"Le dije a Dios que no me dejara ir", cuenta el niño que estuvo 13 horas en el sistema de drenaje de Los Ángeles

LOS ÁNGELES, California.– Jesse Hernández, de 13 años, jugaba con sus primos en el Griffith Park de Los Ángeles durante la tarde del pasado Domingo de Pascua, cuando se le ocurrió entrar a una choza abandonada de mantenimiento. El adolescente no midió el peligro al caminar sobre una tabla y en un parpadeo se vio cayendo en "una montaña rusa".

Al quebrarse la madera, Jesse cayó en una zanja de drenaje de unos 25 pies (7.6 metros) de profundidad, un incidente que provocó una intensa operación de búsqueda y rescate por parte de las autoridades. El niño se perdió en una zona tóxica tan peligrosa que los rescatistas no pudieron bajar a buscarlo. Cayó la noche y no había señales del menor. Su familia permaneció en vela con el alma en un hilo.

A las 4:00 am del lunes, casi 12 horas después de la desaparición de Jesse, las cámaras que usaron para tratar de localizarlo registraron marcas de manos en la pared de la alcantarilla. Al chico se le ocurrió que así se enterarían que seguía con vida. Pero no se detuvo ahí, el sistema de drenaje lo llevó más abajo y terminó en un sitio tétrico y pestilente donde no pudo hacer nada más que rezar.

"Todo el tiempo estaba oscuro", dijo Jesse en una entrevista con Univision 34. "No lloré, nomás estaba ahí", agregó el adolescente, recordando que pasó mucho frío por la noche y soportó el intenso hedor.

"Cuando estaba abajo le dije a Dios que no me dejara ir, que me rescataran", aseguró.

Los rescatistas lo encontraron a una milla al este del lugar donde se reportó su desaparición. Ya habían pasado 13 horas. "Nomás les chiflé, me pusieron la luz y les dije que me ayudaran. Y me sacaron", dijo sobre el momento en que por fin logró salir de la alcantarilla. Afuera, lo primero que hizo fue pedir un celular para avisarle a su familia que estaba bien y que lo llevaban a un hospital.

Casi de milagro, Jesse solo resultó con raspones en las rodillas, las manos y en el rostro. Una revisión médica determinó que el adolescente está sano, pero le dieron cuatro días de recuperación, alargando un poco sus vacaciones de Spring Break.

Su madre, Nayeli Guzmán, quien tiene siete meses de embarazo, relata que pasó casi 13 horas de agonía sin saber de su hijo. "Se te viene todo encima. No sabes qué hacer. Quisieras estar en ese rato ahí mismo", expresó la mujer. "Pero tienes la esperanza de que va a estar bien, confías en Dios".

La familia pidió cadenas de oración por todos lados. Durante la madrugada del lunes, fue el mismo Jesse el que les dio la buena noticia. "Él me llamó. Solo me dijo: ‘ya me sacaron, estoy bien’", contó Guzmán.

El reencuentro de esta familia ocurrió en el hospital donde atendieron al niño.

Su madre no deja de agradecer a los rescatistas, policías y empleados del Departamento de Saneamiento de Los Ángeles que encontraron a su hijo. Pero insiste en que ha sido un milagro el que todo haya quedado en un susto. "Dándole gracias a Dios porque le dio otra oportunidad", dice ella. "Hay que valorar la vida porque solamente hay una".

Arturo Ramírez, padrastro de Jesse, recuerda el instante en que pasaron de la angustia a la alegría, cuando finalmente supieron que el adolescente estaba vivo. "Nos sentimos muy contentos. Nos paramos todos a abrazarnos", relató este hombre, quien pidió oraciones en su iglesia.

Con una sonrisa en el rostro, como si contara una travesura, Jesse dice que en unos días regresará a la escuela compartiendo este consejo: "que miren dónde van a pisar".

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