En 2015 12,208 japoneses con demencia —una marca histórica— fueron dados por desaparecidos. Aunque la mayoría que se perdieron luego fueron encontrados a salvo, aproximadamente 500 eventualmente fueron hallados muertos. Hoy día hay aproximadamente 5 millones de personas que sufren de demencia en Japón y se calcula que para 2025 la cantidad aumentará a 7 millones, es decir, una de cada cinco personas mayores de 65 años.
La solución de alta tecnología que se está utilizando en Japón para apoyar a residentes con demencia
La ciudad de Iruma está ofreciendo etiquetas con códigos QR que pueden ser adheridas a una uña para que, en caso de que la persona se pierda, la policía pueda identificarlos. Se trata de una sola medida que es parte de un multifacético plan para atender a la población de tercera edad.


Este mes en la ciudad de Iruma, al norte de Tokio, se lanzó un servicio gratis para ayudar a encontrar a residentes que se han perdido. Una empresa local desarrolló etiquetas de una pulgada que son a prueba de agua y llevan códigos QR. Las etiquetas se pueden pegar a las uñas de las personas, ya sea en manos o pies. Duran más o menos dos semanas antes de deteriorarse. La idea es que, si la persona está desorientada y perdida, la policía fácilmente pueda obtener su información personal —como su dirección o teléfono— al escanear el código en la etiqueta.
Quizás suene un poco tenebroso o hasta distópico, pero es una práctica bastante común entre este subconjunto de la población. Los productos relacionados —como zapatos equipados con un dispositivo GPS que envía un mensaje a un familiar si la persona se sale de una zona establecida— se usan en Japón y en otras partes. En Norteamérica y en Europa ya existen empresas han comercializado pulseras con rastreo GPS para las personas con demencia.
James Tiessen —un experto en la atención sanitaria japonesa de la Universidad Ryerson en Toronto— describe un montón de otros dispositivos que ayudan a monitorear y a cuidar a los ancianos de Japón. Hasta hay un sensor de tetera que transmite una alerta al móvil de un familiar si no se ha preparado té en un rato. “La gente en Japón normalmente toma varia teteras de té verde cada día”, dice Tiessen. “Si la tetera de una anciana no ha sido usada en un rato, puede significar que algo anda mal”. Otras soluciones tecnológicas incluyen robots que hacen tareas como buscar comida o prender luces, así como focas robóticas peludas que reconfortan.
Tales inventos son parte de una estrategia más amplia por parte del gobierno japonés, el cual ya está abordando uno de los retos más grandes del país: una población cada vez más vieja. Japón ya es la sociedad más vieja del planeta y para 2035 uno de cada tres de sus ciudadanos tendrá 65 años o más (la proporción actual es de uno de cada cuatro en una población de aproximadamente 127 millones).
Dado que las personas con demencia son un segmento creciente de esta población envejecida, la administración del primer ministro Shinzo Abe emitió un plan a principios de 2015 que proporcionó un marco bajo el cual el país pudiera lidiar con la situación. El plan “Nueva Naranja” apartó más fondos y pidió medidas tales como mejores métodos de detección temprana, fármacos más eficaces y cooperación mejorada entre las profesiones médicas y las de cuidado de ancianos.
El plan también alentó la creación de iniciativas a nivel de vecindarios, pueblos y ciudades para despertar conciencia de los que tienen problemas cognitivos, lo cual incluye educar a los más jóvenes sobre cómo cuidar a estas personas. Por ejemplo, un programa trae a personas con demencia a las escuelas para promover mayor entendimiento de la afección.
Tiessen dice que este enfoque multifacético —en que auxilios tecnológicos como las etiquetas QR se desarrollan en conjunto con intervenciones médicas más eficaces y mayor participación por la comunidad— es lo que hace que Japón sea un líder mundial en manejar la demencia y el envejecimiento.
“El gobierno entiende que no hay una sola solución para lidiar con una sociedad que está envejeciendo”, dice. “Está probando y evaluando una gran cantidad de iniciativas de las que podemos aprender… porque si las sociedades occidentales quizás no estén envejeciendo tan rápidamente, también están envejeciendo”.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.









