Mudarse a un nuevo hogar puede cambiar los hábitos de transporte

Una nueva investigación dice que hay que aprovechar estos momentos aumentar el uso del transporte público.

Imagen Getty Images

Como sea que te muevas para llegar al trabajo —ya sea en auto, bicicleta, tren o caminando— el modo es más bien una respuesta automática que una elección consciente. Por esto, mientras otras conductas en tu vida se mantengan constantes, no habrá muchas razones para abandonar el auto a favor del autobús, incluso sabiendo que esta fuera la opción más barata y más amigable para el medioambiente.

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Pero, según han demostrado varios estudios, cambiar tu contexto resulta clave para modificar el modo de transporte usado para ir al trabajo. Por ejemplo, tal como ya ha reportado CityLab, los trabajadores están particularmente abiertos a cambiar sus costumbres en cuanto al transporte que toman para ir a sus empleos cuando éstos cambian de sede. Además, mantendrán las nuevas elecciones si sus empresas les entregan los incentivos adecuados en el momento adecuado.

Ahora un artículo académico publicado a finales de abril en la revista académica PLOS ONE por investigadores de la Universidad Cardiff aporta nuevas pruebas de que mudarse de casa puede fomentar un cambio de costumbres en cuanto al transporte. Sin embargo, para hacer que esos nuevos hábitos sean duraderos, los trabajadores quizás necesiten un impulso adicional de los legisladores.

Este gráfico compara la probabilidad de usar automóvil con la cantidad de años viviendo en el mismo domicilio.
Este gráfico compara la probabilidad de usar automóvil con la cantidad de años viviendo en el mismo domicilio.
Imagen PLOS ONE

Una de las bases del artículo fue una encuesta llevada a cabo a lo largo de varios años por el Economic and Social Research Council. La encuesta les preguntó a casi 20,000 residentes del Reino Unido sobre sus vidas diarias. Los investigadores de la Universidad Cardiff analizaron los datos de la encuesta para determinar hace cuánto tiempo había sido desde la última vez que estos residentes cambiaron de casa, así como sus modos normales de transporte para ir al trabajo y la fuerza relativa de sus actitudes hacia el medioambiente. La última medida se basó en respuestas a declaraciones como las siguientes: “No creo que mi conducta y mi estilo de vida diario contribuyen al cambio climático” y “Cualquier cambio que haga para ayudar al medioambiente tienen que ajustarse a mi estilo de vida”. Los investigadores plantearon la hipótesis de que sería mas probable que las personas con mayor orientación ecológica eligieran modos de transporte más favorables para el ambiente, entre ellos trenes y bicicletas, en lugar de autos.

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Los resultados fueron los siguientes: la cantidad de tiempo en que una persona había vivido en su domicilio actual sí estaba relacionado con su modo de transporte, independientemente de su edad, género, ingreso o ubicación geográfica. Específicamente, las probabilidades de que una persona se fuera a su trabajo en automóvil llegaban a su punto más bajo inmediatamente después de que se mudara para una residencia diferente. Esas probabilidades se incrementaron bruscamente durante los primeros dos años en el nuevo hogar y entonces aumentaron lenta y gradualmente después. La conciencia ecológica sí fue un pronosticador de un menor uso del auto después de un cambio en domicilio. Pero, al igual que sucedió con las demás personas, ese vínculo fue desapareciendo a lo largo del tiempo.

Eso significa que a lo mejor existe una ventana de oportunidad para los legisladores que quieren alentar el uso del transporte público. Cuando se rompen las viejas rutinas “Las personas quizás sean más receptivas a nueva información o apoyo que las alentarían a mantener modos de transportes que sean sanos y sostenibles”, dijo en una declaración Wouter Poortinga, profesor de Psicología Social y Ambiental en la Universidad Cardiff y uno de los coautores del artículo. Las ciudades y los negocios podrían dirigirse a personas que se han mudado recientemente para darles información sobre su menú de opciones en cuanto al transporte público.

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Ahora bien, cabe notar que el artículo tiene varias limitaciones, entre ellas el hecho de que las rutinas de viajes diarios de la gente se componen de una combinación de opciones, y la encuesta en la que se basaron los autores del escrito sólo permitió a los encuestados a usar un solo modo de transporte.

Además, si bien los investigadores controlaron el variable de la edad como un factor en la relación entre el tiempo entre mudanzas y los modos de transporte, tal vez la edad desempeñó un papel más grande de lo que esperaron. “Es probable que las personas que regularmente cambian de casa sean jóvenes que posiblemente estén más dispuestos a llevar a la práctica sus pensamientos sobre el medioambiente”, escriben los autores. Del mismo modo las personas mayores (quienes tienen una probabilidad más alta de haber vivido en el mismo lugar durante mucho tiempo) tal vez encuentren que la actividad física requerida por el uso del transporte público presenta demasiados retos y por ende dependan de los autos.

La relación entre las opciones para viajar al trabajo, las creencias en cuanto al medioambiente y las motivaciones del cambio de conducta es compleja y sin duda se necesitan más investigaciones. Aún así este artículo refuerza una lección importante sobre abandonar viajas costumbres de viajar: por sí solas hasta la mejores opciones del transporte público e incentivos no hará que la gente deje de andar en sus autos. La coordinación es la clave para atraer a las personas y convencerlas a usar trenes, autobuses y bicicletas.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.