Juez sentencia a 155 años de cárcel a un torturador y violador de Nueva York

Lydell Strickland fue sentenciado a 155 años de prisión y aún así, en las fotografías de la prensa se le vio una sonrisa. Él fue uno de los cuatro jóvenes condenados esta semana por haber secuestrado, torturado y abusado sexualmente –por error– de dos estudiantes de la Universidad de Rochester, en Nueva York, en diciembre pasado.

"Estaba tratando de pensar en alguna cualidad positiva que pudieras tener y no encontré alguna", le dijo el juez de la Corte Suprema de Nueva York Alex Renzi mientras leía los cargos que se le imputaban por su rol de líder en el crimen: la planificación del rapto, las formas de tortura y el robo de sus tarjetas bancarias. "No hay duda de que eres culpable. Para estas dos víctimas nada volverá a ser igual".

Los dos estudiantes –Nicholas Kollias y Ani Okeke Ewo– desaparecieron del campus el 5 de diciembre de 2015. Dos mujeres los habían invitado a ir de fiesta. Pero no iban a una celebración. Los habían confundido con otras personas relacionadas con un robo de drogas y, sin sospecharlo, eran conducidos a un secuestro. A inicios de noviembre contaron lo ocurrido al jurado.

Al llegar a la vivienda, la emboscada fue rápida. Entraron personas enmascaradas y vestidas de negro con cuchillos, bates de béisbol, tubos y armas. "Me levanté y traté de correr hacia la salida", contó Nicholas Kollias, ahora con 22 años. Le dispararon en la pierna. "Me golpearon en la cabeza, me lanzaron al suelo... Pensé que ese era el final". Con la voz entrecortada, pausas y momentos de fortaleza, el estudiante rememoró el horror que vivió.

Ambos fueron encerrados en un baño, torturados por horas.

A Kollias le dispararon también en la otra pierna, lo apuñalaban, lo golpeaban con un bate e incluso con una motosierra. "La tortura parecía de película, pero no era una película, ocurría en la vida real", recordó. "Nos echaban líquidos inflamables y decían que nos iban a encender en fuego".

Ese día, los jurados también vieron un video captado por un celular. Según la prensa local, mostraba a personas enmascaradas y armadas, tal como Kollias lo había narrado, amenazando a los dos jóvenes que sangraban dentro de un baño. Uno de ellos rogaba por su vida: "¡Por favor, haré lo que pidan!".

Y entonces, los agresores les quitaron sus tarjetas de crédito y les advirtieron que solo sobrevivirían si al llegar el lunes al banco lograban quitarles todo el dinero de las cuentas.

Kollias recordó ante el jurado que podían escuchar gente entrar y salir de la casa, y que veían un juego de fútbol. "Bebían y pasaban un buen rato mientras había gente muriendo en otra habitación", contó. "En ese momento sentía que ya no podía y no sabía cuánto tiempo más iba a aguantar".

La policía investigó la desaparición de los estudiantes y sospechó que podrían estar secuestrados en esa vivienda, una casa que era conocida en la zona por ser un lugar de distribución o consumo de drogas. 40 horas después, un escuadrón especial SWAT llegó y se encontró con el brutal escenario de tortura y abuso sexual.

Con Strickland, otras tres personas escucharon sus sentencias de cárcel esta semana. David Alcaraz-Ubiles fue uno de ellos: pasará 15 años encerrado por el secuestro de Kollias y Okeke, y por cargos de posesión de armas, pero luego de que termine una condena previa de 15 años que cumple por otra agresión.

Ruth Lora e Inalia Rolldan fueron condenadas a siete años porque, según el juez, aunque habían estado en la casa no participaron de los actos brutales que allí se cometieron. Rolldan rompió en llanto mientras oía su sentencia.

Las víctimas no estuvieron en la sala para escuchar el veredicto final. El fiscal asistente del distrito, Matthew Schwartz, lo explicó: "Creo que las víctimas quieren continuar con sus vidas".