Muchos creemos que vale la pena cambiar de pista cuando vemos que el otro carril está avanzando más rápido. Sin embargo, detrás de esta acción del día a día hay una falsa percepción y uno de los principales mitos en la carretera.
La ilusión de la carretera: el que va al lado tuyo no va más rápido
Los expertos recomiendan no cambiarse de pista ya que, además de no apurar tu viaje, conlleva riesgos.

Cambiar de pista es una acción tan común en medio de la monotonía del tráfico que vivimos cada día —en promedio, cambiamos de carril cada 1.25 millas (2 kms.)— que nos habituamos y nos olvidamos de lo peligroso que es. Al cambiar de carril se pierde de vista de los autos detrás de uno, se obliga a los autos detrás de uno a frenar y uno termina en el punto ciego del auto que tiene al lado. Se hacen cálculos muy rápidos acerca de la velocidad y los espacios entre autos, lo cual acapara atención cognitiva que en otras circunstancias se estarían usando para fijarse en la vía.
Y, a pesar de todo esto, el riesgo parece no valer la pena. Esa es la principall conclusión de un profundo análisis sobre el cambio de pistas que fue realizado por Donald Redelmeier y Robert Tibshirani en 1999. Los investigadores concluyeron que una “ilusión” visual nos engaña y nos hace pensar que los autos del otro carril van más rápido, cuando en realidad los autos en ambas pistas van a la misma velocidad en promedio. Así lo explicaron en la revista Nature :
Este ocurre porque los vehículos se dispersan cuando se mueven rápido y se aglutinan cuando van lentamente. Por lo tanto, un conductor puede rebasar a muchos vehículos durante un intervalo breve de tiempo, pero toma mucho más tiempo para que los mismos vehículos rebasen al conductor.

Redelmeier y Tibshirani llegaron a esta conclusión de dos formas. La primera fue una simulación en computadora de diez minutos de tráfico en dos pistas adyacentes. Aglutinaron el flujo de tráfico en cada carril y rastrearon la velocidad y la ubicación de un vehículo designado como sujeto del estudio. El desempeño en carretera de este auto se ajustó en la computadora para ser como el de un Honda Accord. Los investigadores observaron cuántas veces el vehículo rebasó un auto “vecino” (llamado un “adelanto” en el estudio) y cuántas veces fue rebasado (un “atraso”).
De los 600 segundos individuales que constituyeron el viaje de diez minutos, el vehículo objetivo pasó más tiempo siendo rebasado de lo que pasó rebasando a otros autos, lo cual dio la impresión de que estaba perdiendo terreno en comparación con el resto del tráfico. Pero en un segundo de “adelanto” se puede rebasar un montón de autos aglutinados, mientras que un segundo de ser rebasado supone que un solo auto deje atrás a otros autos. Entonces, como cada “adelanto” se realiza con más autos que cada “atraso”, la cantidad total de autos que uno rebasa y que rebasan a uno se equilibra.
En una versión más larga de su análisis —el cual fue publicado en 2000 en un número de la revista Chance, Redelmeier y Tibshirani reportaron que el vehículo sujeto rebasó la misma cantidad de autos que los que lo rebasaron: 46.

Los investigadores obtuvieron más pruebas de esta ilusión sobre el cambio de pistas al grabar secuencias de tráfico con una cámara montada en una carretera canadiense. Grabaron cuatro minutos de tráfico con tanto “adelantos” como “atrasos” y se los enseñaron a 120 personas. Un 70% de estas personas pensaron que la senda adyacente se estaba moviendo más rápidamente y un 65% dijeron que en tal situación ellos cambiarían de pista. En realidad, según indican los investigadores, la senda adyacente tenía una menor velocidad en promedio. Así lo publicaron en la revista:
En conjunto, estos hallazgos sugieren que existe un espejismo en las vías. Específicamente, creemos que la próxima pista en una vía congestionada está avanzando más rápido que la senda actual del conductor, incluso si ambas sendas avanza a la misma velocidad promedio.
¿Qué es lo que está detrás de este espejismo? Hay un elemento básico direccional: dado que miras hacia adelante mientras que conduces, pasas más tiempo viendo cómo los demás rebasan tu auto y no viendo a los otros cuando tú rebasas a ellos. El mismo tráfico desempeña un papel en esta situación. La congestión intensifica la ilusión e incluso los cambios frecuentes de pista incrementan la congestión. Además, la gente tiene una aversión general a las pérdidas comparadas con las ganancias. Esto significa que cada vez que te rebasan te duele más en proporción que la satisfacción que derivas de rebasar a otro.
Lo peor de todo esto es que los conductores que tienden a seguir de cerca a los otros autos o que miran con frecuencia al carril adyacente son “más propensos” a ser afectados por este espejismo que otros, según explican Redelmeier y Tibshirani. Por tanto, son más inclinados a pensar que están perdiendo terreno. Así que los mismos conductores que ya están practicando conducta riesgosa en carretera tienden a necesitar practicar esta conducta riesgosa en carretera.
Obviamente hay momentos en que es apropiado cambiar de pista en una carretera. Evitar un obstáculo o un carril cerrado están entre los ejemplos más claros de esto. Y sin duda a veces la senda al lado de la tuya en realidad sí se está moviendo más rápido. Pero la conclusión a sacar es que estos casos ocurren con mucho menos frecuencia de lo que se piensa y normalmente se presentan de manera en que quedan fuera del alcance de nuestras capacidades perceptivas. Como lo expresaron Redelmeier y Tibshirani, “la mejor forma de llegar cinco minutos antes es partir cinco minutos antes”. Los riesgos que acompañan el intento de compensar ese tiempo a mitad de viaje al zigzaguear entre sendas no valen la pena debido a la pobre recompensa que se obtiene.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.









