Los planes del presidente Donald Trump y los republicanos de redibujar mapas electorales a mitad de la década en algunos estados para tratar de mantener la mayoría en el Congreso en las elecciones del próximo año puede enfrentar problemas, como se está viendo en Texas.
La guerra de los nuevos mapas electorales que desató Trump para controlar el Congreso
A instancias del presidente Trump, Texas y otros estados lanzaron nuevos mapas electorales, pese a que los actuales deberían regir hasta el próximo censo. California y otros estados demócratas reaccionaron. Es una manipulación abiertamente partidista con una fórmula en la que los postulantes eligen a sus votantes.

El martes pasado, un tribunal federal texano anuló los nuevos distritos electorales que diseñó en agosto la Asamblea Legislativa de ese estado para obtener hasta cinco escaños adicionales para el Partido Republicano argumentando que fueron manipulados racialmente y ordenó que se usen los distritos vigentes antes de la redistribución de distritos a principios de este año.
El gobernador Greg Abbott apeló la decisión a la Corte Suprema calificándola de “errónea”.
“La Legislatura rediseñó nuestros mapas congresionales para reflejar mejor las preferencias de voto conservadoras de los tejanos, y por ningún otro motivo (…) Cualquier afirmación de que estos mapas son discriminatorios es absurda y carece de fundamento en los testimonios presentados durante diez días de audiencias”, dijo Abbott.
Abbott se permite reconocer que hay intencionalidad política y que se busca favorecer a los republicanos, porque el ‘gerrymandering’ solo es considerado indebido cuando busca limitar el peso o la participación de grupos raciales minoritarios, algo contra lo que la Corte Suprema ha fallado en anteriores ocasiones.
En 2019, la Corte Suprema dictaminó que las reclamaciones de 'gerrymandering' partidista presentaban "cuestiones políticas más allá del alcance de los tribunales federales", un asunto que consideró más adecuado para los tribunales estatales.
La fiebre de ‘gerrymandering’ atemporal que desató Trump
En paralelo, mientras Texas busca la manera de poder usar sus nuevos mapas, en California se aprobó un referéndum para permitir que la Legislatura, y no la comisión independiente encargada de hacerlo, dibuje nuevos distritos electorales para dar una ventaja de cinco escaños a los demócratas.
Es muy posible que entre Texas y California terminen anulándose y al final quede igual el balance en el Congreso, otros estados planean empezar procesos similares, como la demócrata Virginia, mientras que otros, como las republicanas Indiana y Kansas, han rechazado el llamado del presidente a hacer la manipulación de los distritos.
Carolina del Norte sí aceptó la sugerencia presidencial y sumó un nuevo distrito que esperan que quede en manos republicanas. Ohio hizo lo mismo mejorando las opciones para los republicanos en dos distritos adicionales. Florida estudia hacer su propio rediseño
A principios de este mes, un juez de Utah rechazó un mapa electoral elaborado por legisladores republicanos y ordenó la adopción de un nuevo mapa que crearía un distrito con tendencia demócrata en el estado.
Todo este revuelo se generó porque Trump dijo que los republicanos tenían "derecho" a cinco escaños más en la Cámara de Representantes por Texas y otros adicionales en estados tradicionalmente republicanos y pidió que los gobiernos regionales hicieran nuevos mapas, violentando una tradición política de redibujar distritos solo tras conocerse los resultados del censo que se realiza cada 10 años.
El presidente quiere evitar que su partido pierda escaños en las elecciones de mitad de mandato, como marca la historia, y, potencialmente, las mayorías en al menos una de las cámaras.
"Trump puede haber desatado la tormenta, pero quizá no consiga lo que esperaba", declaró a la agencia AP Rick Hasen, profesor de derecho de la UCLA.
El fin de una tradición centenaria
La redistribución de los distritos del Congreso decenal busca reflejar los cambios de población que se documentan cada 10 años con el censo y así lo recoge la Constitución. Nada impide que se hagan nuevos mapas antes de eso, pero la tradición política ha respetado ese marco temporal.
Pero cuando un partido al control de la Legislatura estatal rediseña poniendo a su favor los distritos electorales, corre el riesgo de que su partido rival haga lo mismo, como sucedió este año con la iniciativa de Texas que desató una reacción en California.
Algunos analistas consideran que la injerencia de Trump en un proceso que es asunto de las autoridades regionales impulsó a los votantes de California a darle el visto bueno para que los demócratas creen cinco escaños a su favor.
"Donald Trump y Greg Abbott jugaron con fuego, se quemaron, y la democracia ganó", publicó el gobernador de California, Gavin Newsom, demócrata, en X tras el fallo de Texas.
Sin embargo, su iniciativa también enfrenta una demanda, en su caso del Departamento de Justicia, en la que se asegura que Newsom quiere imponer una “dictadura de partido único” y que en el nuevo mapa californiano predominan consideraciones demográficas y raciales latinas que son ilegales.
Demócratas en desvantaja para hacer 'gerrymandering'
En esta guerra, los demócratas están en desventaja, ya que son demócratas la mayoría de los estados que diseñan sus distritos electorales mediante comisiones independientes en lugar de legisladores partidistas, una herencia de los esfuerzos que han impulsado para reformas gubernamentales y que los dejan maniatados para la pelea con los republicanos por el ‘gerrymanderng’.
Por eso, California buscó deslastrarse, al menos hasta 2032, de la Comisión de Redistribución de Distritos Ciudadanos creada en 2008 y reforzada en 2010 para “trazar los límites de los distritos de conformidad con normas estrictas y no partidistas (…) que proporcionen una representación justa para todos los californianos”.
Tras el éxito de la propuesta de dejar en suspenso la comisión, otros estados demócratas con mecanismos similares podrían hacer lo mismo.
El líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, dijo al sitio especializado en información legislativa PunchBowl News que su partido seguirá presionando para que estados tradicionalmente demócratas rediseñen los distritos, independientemente de lo que pase con Texas.
“Vamos a seguir adelante a toda máquina (…) Los extremistas republicanos iniciaron esta lucha por la manipulación de distritos electorales. Vamos a ponerle fin”, dijo Jeffries.
Sin embargo, en los demócratas Illinois y Maryland han resistido a ese llamado, sumándose así a sus homólogos republicanos en Indiana y Kansas.
Los republicanos reconsideran la estrategia
A raíz de la tormenta que se ha desatado, algunos republicanos en el Congreso han expresado reservas sobre si haber cedido ante la presión que se hace desde la Casa Blanca para reformular distritos electorales fue una buena idea y una estrategia bien concebida.
Consideran que la iniciativa de Trump no se está desarrollando tan bien, ni es tan fácil de hacer como se esperaba.
"Creo que si se analiza el origen de esto, no se le pidió nuestra opinión a ningún miembro de la delegación", declaró a los medios el representante republicano Pete Sessions, de Texas.
Los legisladores federales generalmente suelen ser cautos a la hora de estos resideños electorales, en parte porque introduce cambios en sus zonas que implican adoptar nuevas estrategias de campaña.
Además, se corre el riesgo del 'dummymandering' (por 'dummy' o estúpido), una manipulación engañosa con la que se dispersa tanto a los votantes del partido opositor que terminan poniendo en peligro a los propios titulares en otros distritos.
La guerra por el 'gerrymandering' desatada a instancias de Trump y que empezó en Texas parece haber eliminado toda restricción a la manipulación abiertamente partidista de los distritos electorales usando una fórmula en la que los postulantes terminan eligiendo a sus electorales y no a la inversa, como manda la democracia.
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