Estos son los mitos que mantienen a la educación segregada en EEUU

El trabajo de Nikole Hannah-Jones — aclamada periodista del New York Times— pone en relieve las decisiones institucionales e individuales que siguen manteniendo separados y desiguales a los espacios urbanos. En octubre ella fue una de los muchos involucrados en temas urbanos que ganó la prestigiosa beca MacArthur. En ese momento, nos sentamos con ella para hablar sobre por qué ese tipo de trabajo es tan importante y sobre sus próximos planes.
Tu trabajo representa una lectura esencial para cualquier persona que se preocupa por las ciudades. ¿Cuáles has visto que son los mitos persistentes sobre la segregación que combates a través de tus reportajes y escrituras?
Uno de los mitos grandes es que la segregación que vemos tanto en la vivienda como en las escuelas no es intencional, que es sólo un legado de un pasado discriminatorio o bien un tema de ingreso o de estatus socioeconómico. Mi trabajo trata de desmentir eso y de demostrar que, si bien evidentemente existe un legado, también existe discriminación en curso. Hay legisladores que están tomando decisiones ahora mismo que están manteniendo la segregación.
He trabajado muy arduamente en disipar el mito que de alguna manera la segregación no obligada por la ley es menos dañina, por lo que la debemos aceptar. Realmente creo lo que cree Richard Rothstein, lo cual es que una gran parte de la segregación que vemos hoy día es de jure (por ley) aunque la consideramos de facto (de hecho). Es un resultado directo de acción oficial. E incluso donde no lo es, sabemos que los afroestadounidenses específicamente —y los latinos, en menor grado— no tienen las mismas elecciones y opciones que las otras familias. No son de algún modo el único grupo de personas en este país que elige escuelas y vecindarios de calidad inferior; están en esas escuelas y en esos vecindarios porque no tienen opciones.
También trato de oponer esta idea de que tratamos muy arduamente de integrar a nuestras escuelas y que simplemente no funcionó. No tratamos muy arduamente durante mucho tiempo. Y cuando sí tratamos, sí funcionó.
El mito más común que enfrento es que el racismo, la discriminación y la segregación son fenómenos del Sur, cuando evidentemente las partes más segregadas del país se encuentren en el Noreste y en el Medio Oeste, lugares con personas blancas que creen que son bastante progresistas, que dicen que creen en la integración pero practican la segregación. Mi trabajo en años recientes ha sido más crítico en hacer incómodos a los progresistas blancos que quisieran creer que estoy escribiendo sobre otras personas. En realidad, estoy escribiendo sobre ellos.
¿Qué te hizo centrar tu trabajo en la segregación escolar en particular?
Creo que lo largo de los años llegué a entender que las dos barreras más importantes para la igualdad son la segregación de vivienda y la segregación escolar. El problema está en que la mayor parte de la vivienda no está bajo control del gobierno, por lo que hay limitaciones en cuanto a lo que el gobierno pueda hacer. Pero 9 de cada 10 niños estadounidenses asisten a una escuela pública. Debido a eso, la escuelas simplemente no deben ser motores impulsores de la desigualdad.
He pasado la mayor parte de mi tiempo en escuelas afroestadounidenses segregadas. Se ven niños de escuela primaria y se ven —esto realmente me pone emocional— a estos niñitos y niñitas afroestadounidenses entrar y están tan emocionados por aprender. Todavía no saben lo poco que los valoramos. Todavía no saben que los vamos a trasladar a escuelas inferiores donde nunca van a tener la oportunidad de ser alguien como yo. Ya para cuando llegan a middle school [del sexto al noveno grado], se nota que esa luz ya se apagó. Se nota que al ellos observar las escuelas que les construimos, ellos entienden lo poco que pensamos de ellos.
Recuerdo estar sentada en estas aulas leyendo la cobertura periodística sobre la educación y preguntándome por qué todos los reporteros están ignorando esto. No estaban escribiendo sobre el asunto más obvio, lo cual es que estos niños están apartados por un motivo. Están apartados porque les vamos a dar una educación inferior. Sentí furia porque estábamos pasando por alto esa verdad fundamental que estaba respaldada por todo esos datos e investigaciones. Incluso si no creo que este país jamás hará lo debido con estos niños, no voy a dejar que los ignoremos y que finjamos que no estamos haciendo lo que estamos haciendo.
¿Por qué las escuelas en particular son unos espacios tan tensos en cuanto al progreso racial? ¿Por qué estos han sido los campos de batalla en donde las luchas más feas por derechos iguales han —y siguen— dándose?
Hemos visto el menor avance tanto con la vivienda como con la escuela porque todo lo demás se ve como una opción. Si no quiero estar alrededor de gente de raza negra, no voy a ir a parques adónde van ellos o no iré a los restaurantes adonde ellos van. Pero no puedo controlar quién vive al lado mío. Eso me obligaría a tener una intimidad con personas con quienes tal vez no quiera tener intimidad.
Las escuelas también son espacios sumamente íntimos. Son espacios en donde los padres dejan a sus hijos durante ocho horas. Los niños sentados unos al lado de los otros en aulas y el miedo —que la mayoría de las personas hoy día no admitirían— es que niños blancos se enamorarían de niñas negras o que niñas blancas se enamorarían de niños negros. También existe la impresión de que los niños de raza negra no son seguros, que son niños más propensos a la violencia. Y la gente automáticamente supone que las escuelas con grandes cantidades de niños de raza negra (particularmente niños negros pobres) son espacios inseguros.
En lo que menos se centra es que durante la historia completa de la educación pública en este país, hemos tenido una escuela en que los niños de raza negra no están recibiendo una educación pronunciada que los permitiría competir con los niños blancos para los mejores empleos. Así fue cómo se diseñó. Así sigue siendo. Entonces si integramos a las escuelas, de pronto los niños blancos tienen más competencia y ya no se puede conservar el privilegio al cual los estadounidenses blancos están acostumbrados.
Y entonces a eso se le suma la manera en que comercializamos el idioma de las escuelas. Para ser buen padre hay que ‘salir de compras’ en busca de cada ventaja por tu hijo incluso dentro de un sistema [escolar] público, el cual se supone que se trate del bien común. Hemos convertido a la idea de un sistema público en [uno centrado en] atender a las necesidades individuales de los padres.
Entonces se toma esta historia ‘racializada’ de la educación, se toman todos los miedos raciales que los padres blancos tienen sobre los niños negros y encima de eso se agrega esta idea sobre las escuelas públicas que se basa en el mercado. Crea el sistema que tenemos ahora. Por una parte, los padres blancos dicen que creen en la igualdad y en la integración, pero entonces dicen que ni de ninguna manera van a poner a sus hijos en una escuela con muchos niños negros y morenos, particularmente no con [niños morenos y negros] que sean pobres.
Tu artículo de portada en New York Times Magazine es sobre un pueblo en Alabama que está probando una táctica diferente para resegregar.
Bueno, primero déjame decir que en muchos lugares nunca hubo desegregación en primer lugar: Nueva York era uno de esos lugares. La resegregación casi siempre ocurre en el Sur porque órdenes de tribunales obligaron al Sur a realmente integrar a las escuelas. No fue así en la mayor parte del Norte. Y aunque había algunas ciudades norteñas que fueron puestas bajo órdenes de tribunales debido a la segregación con la vivienda, con frecuencia estos esfuerzos fueron infructuosos.
Lo que se observa como resultado de Brown v. Board of Education [un caso decidido por la Corte Suprema de EEUU en 1954 que falló que la segregación es inconstitucional], cuando ya no se puede usar la raza explícitamente para segregar las escuelas, surge una estrategia sumamente adaptiva que tienen los blancos estadounidenses. De pronto se empieza a abogar por la causa de lenguaje neutro en cuanto a la raza que se sabe que producirá el mismo resultado. Entonces se convierte en un asunto de ‘control local’. Se dice que “nuestros fondos recaudados por impuestos no se deben usar para educar a otros niños” o “queremos un sistema escolar pequeña y local que sólo atiende a nuestra comunidad”. Por supuesto, esa comunidad es totalmente de blancos.
En un lugar como la ciudad de Nueva York, donde existe mucha segregación, hay un sistema de escuelas en vecindarios para la escuela primaria, lo cual significa que tu hijo irá a una escuela en tu vecindario. Y dado que los vecindarios están sumamente segregados, eso significa que es probable que tu hijo irá a una escuela que también será segregada. Pero entonces en cuanto llegues a middle school (sexto al noveno grado) y a la escuela secundaria, es un ‘sistema de elección’ en que los niños blancos van a escuelas ‘tamizadas’ —escuelas que tienen unos procesos de evaluación supuestamente neutros en cuanto a la raza— pero en donde el niño necesita un portafolio de sus obras anteriores o hay que tomar un examen para ser aceptado.
Lo que sigue siendo igual es que los padres blancos van a recibir acceso a la mejor educación en un sistema público. Van a recibir acceso a escuelas desproporcionadamente blancas y van a emplear una gama de herramientas para lograr eso. Entonces si el barrio en que viven esos padres blancos es de blancos, quieren escuelas en su vecindario. Si la escuela del vecindario que les queda cerca a esos padres es de afroestadounidenses, entonces quieren poder elegir la escuela de sus hijos. Entonces la gente dirá que no quieren busing si la escuela de su vecindario es blanca [ Nota: busing se refiere a la práctica de llevar a niños en autobuses a escuelas fuera de sus vecindarios —por ejemplo, niños de raza negra a escuelas en vecindarios blancos y niños blancos a escuelas en vecindarios negros— con el fin de desegregar la escuelas. Fue una práctica muy polémica y lo sigue siendo]. Si la escuela del vecindario no es de blancos, mandarán a sus hijos en un viaje de una hora en autobús para poder enviarlos a una escuela de blancos.
De nuevo, pasamos tanto tiempo tratando de comprobar si la gente está haciendo algo racista o no. ¿Podemos penetrar las mentes y los corazones de cómo un padre está tomando una decisión? No podemos hacer eso. Y realmente eso es irrelevante. Lo que sí sabemos es sea que la gente sea explícitamente racista o no, los patrones que hemos visto desde que se fundaron las escuelas públicas siguen siendo los mismos. Y estos son: no sólo están los padres blancos consumiendo una cantidad exorbitante de recursos de las escuelas públicas, sino que las escuelas de minorías están recibiendo menos de todo.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.