La desaparición de Madeleine McCann, la niña británica de 3 años, mantuvo en vilo a todo el Reino Unido desde mayo del 2007. La pequeña había ido de vacaciones con sus padres, sus hermanos menores y amigos de la familia a Praia Da Luz, uno de los centros turísticos más conocidos de Portugal. Todo parecía marchar a la perfección. Diversión, tranquilidad y unos hermosos paisajes. La familia McCann vivía unas vacaciones soñadas.
4 teorías sobre el paradero de Madeleine McCann que te dejarán pensando (aún más)

Sin embargo, todo cambió un 12 de mayo. Gerry y Kate McCann, junto con sus amigos, se dirigieron a cenar al restaurant del Ocean Club, que estaba ubicado dentro del mismo complejo de departamentos donde estaban hospedándose.
Como notaron a los niños cansados, tomaron la decisión de dejarlos en sus habitaciones para que pudieran dormir, aunque con la condición de que cada 30 minutos un adulto se levantaría de la cena e iría a verlos para constatar así que todo estaba bien.

Así acudió Gerry, una amiga y Kate. Cuando la mujer visitó el cuarto de sus hijos, inmediatamente descubrió que Maddie no estaba en su cama. Buscó desesperada hasta que corrió al restaurant y gritó que la pequeña había desaparecido. Ese fue el comienzo de un verdadero infierno, en un caso policial que tuvo una cobertura mundial pocas veces antes vista.
Hasta el día de hoy, la niña, ahora de 15 años, continúa desaparecida. Habiéndose cumplido 12 años desde su pérdida, Netflix ha lanzado una serie documental, en la que a través de los testimonios de profesionales y periodistas, que estuvieron implicados en el caso, se recorre cada una de las teorías que tanto la policía portuguesa como la británica tuvo en cuenta al momento de su desaparición y, además, relata cómo continúa la investigación en la actualidad.
Robert Murat y Sergey Malinka

La niña llevaba una semana desaparecida y a una periodista le llamó poderosamente la atención la presencia de un hombre británico, que no era policía ni allegado a la familia, pero que aún así estaba pendiente de las novedades del caso e incluso se había ofrecido a ayudar.
En muchas ocasiones, el perpetrador de un asesinato elige como táctica permanecer cerca de las víctimas y cerciorarse de que nadie lo señale como sospechoso. Esto mismo y su extraña apariencia física fue lo que lo convirtió a Murat en un potencial culpable. El hombre, que en aquel entonces tenía 35 años, vivía muy cerca del Ocean Club junto con su madre, también británica. Según había relatado, permanecía allí porque se había separado de su mujer hacía un tiempo y había decidido establecerse en Portugal para continuar con unos negocios inmobiliarios.
La prensa comenzó a sospechar de que podría haber sido Murat, con la ayuda de un programador ruso de 22 años, Sergey Malinka, los que habrían capturado a la niña y vendido a una red de pedofilia. Inmediatamente, ambos fueron citados por la policía y, al tiempo, Murat fue declarado como «argüido».
Sin embargo, mientras más se los investigaba más quedaba claro que ninguno de los dos había estado involucrado en la desaparición de la pequeña, por lo que fueron liberados de cargos.
El pacto de silencio: Kate y Gerry McCann

Gonçalo Amaral, el policía portugués a cargo de la investigación de la niña en los primeros años, fue el encargado de dar visibilidad a esta versión. Para él, los padres de Madeleine habían tenido un accidente con la niña dentro del apartamento del Ocean Club y antes de ir al restaurante. Y en vez de solicitar auxilio juraron mutuamente guardar silencio encubriendo la escena del crimen ,dando a entender que su hija -en realidad- había desaparecido y así tomaron la decisión de esconder el cuerpo de la pequeña donde nadie pudiera encontrarlo.
El relato de Amaral parecía improbable y hasta macabro. Después de tanto tiempo que los padres habían mostrado ante el mundo el sufrimiento por la pérdida de su hija ¿cómo podía ser real que estuvieran mintiendo?
Esta versión se consolidó cuando dos perros especialmente entrenados por un británico para este tipo de casos, ingresaron al apartamento de Praia Da Luz y detectaron olor a cadáver y restos de sangre. A su vez, semanas más tarde, dentro del baúl del auto que la familia había alquilado también se encontraron restos de ADN, que al parecer podían pertenecer a la niña.

Tras estos dos hallazgos, los padres fueron interrogados y declarados como «argüidos». Sin embargo, luego de varios exámenes se concluyó que no podía determinarse que tanto el ADN encontrado en el coche como los restos de sangre pertenecieran a Maddie y ambos fueron declarados como inocentes.
La niña salió de la habitación y se perdió
Esta es, quizás, la teoría con menos sustento. En algún momento, se creyó que la pequeña se habría levantado -algo confundida- de su cama y habría salido en busca de sus padres. En su recorrido, Maddie podría haberse perdido siendo atropellada, más tarde, por un conductor ebrio, que ocultó el cuerpo en algún lugar de la zona. Cierto es que luego de la cantidad de rastrillajes que se realizaron dentro de Praia Da Luz, no se encontraron rastros de la niña.
Capturada por una red de trata

La última teoría, la que mantiene vivo el caso y, por supuesto, la que sostiene el documental de Netflix, es que la pequeña Maddie podría haber sido secuestrada por un red de trata de personas y que aún podría estar con vida e incluso dentro de Portugal.
Haciendo una comparación con el caso Joana Cipriano, un niña de 11 años, que desapareció de Praia Da Luz en 2004 en condiciones similares a las de Madaleine, los creadores de la serie e investigadores privados de la familia creen que la niña británica habría sido capturada por una de estas organizaciones. Su secuestro habría sido minuciosamente planeado, pues se trataba de una niña caucásica, de gran valor en el mercado de la prostitución. En este sentido, eso explicaría las casi nulas pistas de los secuestradores.
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