“No hay fotos, no hay videos”: el peso de los testimonios de capos en el juicio de García Luna
Hace cuatro años, el jurado que condenó en una corte de Nueva York al narcotraficante Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán vio un video en el que este se delata diciendo: “el día que yo no exista no va a mermar el tráfico de drogas”. También le presentaron una grabación en la que interroga a un hombre amarrado a un madero, lo escucharon negociando un cargamento de drogas con un guerrillero colombiano y hasta leyeron mensajes de texto que enviaba a su esposa y amantes.
Pero en el juicio que se desarrolla en el mismo tribunal contra Genaro García Luna, quien fue el zar antidrogas de México, la estrategia de la Fiscalía se ha cimentado solo en los testimonios de narcos y agentes del orden, lo cual ha generado críticas, incluso sospechas. La pregunta más común en las redes sociales de los medios que cubren este proceso penal es: ¿dónde están las evidencias?
En dos semanas que van de juicio, los fiscales le han mostrado al jurado un video de la lujosa residencia que le decomisaron a un traficante colombiano, así como fotos del exterior de un lavado de autos en Guadalajara, de un decomiso de cocaína en el estado de Colima, del aeropuerto de la Ciudad de México y del edificio gubernamental donde estaba la oficina del acusado.
“Mucha gente ha estado hablando, pero no hemos visto ninguna evidencia”, dijo a reporteros el abogado defensor César de Castro, al salir de la corte la tarde de este jueves.
De Castro dijo en los argumentos iniciales que la acusación del gobierno se basa en “rumores, especulación y las palabras de algunos de los mayores criminales del mundo”. Esto, subrayó, es el resultado de haber perseguido a peligrosos delincuentes durante varios años.
“No hay fotos, no hay grabaciones, no hay video, no hay textos, ningún email, ninguna grabación, ningún documento, ninguna prueba creíble, verosímil, de que Genaro García Luna ayudaba al cartel”, señaló De Castro, quien argumentó que los traficantes que están dispuestos a testificar mienten para disminuir sus sentencias y vengarse de quien los metió a la cárcel.
“No dejen que los carteles los manipulen”, le dijo al jurado.
El derecho de la defensa a recibir con antelación todas las pruebas que se muestran en un juicio y la advertencia de los propios fiscales de que este es un juicio de “testimonios”, parecen confirmar las palaras de De Castro: que es posible que en las próximas audiencias no se vea ni una sola imagen en la que aparezca García Luna recibiendo fajos de dólares en una reunión con un narco.
Lo cierto es que la falta de ese tipo material no significa necesariamente que un caso se derrumbe. El sistema judicial de Estados Unidos permite que las declaraciones juradas de cooperantes fundamenten los alegatos del gobierno y que el jurado determine con estos si el acusado es culpable o inocente.
“En el juicio de ‘El Chapo’ la evidencia era directa, casi se escuchó una confesión suya en la corte. Pero en la mayoría de los casos un jurado llega a considerar culpable a un acusado al escuchar que testigos dicen: ‘yo estuve presente cuando aceptó dinero’, ‘supe detalles de ciertos hechos que se llevaron a cabo’. Así el jurado puede llegar a una decisión de que no hay duda sobre los cargos”, explicó el abogado penalista Arnoldo Casillas en una entrevista con Univision Noticias.
“Si hay más testigos con evidencia y coinciden entre sí, será más difícil para la defensa”, agregó.
Las declaraciones de narcos
El jueves, otro cooperante del gobierno, el expolicía federal mexicano Francisco Cañedo Zavaleta, contó en la corte una nueva anécdota que incrimina a García Luna: narró que el 19 de octubre de 2008 vio a García Luna junto a los traficantes Arturo Beltrán Leyva y Édgar Valdez Villareal, alias ‘La Barbie’, estacionados en dos camionetas al lado de una carretera en Cuernavaca, en el estado de Morelos.
Cañedo, quien se dirigía al pueblo de Santa Rosa, se alejó del lugar y más adelante vio que Arturo Beltrán y ‘La Barbie’ entraron al fraccionamiento Los Limoneros en una Suburban conducida por otro sujeto, seguidos por García Luna en otra camioneta.
“Se me quedaron viendo, me espanté”, dijo Cañedo, quien fue agente hasta noviembre pasado.
El policía contó lo sucedido a la entonces legisladora Layda Sansores San Román, que actualmente es gobernadora de Campeche. Sometieron la denuncia y hasta se la enviaron a un reportero de la revista Proceso. Nada pasó. Cañedo dice que hubo represalias en su contra: estuvo detenido durante más de dos meses porque le imputaron varios delitos “graves”, incluido narcotráfico. Más tarde lo absolvieron.
Sergio Villareal Barragán, alias ‘El Grande’, exlugarteniente de la organización de los Beltrán Leyva, relató, por su parte, que le entregaban “maletas negras llenas de dinero” a García Luna, primero directamente y después por medio de intermediarios, a cambio de proteger al Cartel de Sinaloa y permitirles operar en el aeropuerto de la Ciudad de México.
Afirmó que García Luna recogía bolsos llenos de efectivo en una casa de seguridad de la Ciudad de México y que se llevó 14 millones de dólares en cajas de cartón de una bodega repleta de cocaína que la policía había incautado al Cartel del Golfo y entregado al grupo de Sinaloa.
Los líderes del cartel consideraban al exfuncionario como su mejor inversión, dijo el testigo, porque recibían información sobre operativos en su contra y para eliminar a rivales. Puso como ejemplo la boda en Acapulco de ‘La Barbie’. García Luna les advirtió que harían una redada en la fiesta y nadie fue.
Atacando la credibilidad
En el contrainterrogatorio, De Castro le preguntó a ‘El Grande’ si tenía algún video que confirmara sus alegatos, pues este le había declarado antes al gobierno de Estados Unidos que Arturo Beltrán Leyva solía grabar sus reuniones con funcionarios que estaban en su nómina.
"Usted nunca ha podido entregar una de esas grabaciones", le dijo De Castro.
"Yo no las guardé. Eso era lo que decía Arturo. Nunca las tuve al frente", respondió.
Los fiscales tampoco presentaron material comprometedor cuando se presentó en la corte el agente de la DEA Miguel Madrigal para asegurar que desde 2010 tenían a García Luna en el radar, porque ‘El Grande’ les reveló que el cartel le había estado entregando sobornos.
Atacar la credibilidad de los testigos, exponiendo sus crímenes, contradicciones y acuerdos firmados con el gobierno para reducir sus propias condenas, ha sido la principal estrategia de la defensa.
“Es una táctica que, a veces, controla el resultado”, explicó el abogado Arnoldo Casillas.
“El enfoque es crear duda. Los abogados dirán: ‘estos testigos son comprados, son mentirosos, lo hacen para salvar sus propias vidas, les están pagando por sus testimonios’. Así atacan la credibilidad y la gente del jurado lo toma en cuenta… Los abogados solo tienen que convencer a un solo jurado que las evidencias son suficientes para ganar el caso”.
Otro cooperante, Óscar Nava Valencia, conocido como ‘El Lobo’ y quien fue líder del Cartel del Milenio, aseguró en el tribunal que también le pagó millones de dólares al exsecretario de Seguridad Pública por ayuda que incluía información del gobierno estadounidense sobre un enorme cargamento de 10 toneladas cocaína incautado en México. Dijo que los pagos realizados a García Luna también tenían el objetivo de asegurar protección en un momento en que un cisma en el Cartel de Sinaloa estaba por provocar una guerra entre narcos.
Para ello, él y sus socios pagaron $500,000 para poder reunirse con el funcionario y otros $2.5 millones cuando se presentó al encuentro en una oficina ubicada encima de un lavado de autos en Guadalajara. La fiscalía complementó las declaraciones de ‘El Lobo’ solo con cuatro fotos del exterior del negocio.
Con información de AP.
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