Cuando cocinamos comidas fritas o con aceites procesados nos estamos perdiendo la posibilidad de sacar provecho de un elemento que supone muchos beneficios para nuestro organismo. Se trata de las grasas en su estado original, crudas, pues una vez procesadas o calentadas las grasas crudas pierden numerosos beneficios.
Beneficios de las grasas crudas

Al cocer las grasas de los alimentos cambiamos su estructura y las volvemos inestables, lo cual hace que reduzcan sus propiedades notablemente. Cuando se calientan, las grasdas contienen grandes cantidades de sodio y pierden muchos de sus componentes.
Por el contrario, las grasas crudas contienen lipasa, una enzima que permite una mejor digestión, transporte y procesamiento de los lípidos de los alimentos que consumimos, y además, la lipasa ayuda a reducir el colesterol malo (LDL). Sin embargo, la enzima se pierde al calentar las grasas.
¿Pero dónde encontrar grasas crudas? Las nueces o avellanas las contienen en alto grado, al igual que los pistachos, el maní y alimentos similares. También las podemos encontrar en semillas integrales de sésamo, girasol o en semillas de calabaza, y por supuesto en las paltas (aguacates).









