Sonriente y encomendada a Dios, la pequeña Nataly cruzó sola la frontera con tan solo nueve años de edad y con la única esperanza de volver a ver a su mamá que en 2018 hizo lo mismo al escapar de Honduras para salvar su vida. Tras un mes de haberse entregado a la patrulla fronteriza, la niña por fin pudo ver y abrazar a su madre para iniciar una nueva vida.