamos solas».
Un factor común: las ganas

Aferrarse a algo para salir adelante es la clave para vencer el cáncer. Dejarse llevar por la enfermedad no es el mejor camino:
«No hay que hundirse en la tristeza ni en la monotonía; hay que buscar algo que nos haga felices. En mi caso era ir al fútbol, para otras puede ser tejer, cocinar, hacer una manualidad. No hay que quedarse, porque si te quedas en la tristeza menos ganas tenés de salir».
Movidas por la necesidad de vencer a la enfermedad es que estas mujeres desempolvaron viejas pasiones, se aferraron a sus amores y encontraron en el humor la medicina más efectiva para alejar el tumor de sus vidas.
«Yo comencé a ir a los partidos de fútbol, cosa que antes hacía y había dejado cuando me enfermé. Ya no tenía ganas de nada, ni de salir. Despacito empecé a volver a las canchas, a jugarle ese partido a la vida», dijo Carmen a VIX.
«El motor fue apostar a la vida, salir adelante peleándola con mucho positivismo y energía. Confiada de que no me iba a ir mal, aunque siempre tenés un poco la sombra de que podés ser de las que no le va bien, pero yo tenía mucha esperanza de que me fuera bien», comentó Elizabeth.
«La frase “todo va a estar bien” que me repetía mi marido era como mi cable a tierra, mi motor», acotó Catalina.
De mujer a mujer…

La vida nos pone a prueba constantemente para enseñarnos y hacernos mejores. Todo lo que atravesamos tiene un motivo y ellas lo tienen más que claro:
«Yo no valoraba la vida, estaba pasando por un momento malo, negativo, era agresiva. Veía lo que no tenía y no lo que tenía; y el cáncer me cambió mucho. Me enseñó a valorar las pequeñas cosas, a disfrutar de mi entorno, a vivir la vida de otra forma. A mi me cambió, me alejé de los porqué y empecé a pensar el para qué me está pasando esto. De algo tan malo pude sacar algo productivo. No te digo que le voy a agradecer porque nadie quiere pasar por esto, pero yo cambié muchísimo. Valoro la vida de otra forma, la vivo de otra forma y me encanta esta manera».

Quizás fue por lo que habían tenido que atravesar que tuve la sensación de que llegaría un grupo de mujeres algo tímidas y un poco apagadas por los golpes de la vida. Para mi sorpresa llegaron 5 mujeres repletas de buena energía, hermosas tanto por fuera como por dentro, vestidas de colores luminosos, con un humor particular y una capacidad de dar amor que se notaba a kilómetros de distancia. Fue entonces cuando la figura monstruosa y temible del cáncer desapareció y me di cuenta de que como mujeres debemos cuidarnos, tocarnos, conocernos. Pero también dejar el miedo injustificado del cáncer atrás, no hay nada que temer, como diría el esposo de Catalina: «Todo va a estar bien».
En el final de la entrevista solo podía sentir felicidad, satisfacción, fue cuando miré para afuera y vi a la primavera en todo su esplendor, al igual que estas mujeres, floreciendo, reviviendo, mostrando sus ganas de seguir luchando...
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