"Sentí que mi alma volvía al cuerpo": Una niña que cruzó sola la frontera se reencuentra con su madre luego de tres años
Sonriente y encomendada a Dios, la pequeña Nataly cruzó sola la frontera con tan solo nueve años de edad y con la única esperanza de volver a ver a su mamá que en 2018 hizo lo mismo al escapar de Honduras para salvar su vida. Tras un mes de haberse entregado a la patrulla fronteriza, la niña por fin pudo ver y abrazar a su madre para iniciar una nueva vida.
La pequeña Nataly, de 9 años,
cruzó la frontera en una balsa junto a un grupo de migrantes en Roma, Texas. La pequeña llegó sola y estuvo en un albergue para niños mientras realizaban el trámite para entregarla a su madre en Nueva York. Así fue el emotivo encuentro entre lágrimas y felicidad.
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A sus 9 años,
la hondureña Nataly cruzó la frontera sin ningún ser querido a un lado y con un montón de otros
inmigrantes a bordo de una balsa. Siempre encomendada a Dios y con una sonrisa en su rostro, la pequeña solo tenía un deseo: volver a ver a su madre.
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Tres años antes de la valiente travesía de esta niña risueña, su madre Ada no tuvo tiempo ni de despedirse de ella y tomó a su otra hija mayor para tomar rumbo a
Estados Unidos. Un incidente, del que no quiso dar detalles, ponía en peligro su vida y había que salir de prisa.
Llorando y dejando a Nataly al cuidado de una de sus hermanas, dejó todo atrás con la esperanza de llevarla un día consigo a EEUU.
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Un día, habiendo ahorrado lo suficiente y con la fe inquebrantable de volverla a ver, Ada le pidió a su hermana acompañar a Nataly lo más cerca de la frontera que pudiera,
antes de que la niña cruzara sola. Hace un mes, Univision Noticias
encontró a la niña tras haber viajado en la balsa.
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Luego, como hicieron todos los demás niños que han cruzado la frontera solos, Nataly se entregó a la
patrulla fronteriza y fue llevada a un albergue para niños mientras se realizaban los trámites para entregarla a su madre,
quien cruzó de la misma forma que su pequeña y ahora estaba en Nueva York.
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“Fue una decisión difícil de tomar, pero es que no tienes otra opción”, recuerda Ada, quien asegura que lo más difícil que ha pasado
es saber que su hija está ya cruzando ese duro trayecto sola.
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Finalmente, luego de tres años, 36 meses sin tenerse una a la otra, Nataly pudo reencontrarse con su madre y un abrazo apretado de varios minutos
dio por terminada una larga pesadilla que las dos tuvieron que sufrir.
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“Sentí que mi alma me volvía al cuerpo”, dice Ada, quien asegura estar haciendo todo el papeleo burocrático para lograr que Nataly pueda ir a la
escuela.
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Mientras tanto, Nataly ahora juega de la mano de su madre, mientras sueña con un futuro promisorio que le permita ser
policía.
“Quiero arrestar a la gente que hace daño”, dice la pequeña con la sonrisa de siempre.