No es poco común que - después de un tiempo de asentados - a los extranjeros se les olvide que tampoco ellos, o sus padres, o alguien en su árbol genealógico, eran del lugar donde nacieron o viven. He visto a cubanos quejándose en Estados Unidos de los nuevos extranjeros que emigran a estas tierras. He escuchado a dominicanos hablar mal de la llegada de refugiados sirios a España. He leído a hijos de colombianos que vivían en Venezuela rechazando la migración venezolana que abunda en Colombia.
El gobernador medieval
"Florida sería solo pantano si no fuese por los extranjeros. ¿Cómo puede convertirse entonces en un estado chauvinista? Luce inaudito pero es justo lo que está pasando".

La infinita historia nómada de los seres humanos es también la historia de la amnesia. Pero no porque sea común es menos inquietante e insólita. Por el contrario, es un fenómeno siempre llamativo: extranjeros que, una vez obtienen su seguridad, quisieran que no vinieran otros extranjeros a compartir sus conquistas.
Sea, quizás, el resultado de tanto tiempo siendo vulnerables. Aunque no siempre. No es el caso de Ron DeSantis, por ejemplo, de cuya italianidad sólo queda su apellido. Aunque sus ancestros vinieron hace un siglo a Estados Unidos, el gobernador de Florida se comporta frente a los extranjeros como si su sangre fuese cosecha de estas tierras.
Un hecho de por sí improbable, si consideramos que los nativos estadounidenses (los indígenas, que a su vez venían de otros lugares) fueron expropiados por la cultura británica, primero, por europeos continentales, después, por africanos, más tarde, por la mezcla de todos ellos, en consecuencia, y por legiones de extranjeros del mundo que han acudido al llamado de Estados Unidos a hacerse una vida en una tierra de libertades, después de su fundación.
Esta nación, por lo demás, ha hecho de ése su signo: es el país que se enorgullece de ser fundado por ocupantes provenientes de otras tierras a buscar su propio destino en libertad, el país del melting pot, en el que todos valen igual - al menos de aspiración y frente a la ley -, sin distinción de religión, origen étnico, cultura, idioma, apariencia física u orientación sexual. Y, más aún, Florida, un estado que entró tardíamente a la unión, y en cuyo ADN está establecida la permanencia de holandeses, ingleses, españoles, indígenas y latinoamericanos.
Florida sería solo pantano si no fuese por los extranjeros.
¿Cómo puede convertirse entonces en un estado chauvinista? Luce inaudito pero es justo lo que está pasando.
A principios del mes de marzo, el gobierno estatal pasó en el Senado de Florida una plan de inmigración que desarticula la infraestructura para dar protección a niños migrantes no acompañados, y trataría como a indocumentados a quienes, en proceso de asilo, no han recibido renovación de su permiso de trabajo por los atrasos producidos por la pandemia .
Los refugios de Florida atendieron a unos 3,400 menores no acompañados el año pasado, según el Departamento de Niños y Familias del estado. Sólo para tener una idea de la cantidad de menores que quedarían a la buena de Dios, por ser considerados extranjeros, una categoría frente a la que la actual administración estatal muestra intolerancia.
¿La razón? Un gobernador que busca popularidad nacional en el extremismo radical conservador que instauró Trump en el partido republicano, hace propuestas xenófobas que, por controversiales (y absurdas) generan prensa y simpatías en la emocionalidad del supremacismo en el que se inscribe una porción del electorado.
En la Edad Media, los líderes representaban castas y eran distinguidos si hacían sentir a los suyos que eran capaces de hacer lo que fuese necesario -significara esto incendiar pueblos o acabar con las vidas de otros grupos- con tal de que los suyos se sintieran protegidos por la fuerza.
Pero con eso no ha sido suficiente. DeSantis pasó también una ley, la conocida como 'Don't say gay', en la que se prohíbe que se hable de orientaciones sexuales que no sean heterosexuales en los primeros años de primaria. Cabría preguntarse primero: y quién imparte clase de orientación sexual en las escuelas en la primaria? La respuesta es obvia: nadie.
Pero la ley es discriminatoria y provocadora, genera prensa, y hace eco en los sectores más retrógrados de la sociedad, más allá de las fronteras de Florida, cuyo ícono más celebrado, por cierto, Miami Beach, tiene uno de los paseos más populares entre gays en el país y quizás en el mundo, Lincoln Road, todo un símbolo de la diversidad.
DeSantis es un político de profesión que tuvo la suerte de ser relacionado con Trump, aunque siempre fue mucho más institucional. Pero ante el ocaso del expresidente ha visto una oportunidad y no ha pensado dos veces antes de cambiar de ropaje.
En la actualidad, tiene un notorio segundo lugar en las preferencias de unas hipotéticas primarias republicanas, con un 28 por ciento de favoritismo entre militantes del partido.
En Florida, producto del fenómeno que puso a la población blanca rural a participar electoralmente como nunca antes, pero no por sus derechos sino llamados a excluir a quienes sus dirigentes acusan de "enemigos de América", parece ser imbatible para ser reelegido.
Y es una paradójica y trágica desgracia para un estado que se ha caracterizado toda su historia por su pluralismo y diversidad étnica. Empezando por la primera ciudad del país, Saint Agustine, y terminando en Key West, donde caben y han convivido por siglos la cubanía y lo anglosajón, el Caribe y Holanda, españoles y negros, secesionistas y liberales.
Es el signo de los emigrantes, tener que lidiar siempre con alguien poderoso que espíe sus culpas con los extranjeros, los que no se parecen, los distintos.
Nos ha tocado un gobernador medieval.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.








