El curioso concepto que tiene el presidente Trump sobre lo que es cierto y falso: ¿incapacidad o estrategia?

Para alguien tan lapidario al señalar "mentiras" entre la prensa tradicional, son notables sus fallas en verificar cuán confiables son los datos que le ofrecen aquellos medios que consume y retuitea frecuentemente.

El presidente Donald Trump en el Desayuno de Oración Nacional el 2 de febrero de 2017 en Washington DC.
El presidente Donald Trump en el Desayuno de Oración Nacional el 2 de febrero de 2017 en Washington DC.
Imagen Win McNamee / Getty Images

La obsesión de Donald Trump con lo que llama “ fake news” (noticias falsas) solo se compara con su capacidad de difundir informaciones falsas, mal verificadas o no verificadas en lo absoluto.

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La mañana del martes el presidente tuiteó a las 7:04 am ET la información imprecisa que “122 crueles prisioneros, liberados por la administración Obama de GITMO (Guantánamo) han regresado al campo de batalla. ¡Simplemente otra terrible decisión!”.


Y menos de dos horas después escribió en la misma red una advetencia para lectores desprevenidos: “No dejen que las NOTICIAS FALSAS te digan que hay una gran pelea interna en la administración Trump. ¡Nos llevamos bien y logrando grandes cosas!".


Para alguien tan dado a calificar a venerables organizaciones periodísticas como mentirosas, es notable cómo falla a la hora de verificar cuán confiables son los datos que le ofrecen los medios que consume y retuitea frecuentemente.

Cada vez que el presidente estalla en alguna diatriba en su cuenta de Twitter, como ocurrió la mañana del sábado 4 de marzo cuando acuso sin prueba alguna al expresidente Barack Obama de haberlo espiado durante la campaña electoral, es seguro que el motivo de su ira es alguna información aparecida en alguno de esos medios.

Lo de Guantánamo la mañana del martes pasado siguió media hora después de que el programa Fox and Friends, de la cadena Fox, informara de la muerte de un exprisionero de Guantánamo en un bombardeo estadounidense en Yemen, añadiendo que 122 personas que habían estado recluidas en la prisión militar de Cuba habían regresado a actividades terroristas.

Si el presidente hubiera verificado con su personal, le habrían hecho llegar una copia del informe del director de Seguridad Nacional, quien en septiembre presentó su informe periódico con esa cifra, explicando que 113 de ellos fueron liberados bajo el gobierno de George W. Bush y solo 9 bajo el mandato de Obama.

Sin control editorial

No es la primera vez que el presidente difunde informaciones falsas o mal verificadas luego de “enterarse” en algún medio de dudosa rigidez editorial.

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Por ejemplo, el tema sobre el supuesto espionaje de Obama parece haberse originado en un programa de radio en el que el presentador Mark Levin habló sobre el “golpe silente” contra el nuevo gobierno republicano que habría estado operando la anterior Casa Blanca.

La teoría de Levin, que la administración de Obama habría usado la investigación sobre los supuestos vínculos de la campaña de Trump con el gobierno ruso como excusa para espiar y debilitar la candidatura republicana con “tácticas policiales”, fue luego reseñada por Breitbart, uno de los medios favoritos del presidente y que dirigía su ahora estratega jefe, Stephen Bannon.

Sucedió también el año pasado cuando, después de ganar las elecciones, Trump dijo que habría ganado el voto popular si no hubieran sido depositados “millones de votos ilegales”, algo que sorprendió a demócratas y republicanos por igual.

El 15 de noviembre esa versión fue reportada por otro sitio dado a la difusión de teorías conspirativas, Infowar (también otro favorito del mandatario) que tituló con letras mayúsculas: "REPORTE: TRES MILLONES DE VOTOS EN LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL DEPOSITADOS POR EXTRANJEROS ILEGALES. Trump puede haber ganado el voto popular".

Presidente comunicador

Es muy llamativa la manera en la que el presidente usa sus redes sociales, dejando ver una persona impulsiva de reacciones rápidas, que no toma el tiempo necesario para procesar la información que recibe.

Trump se considera a sí mismo un comunicador que, a través de Twitter, trata de llevar su mensaje directamente al público. El hecho de que privilegie noticias falsas o descontextualizadas por encima de las que presentan medios tradicionales puede ser o una manifiesta incapacidad de distinguir la calidad de una fuente o una estrategia en la guerra declarada que tiene contra la prensa.

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Claro que el inquilino de la Casa Blanca no trabaja solo y sus asesores están para moderar o controlar las tendencias del jefe, precisamente, aportándole la mejor información disponible, no aquella que sale en los medios de comunicación que son del gusto del magnate.

Pero ahí surge un problema adicional para algunos; que rodeado de asesores como Stephen Bannon, exdirector de Breibart, dentro de la Casa Blanca compartan la misma cosmovisión y esas ideas -incluso las más descabelladas- terminen reforzándose.