Los demócratas del Senado cumplieron su promesa de rechazar cualquier proyecto de ley de gasto republicano que no extendiera o restableciera los beneficios de salud, optando así por provocar el cierre del gobierno. Y si bien la acción lanza un mensaje a la base que pedía al liderazgo oponerse a las políticas de Trump, los demócratas deben encontrar una solución con sus colegas republicanos, porque un cierre de gobierno no puede durar indefinidamente.
¿Ceder o resistir? La encrucijada de los demócratas en este cierre de gobierno
Mientras el Partido Republicano culpa a sus rivales del cierre del gobierno y las consecuencias económicas para el país y las familias, los demócratas están convencidos de que los votantes entienden que el partido de Trump controla la Casa Blanca y ambas cámaras del Congreso, y, por lo tanto, ellos son los que tienen más responsabilidad y sufrirán mayores consecuencias políticas.
Por estos días, hasta los progresistas más críticos del liderazgo demócrata están apoyando a sus líderes del Senado, Chuck Schumer, y de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, quienes insisten en que cualquier ley de gasto debe extender los subsidios de salud que expiran a fin de año y rechazar el paquete de gasto "limpio" que propone Trump y los suyos.
Mientras se buscan vías para empezar una negociación que acerque a las partes y eventualmente permita financiar al gobierno federal, ambas partes están centradas en una guerra de propaganda (principalmente de memes en redes sociales) tratando de presentar al otro bando como el culpable de los males que va a generar el cierre.
Del lado republicano, la administración de Trump está haciendo un uso indebido y nunca antes visto de recursos gubernamentales financiados con fondos públicos en su campaña de propaganda para culpar a los demócratas.
Los estrategas políticos de ambos partidos reconocen que las paralizaciones gubernamentales perjudican a ambos. Pero con los demócratas firmes en su postura, el gobierno de Trump parecía casi ansioso por paralizar el gobierno esta vez, amenazando ya con el despido masivo de empleados federales en caso de una paralización, algo que fue recibido como un “chantaje” del lado demócrata.
Mientras el Partido Republicano culpa a sus rivales, los demócratas están convencidos de que los votantes entienden que el partido de Trump controla la Casa Blanca y ambas cámaras del Congreso, y, por lo tanto, ellos son lo que sufrirán mayores consecuencias políticas por el caos en Washington.
"Creo que prefiero estar de nuestro lado que del suyo en esta lucha. El partido en el poder sufrirá más", dijo a la agencia AP el veterano estratega demócrata James Carville, quien aseguró que el liderazgo demócrata no tenía otra opción que adoptar una postura firme en las negociaciones presupuestarias con el Partido Republicano porque considera que la base activista del partido lo exigió.
Los progresistas frustrados llevan meses pidiendo a los líderes demócratas, que tienen poco poder en Washington como partido minoritario, que utilicen tácticas más creativas para detener a Trump. Esta semana, sus deseos se han hecho realidad.
Salir del cierre de gobierno federal no será fácil
Los líderes republicanos —el líder de la mayoría del Senado, John Thune, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, y el presidente Donald Trump— han dicho que no negociarán ni se dejarán "chantajear" por los demócratas que exigen concesiones para reabrir el gobierno.
El proyecto de ley contra el que votaron los demócratas era una simple prórroga de la financiación por 45 días, una medida que, según ellos, no debería ser controvertida.
Si bien esta postura intransigente de los republicanos podría no durar mucho —ha habido algunas conversaciones informales en el Senado— llegar a un acuerdo sería difícil. Por ahora, es muy incierto si las dos partes podrían encontrar puntos en común sobre la política de salud o si se generará suficiente confianza para que los demócratas cambien de postura.
Pero un cierre prolongado podría ser cada vez más perjudicial para los demócratas.
La administración Trump ha amenazado con despedir a miles de trabajadores y con perjudicar a los estados con mayoría demócrata, algo que ya ha empezado a hacer con la suspensión de planes de infraestructura y ambientales ya aprobados por más de $18,000 millones, entre ellos los proyectos de metro y túneles en el estado de Nueva York, el estado natal de Schumer.
Desde el miércoles, Thune ha convocado nuevas votaciones sobre la misma medida que fue rechazada el martes, con la esperanza de que unos cinco demócratas cedan a la presión y apoyen el proyecto de ley “cuando se den cuenta de que esta postura es contraproducente”, según dijo Thune.
Hubo tres votos no republicanos a favor de mantener el gobierno en funcionamiento: los de los demócratas John Fetterman (Pensilvania) y Catherine Cortez Masto (Nevada), y el del senador independiente Angus King (Maine), quien suele votar con los demócratas.
Los republicanos, que tienen la mayoría, necesitan ocho votos demócratas para alcanzar los 60 necesarios para aprobar la medida en el Senado (53-47). El senador de Kentucky, Rand Paul, fue el único republicano que votó con los demócratas en contra de la medida.
¿Ceder o resistir? La encrucijada demócrata
Los demócratas exigen que se amplíen de inmediato los subsidios para la atención médica para quienes adquieren seguros a través de los portales de la Ley de Cuidados Médicos Asequibles, conocida como Obamacare.
Estos subsidios ampliados se implementaron por primera vez en 2021 durante la pandemia de covid-19 y expiran a fin de año, lo que aumentará el costo de las primas para millones de personas.
Muchos republicanos han expresado su disposición a una prórroga, pero exigen cambios. Otros consideran que se trata de una expansión inaceptable de la ley de salud del expresidente Barack Obama, que los republicanos han intentado derogar o modificar desde su aprobación hace 15 años.
Mientras algunos demócratas buscan una salida, otros afirman que deben resistir y luchar.
“Mientras la irresponsabilidad de Donald Trump se agrava con este cierre del gobierno, debemos ser firmes, no ceder”, dijo el senador Chris Murphy (Connecticut) en un mensaje en sus redes sociales.
“Debemos defender nuestros principios. El pueblo estadounidense no quiere que financiemos la destrucción de su sistema de salud ni de nuestra democracia”.
Las divisiones en el grupo demócrata plantean un dilema para Schumer, quien fue criticado por la base electoral y los activistas en marzo cuando votó con los republicanos para mantener el gobierno en funcionamiento.
Muchos demócratas en la Cámara de Representantes y el Senado han sugerido que el cierre del gobierno es su única baza para contrarrestar a Trump y sus políticas, incluyendo los recortes en salud y gasto público.
“Oponerse a Trump en este asunto envía un mensaje también sobre otros temas”, declaró a la agencia AP el senador demócrata por Connecticut, Richard Blumenthal.
¿Cómo se resolvieron otros cierres de gobierno?
Los cierres gubernamentales anteriores demuestran que es difícil obtener concesiones importantes mediante un cierre del gobierno.
En 2018, el gobierno se cerró durante tres días porque los demócratas, liderados por Schumer, exigieron que cualquier medida presupuestaria incluyera la protección de los jóvenes inmigrantes (conocidos como «Dreamers») del programa DACA.
Se votó la reapertura tras la promesa del entonces líder de la mayoría, Mitch McConnell, de una votación sobre el tema.
Ese mismo año, Trump provocó un cierre por la financiación de su muro fronterizo, y se rindió tras 35 días ante las crecientes demoras en los aeropuertos y la falta de pago a cientos de miles de empleados federales.
El senador Ted Cruz (R-TX) y los republicanos de la Cámara de Representantes provocaron un cierre en 2013 precisamente por la ley de salud de Obama.
Las negociaciones bipartidistas en el Senado finalmente pusieron fin al cierre tras 16 días, y los republicanos no lograron ninguna concesión importante sobre la atención médica.









