El juez detrás del nuevo lema del 'Washington Post': un pionero que luchó contra Nixon y Bush por la transparencia

Damon Keith, uno de los primeros jueces negros de Michigan, acuñó la frase en una sentencia contra las audiencias secretas de deportación de inmigrantes.

El juez Damon Keith
El juez Damon Keith
Imagen Documental Walk with me

Unos meses después de los atentados del 11 de septiembre, el juez Damon Keith falló en contra del fiscal general de George W. Bush por querer mantener en secreto las audiencias de deportación de inmigrantes. El magistrado le dio la razón al Detroit Free Press en una de las primeras sentencias contra las medidas extraordinarias de aquellos años que limitaban las libertades en nombre de la seguridad.

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“Las democracias mueren a puerta cerrada”, escribió el magistrado en agosto de 2002. “La Primera Enmienda, a través de una prensa libre, protege el derecho de los ciudadanos a saber que el gobierno actúa de manera justa, legal y cuidadosa en los procedimientos de deportación. Cuando el gobierno empieza a cerrar puertas, controla selectivamente la información que por derecho pertenece a los ciudadanos. Información selectiva es desinformación. Los autores de la Primera Enmienda no confiaban en ningún gobierno para separar lo verdadero de lo falso por nosotros”.

“Un gobierno que opera en las sombras de la oscuridad se opone por completo a la sociedad imaginada por los autores de nuestra Constitución”, escribió.

Le gustó a Woodward

El periodista Bob Woodward leyó su sentencia y empezó a repetir la frase más pegadiza de Keith: “Las democracias mueren a puerta cerrada”, que después se convirtió en “las democracias mueren en la oscuridad”, una versión que no está en la sentencia original pero que se atribuyó a Keith.

En el Washington Post la frase o su versión se convirtió en un lema que se utilizaba habitualmente en la redacción y que también mencionó el propietario del periódico, Jeff Bezos, en una charla en 2013. Woodward la utilizaba mucho antes de Donald Trump, como demuestra esta entrevista en el Financial Times en 2009.

Ahora que se ha convertido en el primer lema del Washington Post (“ democracy dies in darkness”), Woodward contó que sólo recordaba haberla leído en una sentencia sobre la Primera Enmienda, aunque no el nombre del juez, según contó el Post.

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Tal vez no se dio cuenta entonces de que su camino y el de Keith ya se habían cruzado décadas antes.

La conexión con Nixon

En 1971, Keith fue el primer juez que dictó una sentencia contra el abuso de poder de Richard Nixon, en particular contra los pinchazos telefónicos sin autorización judicial. Keith emitió la primera decisión de este tipo cuando aún no era pública la práctica habitual del presidente de intervenir teléfonos y grabar conversaciones privadas (hasta las suyas).

En ese caso, la Administración Nixon quería espiar a un grupo de extremistas de izquierdas, pero el magistrado dictó que el gobierno necesitaba pedir autorización antes de interceptar las comunicaciones de un ciudadano estadounidense.

“Somos un país de leyes, no de hombres”, escribió entonces el juez Keith. “En nuestra democracia todos los hombres reciben justicia igual sin importar su creencia política”.

El presidente Nixon se querelló contra el juez y el caso acabó en el Tribunal Supremo, que reafirmó la decisión de Keith y dictó que el Gobierno no podía espiar a los ciudadanos estadounidenses sin autorización judicial.

La decisión fue apodada como “el caso Keith”. El magistrado se definía entonces como “un protector de la Constitución”, cuyo texto decía tener siempre a mano.

La mopa

La batalla de Keith fue especialmente chocante para principios de los años 70. Poco antes de enfrentarse al presidente de Estados Unidos, Keith se había convertido en uno de los primeros jueces negros en Michigan, donde había conseguido ascender contra pronóstico.

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Había sufrido la segregación y estaba en uno de los sectores que siguieron practicando la discriminación años después de las leyes de protección de los derechos civiles de los 60. Keith sufrió el maltrato hasta como veterano de la Segunda Guerra Mundial en el ejército y a la vuelta a casa.

En 1949, cuando trabajaba como limpiador en el periódico Detroit News y estudiaba Derecho, recuerda un día en que un reportero blanco veterano se le acercó durante la hora de la comida, según cuenta en su biografía, Crusader for Justice. El periodista se fijó en que Keith estaba leyendo un diccionario de Derecho y le preguntó para qué lo hacía. “Quiero ser abogado”, contestó Keith. “¿Un abogado negro?”, dijo el periodista riendo. “Más te vale seguir pasando la mopa”.

En 1967, el presidente Lyndon Johnson nombró a Keith magistrado federal, juez del distrito del Este de Michigan. Diez años después, Jimmy Carter lo nombró juez del circuito número seis del Tribunal de Apelaciones, al que hoy sigue perteneciendo.

La lucha contra la segregación

Keith se hizo famoso por la sentencia contra el espionaje de Nixon, pero ya había dictado antes sentencias muy relevantes para su comunidad en la lucha contra el racismo en Michigan. Recibió amenazas de muerte cuando falló contra la segregación de las escuelas en Pontiac, un suburbio de Detroit.

La mujer de Keith, Rachel Boone, también fue pionera, una médico que se graduó en los 40 como una de las primeras mujeres negras en la Universidad de Boston. En 1943, el Boston Globe escribió un artículo sobre ella porque sacó la mejor nota de la historia de la Universidad en una prueba. En 1951, fue la segunda mujer afro-americana en convertirse en residente del hospital general de Detroit.

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La pareja era un referente de la lucha por los derechos civiles.

A lo largo de los años, les alabaron Rosa Parks o Condoleezza Rice. Cuando Nelson Mandela visitó Detroit en 1990 dijo que lo que quería era conocer al juez Keith.

Aquel año el presidente George H.W. Bush lo nombró parte de la comisión especial por el bicentenario de la Constitución.

El voto de Ohio

Ahora tiene 94 años y es uno de los magistrados federales en ejercicio más ancianos en Estados Unidos. El año pasado, emitió una opinión discordante contra una de las normas que limitaba el derecho de voto en Ohio y acusó a sus colegas de no darse cuenta de cómo afectan las restricciones a las minorías.

Un documental cuenta su historia, Walk with me. El filme se estrenó en Detroit en 2015 y está ahora de tour por Estados Unidos.

Walk With Me: The Trials of Damon J. Keith Official Extended Theatrical Trailer from The Damon Doc on Vimeo.

En octubre, el juez le dio una entrevista al Washington Post. Según el texto publicado, no citó el que unos meses después sería el lema del periódico, pero repitió su frase favorita: “Una persona puede marcar la diferencia”.