El afán por hacer que la vida cotidiana tenga elementos de nuestras películas o libros favoritos es sencillamente genial. Claro, recordemos la infancia… seguramente si éramos fanáticos de Spider-Man hasta nuestra ropa interior sería del arácnido, y la adultez no escapa a estos comportamientos, aunque claro a veces con cosas más... ¿al servicio de la cotidianidad de un adulto?

Tal vez sea el hecho de estar, a sus casi 80 años, en la recta final de una impresionante carrera de cuatro décadas llena de clásicos y ocasionales obras maestras, pero Ridley Scott parece especialmente interesado en los últimos tiempos en volver a todos esos títulos que ya son icónicos y bastante populares.

El mundo del cine de acción, con su despliegue físico, violento y brutal, está mayoritariamente habitado por hombres, como es sabido; generalmente hombres recios, arquetipos de masculinidad y fiereza como aquellos que llevaron al género a su punto más alto en las décadas de los 80 y los 90: Sylvester Stallone, Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger, Jean-Claude Van Damme y Steven Seagal.

El xenomorfo es uno de los monstruos más espeluznantes del cine.

El carisma y talento de los actores en el set de rodaje pueden ser muy beneficiosos para ellos en el futuro, pero en ocasiones esa actitud puede depararles un destino distinto del que les aguardaba incluso a corto plazo. En otras ocasiones, su destino cambia porque alguien de “arriba” (nadie divino, sino alguien de saco, corbata y billetera grande) decide que su final debería ser otro del planeado.

No cabe duda alguna de que el xenomorfo es uno de los monstruos más temibles del cine de ciencia ficción. El alienígena presentado por Ridley Scott durante el film Alien (1978) llegó para quedarse e instaurarse en nuestra cultura popular.