En 2008, Barack Obama se postuló para la presidencia con un mensaje de esperanza. Y las zonas urbanas de Estados Unidos le creyeron. Contribuyeron a su victoria en la contienda presidencial y, cuando comenzó su mandato, esperaron, con cada vez mayores expectativas.
El legado urbano de Obama: muchas subvenciones, pero poco dinero para implementar iniciativas
Un nuevo libro analiza las políticas del presidente saliente, con sus logros y sus deudas.


Los habitantes de las ciudades y los urbanistas tenían razones para creer que Obama marcaría el inicio de una nueva era urbana. Al igual que ellos, él era un cosmopolita: se crió en Hawái e Indonesia, y pasó mucho tiempo en muchas partes de Estados Unidos. Había comenzado su carrera en Chicago, una ciudad que, de muchas maneras, personifica lo mejor y lo peor de la vida urbana. Como organizador comunitario en el South Side, concentró a la comunidad afroestadounidense del lugar en torno a cuestiones como el agua contaminada y el asbesto en las viviendas públicas, problemas familiares en los vecindarios descuidados de todo Estados Unidos. Y, por supuesto, era de raza negra.
De estas y otras formas, Obama parecía más capacitado que quizá ningún otro presidente en la historia de Estados Unidos para dirigirse a las ciudades y hablar sobre ellas. Él estuvo en lo que parecía ser la situación ideal para abordar problemas como la segregación residencial, la falta de acceso al transporte público, las prácticas policiales discriminatorias, la decadencia económica y el racismo ambiental. Y llegaba en el momento justo. Los municipios en la agonía de la crisis fiscal necesitaban ayuda desesperadamente.
"Ésta no es la Casa Blanca de tu padre", le dijo Adolfo Carrión, Jr., a quien Obama puso al frente de la Oficina de Asuntos Urbanos de la Casa Blanca, a The Washington Post en 2009. "Ésta es una nueva forma de mirar la nueva realidad de las ciudades y las zonas metropolitanas".
Ahora, cuando está a punto de concluir su mandato, el legado de Obama está siendo evaluado en muchos frentes, incluso en el ámbito de las políticas urbanas. En un nuevo libro titulado Urban Policy in the Time of Obama, los académicos evalúan sus éxitos y fracasos. CityLab habló con el editor del libro, James DeFillippis, profesor asociado de la Escuela de Planificación y Políticas Públicas Edward J. Bloustein de la Universidad Rutgers.
Entonces, ¿el presidente Barack Obama cumplió las altas expectativas a las que estaba sujeto cuando asumió el cargo? ¿Qué calificación le daría a su política urbana?
Soy reacio a reducir su trabajo a una simple calificación. Pero si tuviera que hacerlo, probablemente diría que una B-. Hubo muchas ideas interesantes, pero muy poco seguimiento. La mayor parte de lo que obtuvimos fue un conjunto de proyectos piloto bastante pequeños: muchas subvenciones de planificación, pero muy poco dinero para la implementación.
También se puede ver realmente en la respuesta a Baltimore. Después de lo que había sucedido en Ferguson, después de todo lo que ha estado ocurriendo con Black Lives Matter, la respuesta de las autoridades federales fue un gesto colectivo de desdén.
Reconozco las limitaciones con las que él estaba trabajando. El Partido Republicano entiende claramente que su electorado no es urbano y le importan muy poco los electores negros y latinos en las ciudades. Aun así, ¿dónde estuvo el gasto de capital político para forzar la cuestión por parte de la administración? ¿Para impulsar un conjunto de políticas que hiciera las cosas más equitativas ahora? ¿Para construir la infraestructura organizacional para un régimen urbano más progresista en el futuro? No lo vimos.

El libro sitúa la agenda urbana de Obama en un contexto histórico. ¿Puede hablar acerca de cómo su política urbana fue una continuación de las instituidas por anteriores administraciones republicanas y demócratas?
Se puede observar una continuidad muy fuerte en el tema de la vivienda pública, por ejemplo. La iniciativa Choice Neighborhoods es esencialmente el programa HOPE VI de la administración Clinton, pero con servicios complementarios e integrales y un mayor compromiso de la comunidad. Básicamente, todo se resume en financiamiento privado para desarrollos de vivienda de renta mixta.
Parte de eso refleja la realidad política. ¿De dónde va a salir el dinero para la vivienda pública en el presupuesto de capital? El Congreso saliente no iba a adjudicar ese dinero realmente. Entiendo eso. Pero es más que eso. Hay una presunción de que el mercado no es sólo más eficiente, sino también un mejor adjudicador de recursos en el sector público.
¿Acaso la participación de las entidades privadas es siempre algo malo?
Hay ocasiones en que las alianzas público-privadas son la forma más lógica de organizar las cosas. Pero la diferencia está en el supuesto básico. En lugar de utilizar el mercado como una herramienta útil en una intervención política deseada, el hecho de si las intervenciones políticas se consideran oportunas depende de si pueden o no obtener financiamiento privado. En lugar de buscar el capital de inversión para las cosas que ya hemos considerado necesarias, lo que se hace en última instancia es para lo que alcanza el capital de inversión. Hemos invertido cada vez más los medios y los fines. Por lo tanto, no es que las asociaciones privadas sean todas malas, es que comenzamos con la suposición de que si es privado va a ser bueno.
Pero también hubo éxitos, ¿no? En el libro, la colaboradora Hillary Silver, una socióloga urbana de la Universidad Brown, habla sobre cómo la absorción federal de las empresas patrocinadas por el gobierno (GSE) Fannie Mae y Freddie Mac provocó una inyección de capital en el Fondo Nacional Fiduciario de la Vivienda. También señala que hubo "sigilo urbano en el estímulo federal". ¿Podría comentar acerca de eso?
Una buena parte del dinero [de la Ley de Recuperación y Reinversión Estadounidense de 2009 (ARRA)] se destinó a usos que beneficiaron nuestras ciudades y áreas suburbanas. Mucho dinero para infraestructura vino de allí. Adjunta había toda una serie de asignaciones de dinero para tecnología verde que se iban desproporcionadamente hacia las áreas metropolitanas. Hubo una serie de intervenciones en torno a la transportación.
Parte de lo que pudo lograr fue mitigar la brutal crisis fiscal que tantos municipios enfrentaron en 2009. Si se analizan los presupuestos de financiamiento sin fines de lucro, realmente se mantuvieron en 2009 y 2010, debido al dinero federal que se estaba recibiendo. Todo eso probablemente merece más reconocimiento del que ha recibido.
¿Qué otros avances logró Obama?
Hubo un progreso importante y real en el tema de la vivienda justa, ayudado por la decisión de la Corte Suprema en 2015 de limitar el ‘impacto desigual’. Pero de manera más general, los esfuerzos de Expansión Afirmativa de Vivienda Justa por parte del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD) han sido importantes y útiles. El hecho de que una administración se tomara en serio la equidad de vivienda fue algo definitivamente importante.
Los esfuerzos en torno al Desarrollo Orientado al Transporte Público (TOD) y la planificación regional fueron muy bien recibidos. Y hubo una gran colaboración interinstitucional con respecto a ambos. Desde el punto de vista de las zonas metropolitanas ecológicamente sostenibles, ésos fueron verdaderos avances. No ha habido un gobierno federal interesado en la planificación regional de forma real desde Franklin D. Roosevelt.
También tenemos más de 20 millones más de personas con seguro médico, pero vamos a ver cómo se desarrolla esto. Es difícil exagerar la importancia de tener tanta gente de clase trabajadora con seguro médico. El Departamento del Trabajo se enfocó activamente en los problemas de las horas extra, el robo de salarios, y de los empleadores que no pagan el salario mínimo, y mucho de esto tuvo un efecto sobre las personas que viven en las zonas urbanas. Y eso no había sucedido en las anteriores administraciones. Eso fue nuevo, diferente e importante.
Los desamparados fueron otro tema. En Nueva York, la población de personas sin hogar no parece estar disminuyendo visiblemente, pero a nivel nacional, las cifras han disminuido notablemente. Ésa fue una intervención política muy consciente y creo que será un legado más duradero de la administración Obama. Hubo muchas cosas dignas de elogio.

La definición de "urbano" cambió durante esta administración. El libro señala "La innovación en materia de gobernanza amplió el alcance de lo que se toma ahora en Washington como política 'urbana', que abarca medio ambiente, transporte, educación, justicia y otros ámbitos". En otras palabras, no fueron sólo las políticas en las zonas urbanas, sino aquellas que tuvieron gran impacto en las poblaciones urbanas. De éstas, la política de migratoria cayó en el olvido, sostiene Christine Thurlow Brenner, profesora de política pública de la Universidad de Boston, Massachusetts.
A menudo pienso que la más duradera y transformadora de las legislaciones de la Gran Sociedad desde 1964 hasta 1968, en cuanto a cuestiones urbanas, fue la Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1965. Quizás es porque mis padres son inmigrantes y crecí en una comunidad de inmigrantes en Flushing, Queens. Es muy difícil para mí observar la trayectoria de las ciudades estadounidenses y no ver la inmigración como una narrativa dominante. Los inmigrantes son los que impulsaron el crecimiento de la población en las zonas urbanas en la última parte del siglo XIX y la primera parte del siglo XX, y fueron sus hijos y nietos quienes se trasladaron a los suburbios. Y no hubo nuevos inmigrantes—o hubo muy pocos—desde la década de 1930 hasta la década de 1970. Siempre he sostenido que la inmigración, en particular, es un problema urbano, mucho más de lo que a muchos les gustaría admitir.
La administración Obama se decidió por el sistema de salud en lugar de por una reforma migratoria. Eso parece una importante oportunidad perdida. Se siente como si estuviéramos atrapados en una obra de Samuel Beckett, como si estuviéramos caminando en círculos, esperando, y preguntándonos unos a otros, "¿Cuándo viene Godot?" Ése habría sido el momento.
Existe mucha especulación acerca de lo que implica la presidencia de Trump para las ciudades. ¿Qué cree usted que significa para el legado de Obama?
Ben Carson es un secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano que realmente no conoce ni le importan las viviendas ni los problemas urbanos. Yo estuve en una reunión de la comunidad, y una organizadora muy inteligente de South Bronx, dijo: "Miren, estoy cansada de que la gente diga que no sabemos lo que viene. Lo único que tenemos que hacer es tomar los documentos oficiales del sitio web de la Fundación Heritage y leerlos. Eso es lo que viene". Y creo que esa mujer hizo un análisis bastante acertado.
Lo que viene es que los subsidios basados en proyectos se convertirán en vales restringidos al inquilino, vales de tiempo limitado, y se hará con la asistencia para la vivienda lo que se hizo con el bienestar social en la Ley de Reforma de la Asistencia Social de 1996. En términos de iniciativas políticas más concretas de la administración Obama, los pequeños programas piloto desaparecerán: Promised Neighborhoods, Promise Zones, Choice Neighborhoods. Sin duda alguna, se revertirán partes de los programas de vivienda justa. ¿El Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano aplicará la expansión afirmativa de vivienda justa? Parece poco probable.
Por otro lado, es muy importante decir que las personas que quieren ciudades más progresistas, más equitativas y más justas tienen que aprovechar este momento para argumentar a favor de algo más y algo diferente de lo que hemos estado recibiendo de las autoridades federales por largo tiempo, porque que no ha sido lo suficientemente bueno. Tenemos que construir una agenda política que sea más progresista, que abarque más que la defensa del legado de los programas del New Deal y la Gran Sociedad.
Me encuentro ahora en una posición muy frustrante de tener que defender políticas que no me inspiran. No quiero defender el status quo, ya que se trata de un status quo que considero básicamente insuficiente, pero el ataque contra el status quo procede de lugares que son mucho peores.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.



















