“No tenemos cubrebocas, guantes, nada”: la queja de una empleada que trabaja en un supermercado

En medio de las compras de pánico por el brote del coronavirus, miles de trabajadores de tiendas hacen lo posible para no contagiarse. Sus empleadores les están dando bonos en efectivo y aumentos salariales para que sigan abasteciendo a quienes se resguardan en sus casas.

Video Amazon y Walmart están en busca de empleados para cumplir la demanda de sus clientes y hacerle frente al coronavirus

LOS ÁNGELES, California.- De la noche a la mañana, los empleados de supermercados en varios estados del país fueron colocados en una selecta lista de trabajadores “esenciales”, porque de ellos depende que millones de estadounidenses sigan comprando productos básicos mientras están en cuarentena.

Su labor está ahora a la par de médicos, enfermeros, bomberos, policías y personal de empresas de servicios públicos. Para evitar que esa fuerza laboral se reduzca, las cadenas de tiendas Walmart, Albertsons, Target, Kroger y Trader Joe’s subieron sus sueldos, les están dando bonos en efectivo y buscan más empleados.

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Dora García, quien trabaja cortando fruta en una tienda Albertsons del sur de Los Ángeles, se enteró el viernes que le pagarían dos dólares más por hora. Pero ella cree que el aumento salarial debería ser mayor y reclama que su compañía no les está dando protectores para evitar que contraigan el virus.

“No tenemos cubrebocas, guantes, nada”, afirma García, una salvadoreña de 50 años que lleva más de una década trabajando en una sucursal de Albertsons ubicada sobre el bulevar Crenshaw.

“Yo miro que la gente anda con sus cubrebocas y nosotros no. Unos compañeros usan pañuelos porque la gente estornuda y tose. Nos protegemos como podemos porque tenemos familia”, dijo García en una entrevista con Univision Noticias. “El gerente dice que nosotros tenemos que comprar las mascarillas”, reclama.

Protegerse de un virus que ha enfermado a más de 41,000 estadounidense y que ya cobró más de 570 vidas, es complicado trabajando en tiendas que siempre están abarrotados. Incluso bajo la lluvia, los clientes hacen largas filas desde la madrugada para comprar alimentos, agua embotellada, papel higiénico y productos de limpieza. Los anaqueles se llenan por las noches y se vacían en minutos.

“La gente entra en estampida buscando papel de baño, jabón, comida y no hay nada”, describe García, quien dice que en los más de 20 años que lleva en EEUU jamás había visto una situación así. “Lo poco que llega en los camiones en un ratito se termina. Nunca nos había pasado quedarnos sin producto”.

Las medidas implementadas por Albertsons

Las cadenas apenas si responden a la enorme demanda. Las primeras compras de pánico se registraron el viernes 13 de marzo, cuando el presidente Trump declaró emergencia nacional por el covid-19. Una segunda ola ocurrió el jueves 19, después de que el gobernador de California ordenó a 40 millones de habitantes quedarse en casa y limitó las empresas que podían seguir funcionando.

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Solo gasolinerías, tiendas de abarrotes, supermercados, farmacias y restaurantes que ofrecen comida para llevar, tienen autorizado operar. Una medida similar se estableció en Nueva York, Illinois, Michigan, Nueva Jersey, Massachusetts, Ohio y tres otros estados. En total suman 118 millones de personas en cuarentena obligatoria, es decir, el 36% de la población de este país.

Para obedecer tan estrictas disposiciones, los pobladores de esos estados deberían tener la alacena llena, una misión imposible a estas alturas de la contingencia, y ahorros en una cuenta bancaria.

“Me da pesar que familias que tienen niños chiquitos llegan a la tienda preguntando por cosas. Es feo ver a la gente con dinero en la mano, pero no hay productos para venderles. Nunca me imaginé ver todo este pánico”, dice García. “La tienda está llena todo el día”, agrega.

Una clienta le paga a una cajera en un supermercado Northgate Gonzalez en Los Ángeles, California, durante el brote del coronavirus.
Una clienta le paga a una cajera en un supermercado Northgate Gonzalez en Los Ángeles, California, durante el brote del coronavirus.
Imagen Mario Tama/Getty Images


En un comunicado enviado a este medio, la cadena Albertsons afirmó que está tomando diversas medidas para evitar la propagación del coronavirus en sus tiendas. Pero no se refirió sobre la queja de García de que no le está dando cubrebocas, guantes ni otros artículos a su personal.

La compañía enumera que colocó placas de acrílico (plexiglás) en cajas de pago en más de 2,200 tiendas; incrementó la limpieza en todas sus sucursales y ofrece más toallas para desinfectar carritos; estableció horas especiales para ancianos, embarazadas y otros grupos de riesgo y señaló que les insiste a sus empleados sobre las prácticas de higiene, como lavarse las manos y usar desinfectante frecuentemente.

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“Nuestros asociados (empleados) son verdaderamente las personas a quienes agradecemos por mantener nuestras tiendas y farmacias en funcionamiento para proporcionar un servicio esencial para nuestros clientes y las comunidades a las que servimos”, dijo Melissa Hill, directora de asuntos públicos y relaciones gubernamentales de Albertsons.

“No podemos expresar suficiente gratitud por la dedicación y el compromiso de nuestros asociados durante esta época sin precedentes, ya que trabajan para apoyar a sus vecinos y brindar un servicio esencial a las comunidades de todo el país”, agregó Hill.

Pruebas gratis del covid-19

A decir de los locales del Sindicato de Trabajadores de Alimentos y Comercio (UFCW), los recientes aumentos de sueldo en las tiendas Albertsons, Ralphs y Vons responden a su lucha buscando mejores prestaciones para más de 60,000 agremiados en el sur de California.

“Sin algún entrenamiento especial sobre salud pública o prevención de enfermedades, surtidores, cajeros y muchos otros empleados que mantienen las tiendas abiertas para los clientes se han convertido de repente en empleados de respuesta inmediata”, dijo el UFCW en un comunicado.

Sobre el dinero extra que gana desde hace unos días, Ashley Stanley, gerente del departamento de comida preparada en una tienda Albertsons del condado de Orange, lo considera justo pues ahora las ganancias de la cadena se incrementaron y la carga laboral de los empleados es mayor.

“El estrés que existe sobre los trabajadores de supermercados es increíble”, detalló Stanley, según en un comunicado de la UFCW. “Hemos estado pidiendo a las empresas de venta al menudeo más grandes, que están duplicando y triplicando sus ganancias en estos momentos, que reconozcan que los trabajadores necesitamos un aumento de sueldo, más medidas de seguridad y horarios más flexibles”.

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La semana pasada, el Concejo de Los Ángeles aprobó por unanimidad una ordenanza que exige que los empleados de tiendas de supermercado, farmacias y repartidores de víveres tengan acceso a pruebas del covid-19 de manera gratuita.

Esta norma local también les exige a sus patrones que les den horarios de trabajo flexibles y que les ofrezcan equipo de protección, como cubrebocas, toallas y desinfectantes de manos.

“Estoy preocupado por mi futuro”

Raymond López tiene 49 años y ha pasado la mitad de su vida en la nómina de Albertsons. Él trabaja recibiendo la mercancía en una tienda de Glendale, una ciudad vecina de Los Ángeles. Para responder a la crisis sanitaria, su jornada laboral ahora es de hasta 50 horas a la semana y solo descansa un día.

“Estoy preocupado por mi futuro y por el de la gente que trabaja conmigo, pero no lo estoy al nivel en el que está mucha gente”, dijo a Univision Noticias. “Mucha gente sigue haciendo compras de pánico y cada vez está más temerosa”, agrega.

Según este originario de Camarillo, su tienda tampoco les ofrece artículos protectores. Él solo usa un par de guantes. “Los cubrebocas los tenemos que comprar, la compañía no nos los está dando”, afirmó.

Seguir trabajando en medio de una cuarentena estatal, no solo es una responsabilidad para servir a su comunidad, sino un peligro latente, dice López.

“Siento que estar en la tienda cuando muchos están en sus casas eleva el nivel de riesgo para nosotros. Estar entre tanta gente todo el día”, describe quien también recibió un aumento salarial de dos dólares el viernes. Ahora su sueldo es de $24 por hora.

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La sucursal en la cual trabaja ha limitado los pedidos de productos, así como la cantidad de artículos que sus clientes pueden llevarse a casa. López cree que es una buena medida para mantener el orden en las tiendas.

“Estaremos bien mientras la gente respete lo que puede seguir comprando”, dice él.