Trump dice que una guerra comercial es "buena" y "fácil" pero pocos están de acuerdo

Con el anuncio del jueves sobre la imposición de aranceles a las importaciones de acero y aluminio, el presidente Donald Trump parece haber tomado por sorpresa a todos: a su equipo de asesores económicos, el sector manufacturero, socios (y enemigos) comerciales y hasta a los mismos directivos de la industria que se vería más beneficiada por una medida proteccionista de este tipo que lo acompañaban en una reunión en la Casa Blanca.
Pero sobre todo parece haber dado las primeras salvas de una guerra comercial que podría terminar envolviendo al mundo entero y extendiéndose a otros sectores, desequilibrando el frágil tinglado de las relaciones comerciales internacionales que se ha construido en el último medio siglo.
El anuncio ha sido parco en detalles. Trump solo dijo que se impondrá un arancel del 25% a las importaciones de acero y del 10% a las de aluminio por un “largo tiempo”.
El viernes muy temprano en la mañana, a las 5:50 am, el presidente envió un mensaje en su cuenta Twitter asegurando que las “guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”, con lo que responde a las críticas y temores de las voces que advierten que esa estrategia tendrá repercusiones en el sistema comercial mundial y de paso tendrá un efecto inflacionario dentro de EEUU, sin hacer más competitiva la producción local de acero.
“Cuando un país (EEUU) está perdiendo muchos billones de dólares en comercio con virtualmente cada país con el que hace negocios, las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar. Ejemplo, cuando estamos $100.000 millones debajo de un cierto país y se hacen los lindos, no comerciamos más, ganamos en grande. ¡Es fácil!”, escribió.
Aunque Trump no aclaró a qué país se refiere, se sabe desde los tiempos de su campaña electoral que él ve con desconfianza la producción de acero de rivales como China o Rusia y hasta de socios de Washington como México, Canadá, la Unión Europea, Australia o Corea del Sur.
Vientos de guerra
Los vientos de esa guerra comercial han empezado a sentirse. Para la mañana del viernes, Canadá, la Unión Europea, México y Brasil habían anunciado que adoptarían medidas para contrarrestar los aranceles estadounidenses que consideran injustificados y contrarios a los acuerdos negociados dentro de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
La gravedad de la situación es tal, que la OMC, un ente creado en 1995 precisamente para reglamentar el intercambio comercial entre países, tuvo este viernes la inusual iniciativa de pronunciarse sobre políticas de un estado miembro.
“El potencial de una escalada es real, como hemos visto por la respuesta inicial de otros (…) Una guerra comercial no está en el interés de nadie. La OMC estará vigilando la situación muy cercanamente”, dijo en un comunicado Roberto Azevedo, director general de la OMC.
El vicepresidente de la Comisión Europea, Jyrki Katainen, advirtió que de concretarse lo anunciado por el presidente las consecuencias serán globales, porque los productos que no encuentran colocación en el mercado estadounidense buscarán salida en Europa, que tendrá que tomar medidas para proteger su propia industria.
“Podemos fácilmente terminar en una situación en la que tendremos una guerra comercial en dos frentes. Y todo por una decisión hecha por el presidente de EEUU. Esperemos que alguna luz llegue a la Casa Blanca, de manera que evitemos una guerra comercial”, dijo Katainen en un evento empresarial en Bruselas.
“El problema es que no sé cómo detener una guerra si esta comienza. Es más fácil evitar la guerra que detener la guerra”
México ofrece "reciprocidad"
Tras una caída de los mercados de valores en EEUU el jueves, apenas se conoció el anuncio presidencial, las bolsas de Asia y Europa registraron bajas, haladas sobre todo por fabricantes de autos y otros sectores que podrían ver sus ventas disminuir con la previsible consecuencia del aumento de precios que sufrirán sus productos en el mercado estadounidense.
“No nos quedaremos tranquilamente sentados mientras nuestra industria es impactada con medidas injustas”, dijo Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la Unión Europea, región que, tras Canadá, es el principal proveedor de acero para EEUU.
Canadá consideró "inaceptable" la futura medida. Por su parte, la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y el Acero de México pidió que "se responda de forma recíproca e inmediata" y pidió que se dejara al país fuera de esa medida parar "evitar una guerra comercial que afectaría las cadenas productivas de ambos países".
La Casa Blanca ha echado mano a una ley de 1962 que autoriza al presidente a imponer aranceles y otras restricciones a las importaciones cuando se estime que existe una amenaza para la seguridad nacional.
El Departamento del Comercio, encabezado por Wilbur Ross, y el asesor comercial del presidente, Peter Navarro, han asegurado que el déficit comercial estadounidense es una amenaza para el país y han promovido la renegociación de los acuerdos comerciales en los que participa Washington para equilibrar esas cuentas.
En China la reacción ha sido más calmada, quizá porque sus exportaciones a EEUU han estado limitadas por medidas antidumping impuestas hace ya varios años a sus productos siderúrgicos. Sin embargo, voceros de la industria estadounidense aseguran que la producción china llega al mercado a través de terceros países.
“Si todos los países siguen el ejemplo de Estado Unidos, esto resultará indudablemente en un serio impacto en el orden comercial internacional”, dijo a los medios el portavoz de la cancillería china Hua Chunying.