Cuando el avión del millonario Steve Fossett desapareció sobre la cordillera de Nevada en 2007, el intrépido aventurero ya había sido objeto de dos operaciones de rescate de emergencia, ocurridas a miles de kilómetros de distancia.
Titán | Cuando un multimillonario toma grandes riesgos: ¿quién debe pagar la cuenta del rescate?
La intensa búsqueda del sumergible Titán, perdido durante un descenso en el Atlántico norte mientras se dirigía a los restos del Titanic, ha despertado la pregunta: ¿quién debe pagar la misión de rescate?

Y eso provocó una pregunta espinosa: ¿quién debe pagar la factura de los rescates de multimillonarios aventureros?
La búsqueda masiva del Titán, un vehículo sumergible perdido durante un descenso en el Atlántico norte para explorar los restos del Titanic, ha vuelto a centrar la atención en esa cuestión.
Y con la búsqueda y el posterior luto por la muerte de quienes iban a bordo, el debate se ha convertido otra vez en una conversación incómoda.
“Cinco personas acaban de perder la vida y comenzar a hablar sobre seguros y el costo de los esfuerzos de rescate puede parecer despiadado pero, al final del día, son costos”, comentó Arun Upneja, decano de Escuela de Administración Hotelera de la Universidad de Boston e investigadora en turismo.
“Hay muchas personas que van a decir: ‘ ¿Por qué la sociedad debería gastar dinero en el esfuerzo de rescate si [estas personas] son lo suficientemente ricas como para participar en estas actividades riesgosas?’”, añadió.
La incógnita sobre el costo del rescate
Las dudas sobre el costo de los rescates ganan atención a medida que los viajeros muy ricos, en busca de aventuras singulares, gastan enormes cantidades de dinero para escalar picos, navegar a través de océanos y despegar hacia el espacio.
La Guardia Costera de Estados Unidos se ha negado a proporcionar una estimación del costo de sus esfuerzos para localizar el Titán, que, según los investigadores, implosionó no lejos del naufragio más famoso del mundo.
Entre las cinco personas que viajaban en el Titán había un empresario británico multimillonario, y un padre y un hijo de una de las familias más prominentes de Pakistán.
El operador cobró a los pasajeros $250,000 por persona para participar en el viaje.
“ No podemos atribuir un valor monetario a los casos de búsqueda y rescate, ya que la Guardia Costera no asocia el costo con salvar una vida”, respondió la agencia.
Si bien es probable que el costo de la misión para la Guardia Costera ascienda a millones de dólares, la ley federal generalmente prohíbe que se cobren reembolsos relacionados con cualquier servicio de búsqueda o rescate, señaló Stephen Koerting, fiscal federal en Maine que se especializa en derecho marítimo.
Pero eso no resuelve el problema más amplio, sobre si los viajeros adinerados o las empresas deben asumir la responsabilidad ante el público y los gobiernos por exponerse a tal riesgo.
“Esta es una de las preguntas más difíciles para intentar encontrar una respuesta”, subrayó Pete Sepp, presidente de la Unión Nacional de Contribuyentes, quien señaló el escrutinio de los rescates financiados por el gobierno, que se remontan a las hazañas del globo aerostático del multimillonario británico Richard Branson en los años noventa.
Los antecedentes de otros rescates de multimillonarios
El debate sobre el uso de recursos de rescate ganó atención en 1998, cuando el intento de Fossett de dar la vuelta al mundo en un globo aerostático terminó con una zambullida en el océano a 500 millas de Australia.
La Real Fuerza Aérea Australiana envió un avión de transporte Hércules C-130 para encontrar al millonario. Un avión militar francés arrojó una balsa salvavidas para 15 hombres a Fossett, antes de que lo recogiera un yate que pasaba.
Los críticos sugirieron que Fossett debería pagar la cuenta. El hombre rechazó la idea.
A fines de ese mismo año, la Guardia Costera de Estados Unidos gastó más de $130,000 para rescatar a Fossett y Branson después de que su globo aerostático cayera al océano frente a Hawai.
Branson dijo que pagaría si la Guardia Costera lo solicitaba, pero la agencia no lo pidió.
Nueve años después, después de que el avión de Fossett desapareciera sobre Nevada durante lo que debería haber sido un vuelo corto, la Guardia Nacional del estado inició una búsqueda de meses que descubrió los restos de varios otros accidentes, ocurridos décadas antes, sin encontrar al millonario.
El estado de Nevada dijo que la misión había costado a los contribuyentes unos $685,998, que se sumaron a otros $200,000 donados por una contribución privada.
Pero cuando la administración del gobernador Jim Gibbons anunció que buscaría el reembolso del resto, la viuda de Fossett se resistió y señaló que había gastado $1 millón en su propia búsqueda privada.
“Creemos que la búsqueda realizada por el estado de Nevada es un gasto del gobierno en su desempeño de acciones conducidas por agencias que dependen de él”, escribió un abogado en nombre del patrimonio de Fossett.
Las “leyes de automovilistas estúpidos”
El aventurerismo arriesgado no es exclusivo de las personas ricas.
La pandemia propició un aumento en las visitas a lugares como parques nacionales, lo que aumentó la popularidad de la escalada, el senderismo y otras actividades al aire libre.
Además, los teléfonos móviles y el aumento de las zonas de cobertura han hecho que muchos sientan que, si las cosas salen mal, la ayuda está a una llamada de distancia.
Algunos lugares tienen leyes comúnmente conocidas como “leyes de automovilistas estúpidos”, en las que los conductores se ven obligados a pagar la factura de la respuesta de emergencia cuando ignoran las barricadas en las carreteras sumergidas.
Arizona tiene una ley de este tipo, y el condado de Volusia en Florida, hogar de Daytona, promulgó una legislación similar esta semana.
La idea de una “ley de excursionistas estúpidos” similar también es un elemento que se debate regularmente en Arizona, debido al aumento de personas sin preparación que necesitan ser rescatadas en medio del calor sofocante del desierto.
Las desventajas de cobrar por una operación de rescate
La mayoría de los funcionarios y voluntarios que realizan labores de búsqueda se oponen a cobrar por la ayuda, indicó Butch Farabee, un guardabosques retirado que participó en cientos de operaciones de rescate en el Gran Cañón y otros parques nacionales y ha escrito varios libros sobre el tema.
A los buscadores les preocupa que, si comienzan a cobrar para rescatar a las personas, estas “no pedirán ayuda tan pronto como deberían, y cuando lo hagan ya será demasiado tarde”, subrayó Farabee.
El otro punto de vista es que algunos podrían tomar por sentada esa ayuda vital. Farabee recuerda una llamada en los años ochenta de un abogado que subestimó el esfuerzo necesario para salir del Gran Cañón.
El hombre pidió un rescate en helicóptero y mencionó que tenía una reunión importante al día siguiente. El guardabosques rechazó esa solicitud.
Pero esa no es una opción cuando las vidas de los aventureros, algunos de ellos bastante ricos, corren un riesgo extremo.
En el Monte Everest, escalar puede costar decenas de miles de dólares en permisos y tarifas de expedición. Cada año, un puñado de personas muere o desaparece mientras camina por la montaña, lo que provoca una respuesta de emergencia de los funcionarios locales.
Si bien el gobierno de Nepal requiere que los escaladores tengan un seguro de rescate, el alcance de los esfuerzos de rescate puede variar ampliamente, y Upneja estima que algunos podrían costar “varias decenas de miles de dólares”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Nepal no respondió a un mensaje en busca de comentarios.
En alta mar, los navegantes adinerados que buscan récords de velocidad y distancia también han requerido rescates en varias ocasiones.
Cuando el yate de Tony Bullimore, un millonario británico en un viaje alrededor del mundo, volcó a 1,400 millas de la costa de Australia en 1997, parecía que no habría escapatoria.
El hombre se aferró al interior del casco, se quedó sin agua dulce y casi sin aire. Cuando llegó un barco de rescate, nadó desesperadamente hacia la superficie.
“Empecé a repasar mi vida y pensé: ‘Bueno, he tenido una buena vida, he hecho la mayoría de las cosas que quería’”, comentó Bullimore después, calificando su rescate de “un milagro absoluto”.
Los funcionarios australianos, cuyas fuerzas rescataron a un navegante francés la misma semana, fueron más mesurados en su evaluación.
“Tenemos una obligación legal internacional”, dijo Ian McLachlan, el ministro de defensa. “Obviamente, tenemos la obligación moral de ir a rescatar personas, ya sea en incendios forestales, ciclones o en el mar”.
El gobierno australiano busca restringir las rutas de las carreras de yates, con la esperanza de mantener a los marineros en áreas donde, por su situación, menos rescates serían necesarios.
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