Cómo Trump y los republicanos hacen que sea distinta esta pelea por el presupuesto en el Congreso

A pocos días de que se cumpla el plazo para que los legisladores aprueben un financiamiento, demócratas analizan cómo actuar después de que Trump se haya valido de la mayoría de su partido para restar poder al Congreso y rescindir cualquier gasto ya aprobado con el que no estaba conforme.

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Charlie Hunt * (The Conversation)
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El Congreso de Estados Unidos tiene como fecha límite el 1 de octubre para adoptar una medida de gasto que logre evitar un cierre parcial del gobierno federal.

Periodistas entrevistarán durante estos días a personas serias que dicen cosas serias en los pasillos del Capitolio. También habrá posturas políticas, tergiversaciones o evasivas sobre esta cuestión.

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La editora de Política de The Conversation, Naomi Schalit, entrevistó al experto en temas del Congreso Charlie Hunt, politólogo de la Universidad Estatal de Boise, sobre este habitual drama en torno al gasto en el Congreso y sobre cuáles son las diferencias en el conflicto de este año.

En el pasado, ¿cómo aprobaba el Congreso los presupuestos para que el gobierno pudiera seguir funcionando?

Normalmente, se aprobaba un presupuesto completo para un año. Pero en los últimos 20 o 30 años, desde que nos hemos convertido en un país más polarizado con un Congreso también polarizado, hemos tenido muchas de las conocidas como 'resoluciones de continuación' (CR, por sus siglas en inglés). Son medidas provisionales, no se trata del presupuesto completo, y no suelen modificar significativamente las prioridades de gasto del Congreso.

Las 'resoluciones de continuación' suelen limitarse a extender los niveles actuales de gasto por un corto tiempo, para que ambas partes puedan seguir negociando. Pero como las negociaciones sobre presupuestos a largo plazo tienden a fracasar cada vez más, estas 'resoluciones de continuación' se están volviendo más comunes, y el Congreso casi nunca aprueba un presupuesto completo anual en este momento del año.

¿Cuál es el papel del presidente en este caso?

El presidente tiene el poder de vetar cualquier ley, incluido el presupuesto federal. En esencia, lo que las mayorías en el Congreso necesitan cuando entran en una disputa presupuestaria es la aprobación implícita del presidente de cualquier proyecto de ley que aprueben, o bien necesitan suficientes votos para anular el veto presidencial.

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Actualmente, tanto el Congreso como la Presidencia están en manos de republicanos y están muy alineados, así que eso no es una gran preocupación esta vez. Lo que Donald Trump quiera es lo que debe formar parte de esta legislación. Si hay algo que realmente no le gusta, entonces el Congreso debe volver a la mesa de trabajo y los republicanos deben encontrar la manera de incluirlo en el proyecto de ley.

¿Qué impulsa a cada partido en estas negociaciones?

Aquí influyen dos factores. Uno es que el Congreso, como mencioné, está muy polarizado. Los dos partidos están más distanciados que antes. Por lo tanto, los demócratas y republicanos promedio no van a estar tan de acuerdo en las prioridades políticas y de financiación como lo estuvieron, por ejemplo, en las décadas de 1980, 1970 o antes.

El otro factor es que el Congreso ha estado más dividido en las últimas décadas que en el pasado reciente, por ejemplo, durante el siglo pasado. Tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado es muy raro que un partido u otro obtenga una mayoría contundente. Se necesita una mayoría de 60 en el Senado para tener la oportunidad de aprobar la mayoría de las leyes, por ejemplo, y una mayoría tan amplia no se ha visto desde 2009. Esto es algo de lo que el presidente Barack Obama disfrutó con los demócratas durante un breve periodo.

Desde entonces, las Cámaras del Congreso han estado muy divididas, lo que significa que se necesita, al menos en el Senado, cierto bipartidismo para superar el umbral de 60 votos y romper una obstrucción. Eso es lo que realmente está obstaculizando el proceso en este momento. Los demócratas no se sienten incluidos en las negociaciones, por lo que es poco probable que acepten un presupuesto exclusivamente republicano en el Senado.

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¿Qué diferencia esta lucha por el presupuesto de 2025 de las anteriores?

Gran parte de la dinámica sigue siendo la misma. Sigue habiendo luchas partidistas. Y todavía existen algunas divisiones dentro de los dos partidos que creo que vale la pena mencionar. Un ejemplo: el otro día hubo una votación en el Senado sobre una de estas resoluciones presupuestarias, y un par de republicanos votaron con los demócratas. Así que, para algunos de estos republicanos más agresivos con el déficit, esa preocupación sigue siendo importante.

La novedad esta vez es el elemento de las rescisiones. Se trata de una herramienta disponible desde la década de 1970, en la que los presidentes piden al Congreso que rescinda el gasto que habían asignado. Esto es lo que ocurrió a principios de este año con las rescisiones relacionadas con los medios públicos (NPR y PBS), que atrajeron mucha atención, así como en USAID. Trump dijo que quería recortar la financiación de la radiodifusión pública; el Partido Republicano en el Senado y la Cámara de Representantes votó a favor. Tampoco necesitaban 60 votos en el Senado para una rescisión. Bastaba con una mayoría para esta medida.

Así que, en este caso, los demócratas están analizando esto, y pensando: "¿Para qué negociar si luego van a rescindirlo sin nuestro consentimiento?". Ese es un elemento importante que ha cambiado. Si bien es una facultad que lleva tiempo vigente, Trump y los republicanos han estado muy dispuestos a ejercerla.

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¿Cree que esta facultad de rescisión se vaya a ejercer con cada presupuesto o 'resolución de continuación' que apruebe el Congreso?

Esta es una violación bastante grave de lo que llamamos el poder de gasto del Congreso. Ese poder de gasto está establecido en el Artículo 1 de la Constitución. Es una facultad clave, quizás la más importante, y su punto de influencia para negociar con el presidente y asegurarse así de que el Poder Ejecutivo no acumule demasiado poder.

Pero si esta facultad de rescisión se va a utilizar de esta manera en el futuro, donde básicamente cualquier prioridad de gasto que el presidente no quiera o no quiera financiar estará sujeta a rescisión, entonces el Congreso no tiene realmente el poder del presupuesto. Tienen un presidente que vetará cualquier cosa que no cumpla con sus expectativas, o simplemente puede firmarlo y luego solicitar estas rescisiones.

La clave aquí es que el presidente Trump actualmente tiene en el Congreso a un grupo de republicanos, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, dispuesto a hacer prácticamente lo que él quiera y sujeto a muchas de las presiones políticas en sus distritos. Así que, si no aceptan las rescisiones, se enfrentarán a la ira de los votantes republicanos de su distrito.

Eso es algo que realmente ha cambiado en los últimos 30 años y que creo que le da al presidente mucha más autoridad en estos asuntos, y que hace de la rescisión una herramienta tan poderosa que antes no existía.

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* Charlie Hunt es profesor asociado de Ciencias Políticas en la Universidad Estatal de Boise.

Este artículo fue publicado inicialmente en The Conversation. Puedes leer en inglés el original.

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