Teatro Campesino cumple medio siglo de lucha por los inmigrantes en California
En medio de una acalorada marcha donde se invitaba a la comunidad a luchar por sus derechos como trabajadores agrícolas nació en 1965 El Teatro Campesino. Medio siglo después, las tablas del escenario en California siguen en pie para defender el aporte de los migrantes a la sociedad del país.
Ubicado en la ciudad de San Juan Bautista, en el centro de California, este teatro cada año vincula nuevos actores, en su mayoría hijos de campesinos, que se ven atraídos por las artes.
Para su fundador, Luis Valdez, de 75 años, los jóvenes son el grupo más importante para involucrar en la causa.
"Hay que educarlos e involucrarlos en su comunidad", asegura el responsable del grupo, que trabaja en los últimos detalles de " La Pastorela", obra bilingüe inspirada en una tradición mexicana que recrea el viaje de unos pastores que intentan llegar a ver al Niño Jesús y en su camino tendrán que luchar contra las fuerzas de Luzbel.
El próximo año Valdez, estrena "Valley of the Heart" (Valle del corazón), otra puesta en escena sobre la migración y una invitación para continuar con la lucha.
La propuesta teatral, inspirada en hechos históricos que ocurrieron en el Valle de Santa Clara, es una historia de amor entre dos jóvenes, hijos de familias inmigrantes, que se verá complicada por eventos de la Segunda Guerra Mundial.
"Es un recuerdo que tengo de este valle que ha visto pasar tantos inmigrantes y el amor que nos motiva a luchar", dijo Valdez.
Los inicios para El Teatro Campesino no fueron fáciles. Valdez recuerda que las primeras escenas las hicieron sobre la plataforma de un camión en medio de la Huelga de la Uva en Delano, California.
Las pequeñas representaciones hablaban de las injusticias que sufrían los campesinos. Los dueños de las granjas los llamaron agitadores, e incluso uno de ellos, le puso una pistola a Valdez en la cabeza para obligarlo a dejar la causa.
"Pensé que era el final, me pregunté si la lucha valía la pena dar mi vida. Cincuenta años después creo que sí, valió la pena", dijo a Efe Valdez.
Hijo de inmigrantes campesinos, Valdez nació en Delano, cuna de las huelgas de trabajadores hispanos en Estados Unidos.
Uno de sus maestros de primaria le mostró el camino de las artes y, a pesar que las circunstancias lo empujaban a dejar el teatro, su pasión lo llevó a ganar una beca en la Universidad Estatal de San José, dónde realizó su primera obra larga, "La cabeza reducida de Pancho Villa".
Aunque pudo llevar su trabajo a las élites anglosajonas de la época, el director hispano decidió quedarse trabajando con los suyos.
Mientras César Chavez y Dolores Huerta conformaron la Unión de Trabajadores Campesinos (UFW), Valdez y sus actores apoyaron el movimiento desde las tablas del teatro. Después de 50 años aún el trabajo no termina.
"Es solo una parte de la jornada, se requieren varias generaciones para que haya un verdadero cambio social", advirtió.
Desde sus inicios, El Teatro Campesino ha puesto en escena los problemas que viven los inmigrantes.
"La Gran Carpa de Los Rasquachis" es una de las obras que no pierde vigencia. Inspirada en un corrido del mismo nombre, la obra cuenta la vida de los mexicanos deportados en la época de la Depresión de 1929.
"Hemos hecho varias adaptaciones, cada cinco años la traemos a escena. Desde su estreno poco ha cambiado, el tema y los problemas siguen ahí, sin resolver", resaltó Valdez, guionista y director de "La Bamba" (1987).
El éxito cinematográfico y teatral que le llevó a ser el primer dramaturgo chicano en tener una obra en Broadway, "Zoot Suit", llevó al periódico The New York Times a definirle como el héroe del teatro latino.
"Pudo irse, pudo triunfar más en Hollywood, quedarse en Nueva York, pero se quedó aquí en California, dándole voz a los que no la tienen", explico Phil Esparza, productor de El Teatro Campesino.
El californiano aseguró que decidió quedarse en los valles de California porque todavía hay demasiado que hacer, pues los campesinos, en su mayoría inmigrantes, siguen siendo mal pagados, desplazados y discriminados.
"No son conscientes de la riqueza cultural que tienen y que traen en sus venas, que merecen ser tenidos en cuenta, su trabajo alimenta a todo el país", dijo Valdez.
Aunque su trabajo con El Teatro Campesino lleva cinco décadas de producciones, la labor aún es titánica.
"No es fácil conseguir los recursos económicos para las producciones, el apoyo del público es necesario pero también de la empresa privada y del Gobierno", opinó Esparza.
"Se trata de que la raza tome responsabilidad de su propio destino, que no se lo deje a otros", concluyó Valdez.