“Te preguntas cuándo será el próximo”: periodista narra sus vivencias en Puerto Rico

El pasado 11 de enero la tierra comenzó a temblar en Puerto Rico, mientras nuestra periodista Natalia Rodríguez se encontraba transmitiendo en vivo con el camarógrafo Joaquín Gonzáles, entrevistando a damnificados en albergues de la zona de Guayanilla.

El impresionante momento lo pudimos ver los residentes de Miami en directo. Pero no fue la única vez que Natalia, Joaquín y Tangni Noriega, la productora del equipo, tuvieron que afrontar un temblor durante la cobertura especial, tras el primer terremoto que afectó a la isla.

Rodríguez, puertorriqueña de nacimiento, cuenta que, aunque durante su carrera le ha tocado en varias ocasiones cubrir desastres naturales, la de esta ocasión ha sido la más dura.

“Mientras estuvimos en la isla, sentimos de 3 a 4 temblores por día. Algunos sucedían en medio de la noche. En varias ocasiones me despertaron, y era difícil recuperar el sueño. Uno siempre está a la expectativa. Estás todo el día preguntándote, ¿cuándo ocurrirá el próximo?”, explicó.

La periodista también cuenta que, aunque nunca había sentido un temblor, pensaba que sabría qué hacer en caso de que temblara. Pero en realidad cada vez que sentía uno, se quedaba paralizada aguardando a que pasara.

Durante su estadía, a Rodríguez, Gonzáles y Noriega les tocaron dos temblores fuertes. El primero fue la noche del 9 de enero en Guayanilla, mientras editaban en el carro, cuando el vehículo de repente comenzó a moverse violentamente.

“Afuera se habían apagado todas las luces de la calle. Se prendieron las alarmas. Se podían ver todos los portones y cables de los tendidos eléctricos tambaleándose. Lo único que quieres es que acabe ya”, contó Rodríguez.

En otra ocasión, se encontraban en la localidad de Ponce, también dentro del carro en un estacionamiento, cuando de repente todos los vehículos alrededor comenzaron a sacudirse.

Hoy, desde Miami, Rodríguez cuenta que se fue de la isla con los damnificados pegados al alma, y triste por la desolación que observó en algunos de los pueblos más afectados, donde todos prefieren pasar las noches a la intemperie, antes que dormir o pasar los días dentro de sus casas, arriesgando sus vidas.

Sin embargo, también sintió una gran alegría, al ver las caravanas llegando de todas partes de la isla, con ayuda para los damnificados. Según Rodríguez, la solidaridad que han mostrado los puertorriqueños para con los suyos, ha sido inmensa.

“Puerto Rico será pequeña en tamaño, pero gigante de corazón”, concluyó.