The New York Philharmonic estrena dos piezas que cuestionan y realzan los alcances de la música de concierto

Combinado con la Sinfonía Escocesa de Mendelssohn (No. 3 in A minor, Op. 56), una pieza que la agrupación no tocaba desde 2013, la New York Philharmonic, conducida por el maestro Jaap van Zweden, estrenaron dos piezas que sobresalieron por su vocación para revolucionar lo que entendemos y definimos como música clásica y abrirla a nuevos senderos de la modernidad.

Lioman Lima, desde Nueva York's profile picture
Por:
Lioman Lima, desde Nueva York
Foto: Chris Lee
Foto: Chris Lee
Imagen ©2024 Chris Lee

El inicio de la primavera llegó con un concierto de profundo impacto simbólico y cultural de la New York Philharmonic. La pasada semana, la orquesta, una de las mejores y con uno de los repertorios más variados del país, estrenó un par de piezas que confirman su apuesta por mantener la tradición y abrir las puertas a nuevas formas de entender la música de concierto y lo que se ha concebido hasta ahora como lo clásico del repertorio.

PUBLICIDAD

Combinado con la Sinfonía Escocesa de Mendelssohn (No. 3 in A minor, Op. 56), una pieza que la agrupación no tocaba desde 2013, la New York Philharmonic, conducida por el maestro Jaap van Zweden, estrenaron dos piezas que sobresalieron por su vocación para revolucionar lo que entendemos y definimos como música clásica y abrirla a nuevos senderos de la modernidad.

To see the Sky: an exegesis for orchestra, compuesta por el joven Joel Thompson (1988) es una apuesta por incorporar los ritmos de la música afro (y afroestadounidense) a la música de concierto.

A lo largo de los años, los ritmos de la música afroestadounidense han sido profundamente marginados de los repertorios clásicos. Si bien el jazz y el blue e incluso el góspel han tenido algún que otro reflejo en algunos compositores de música de orquesta estadounidense (de Gershwin a Copland, pasando por Bernstein), pocas veces un compositor afroestadounidense ha tenido la oportunidad de incorporar de una manera tan dinámica la tradición y los sonidos de la música proveniente de África en las grandes orquestas occidentales de música de concierto.

To see the Sky: an exegesis for orchestra es una pieza dinámica y juguetona, contemplativa y a ratos e intensa, una pieza que se siente como una búsqueda: la de uno mismo, de una identidad, de sonidos no escuchados o silenciados y también un homenaje y una provocación contra un canon que se ha establecido por años en que solo lo blanco, lo europeo y lo que encaje en los moldes de lo que se considera clásico tienen espacio y lugar.

PUBLICIDAD

Thompson lleva su provocación al extremo: no solo al reforzar la percusión y mezclar audazmente ritmos de música afro con acompañamientos delicados de orquesta. Su instrumentación llega al punto en que las manos, específicamente, los aplausos, son utilizadas como instrumentos.

Nunca antes había estado en un concierto de música clásica donde las manos, el instrumento básico para casi todo músico, resonaran el podio en medio de una pieza. Los aplausos han sido, tradicionalmente, para los músicos y vienen desde el público. Las manos sirven para tocar, pero no para tocarse entre ellas. Ponerlas a sonar como instrumento es una idea arriesgada y original y su resultado fue del todo efectivo.

El planteamiento de To see the Sky va más allá de lo musical y se vuelve también una denuncia de -y una ruptura con- siglos de marginación, eurocentrismo, estereotipos y prejuicios raciales. To see the Sky: an exegesis for orchestra es una de las piezas más atrevidas y simbólicamente significativas que he escuchado en los últimos años.

La segunda pieza que también cuestionó los canones fue concierto para trombón de Tan Dun (1957): Three Muses in Video Game, una composición que, como su nombre lo indica, ahonda, desde lo clásico, en la estética sonora de los videojuegos.

Inspirado en unos relieves budistas que vio Tan Dun en una cueva Dunhuang, la pieza cruza los siglos para recrear sonoridades que apelan al lenguaje musical que en muchas ocasiones es más cercano a las jóvenes generaciones, como el cine y los videojuegos.

PUBLICIDAD

La propia selección del trombón, un instrumento que ha sido en ocasiones olvidado como protagonista de los conciertos, Tan Dun trata de romper convenciones tradicionales. Uno de los momentos más interesantes de la pieza fue cuando el trombonista Joseph Alessi rompe el solo para establecer un diálogo con el segundo trombón de la orquesta y el momento se vuelve un pequeño show dentro de la misma pieza de las potencialidades y capacidades de un instrumento cuyo protagonismo muchas veces ha sido olvidado.