Perder peso puede ser una tarea un poco intimidante. Sobre todo porque es un proceso que conlleva muchos cambios en la vida de la persona. El cambio no es solamente físico, sino también mental. Y si bien muchas mujeres desearíamos cerrar los ojos y simplemente abrirlos con una figura nueva, esto no es no sólo imposible, sino que quizás no sería beneficioso a nivel mental.
Cuando el miedo te impide perder peso

El miedo de perder peso puede partir desde pensar que no puedes hacerlo, el dolor que puede implicar un cambio de actividad física hasta el miedo que tenemos de desapegarnos de nuestras comidas favoritas. Porque es en esa zona donde uno sale de lo que conoce y llamamos confort, donde pasan realmente los cambios.
Y aunado a este miedo llega el miedo social. ¿Cómo te sentirás con una nueva figura ; estarás en el mismo lugar emocional; la gente te querrá de igual manera que cuando tenías peso de más; tú te querrás igual?

Para la mayoría de las mujeres, así no lo admitan, el miedo es un amigo, es algo familiar. Desde las que empiezan totalmente entusiasmadas por motus propia o las que empiezan porque el médico les mandó a que perdieran peso.
Cualquier mujer puede sentir ese temor y ansiedad que significa un cambio en su vida. Y cuando el miedo nos absorbe, es muy difícil mantener la mente en nuestros objetivos, y por supuesto, más difícil mantener nuestras acciones.
Quizás siempre has querido estar más flaca pero el miedo a tomar acción te tiene inmovilizada. Por eso te saboteas cada vez que empiezas o siquiera piensas en empezar una rutina de ejercicios o de alimentación saludable. Empiezas a poner excusa tras excusa y nunca empiezas.
Todas tus excusas te protegen de sentirte mal, de sentirte derrotada, de aceptar que el camino sería difícil y que es mejor quedarte donde estás.
¿Y qué hacer cuando el miedo no nos deja bajar de peso?

Pues tienes que centrarte en el deseo interno que tienes del cambio. Porque ese deseo está ahí. Si ese deseo no existiese, ni siquiera lo hubieses intentado en un principio. Todos sentimos miedos, pero cada uno de nosotros los manejamos de manera distinta.
Queda en nosotras decir si nos vencemos y vivimos como no queremos vivir, o si podemos darle un espaldarazo a esas voces que nos dicen que no podemos y escuchar ese llamado que dice que si puedes. Que tienes la fuerza. Que esta vez lo vas a lograr.
Utiliza ese mismo miedo como fuerza para moverte. El miedo está ahí porque sabes que vas a empezar una nueva etapa. Abrázala y recuerda que es tu decisión, que caerse está bien y que sabes que te puedes volver a levantar.






