LOS ÁNGELES, California.- El padre biológico de Gabriel Fernández, quien murió torturado en 2013, testificó este martes en corte en contra del hombre acusado de asesinar a su hijo junto con la madre del menor. Arnold Contreras se presentó en la fase de condena de Isauro Aguirre, el padrastro de Gabrielito, para quien los fiscales piden la pena de muerte.
"Debía haber estado ahí": padre biológico de Gabrielito, el niño que murió torturado por su madre y padrastro
Cuando el pequeño Gabriel Fernández fue víctima de inimaginables abusos que lo llevaron a la muerte, su papá, Arnold Contreras, estaba preso. Este martes testificó durante la fase de condena del padrastro del niño, quien fue declarado culpable de tortura y asesinato del menor.


Contreras, quien se encontraba en la cárcel cuando su hijo fue golpeado hasta la muerte, empezó contándole al jurado que la madre del niño, Pearl Fernández, nunca mostró ningún afecto por el pequeño y que por eso jamás habría aceptado que Gabrielito se mudara a vivir con ella y su pareja. "Ellos se lo llevaron (de la casa de sus abuelos)", aseguró el padre.
El pasado 15 de noviembre Isauro Aguirre, de 37 años, fue declarado culpable del asesinato en primer grado de su hijastro de 8 años. Debido al agravante de tortura, califica para ser condenado a pena de muerte y es la sentencia que los fiscales del caso piden para él. Fernández, de 34 años, se encuentra a la espera de un juicio por separado.
El padre biológico del niño señaló que estaba preso en el condado de Riverside cuando se enteró de que su hijo había recibido una paliza tan fuerte que lo dejó en coma, al testificar durante la etapa en la que el jurado deberá decidir si recomienda cadena perpetua o pena capital para Aguirre. Esta fase puede durar hasta 10 días.
"Me sentí sin esperanzas, culpable. Yo debía haber estado ahí", expresó Contreras y agregó que no ha encontrado las palabras para explicar bien lo que sintió cuando supo lo que había sucedio.
Contreras ha estado en prisión en varias ocasiones por condenas relacionadas con robo y posesión de drogas. "Lo siento, lo siento por no haber estado ahí", dijo al responder qué le diría hoy a Gabrielito.
Los fiscales mostraron fotos de Contreras con su hijo, y él lo describió como un niño amoroso. "Era muy enérgico. Le gustaba jugar afuera en el patio. Le gustaba jugar a 'policías y ladrones'", comentó su padre mientras se lamentaba por esta trágica muerte que cambió su vida y la de su familia.
Un juicio perturbador
El juicio en contra de Aguirre comenzó el pasado mes de octubre y a lo largo de varias semanas el fiscal Jonathan Hatami presentó al jurado una larga lista de evidencias para corroborar que el acusado habría "torturado sistemáticamente" a su pequeño hijastro durante un lapso de ocho meses en 2013.
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Según Hatami, a Gabrielito lo golpeaban constantemente, le disparaban con una pistola de balínes (BB gun), lo obligaban a comer heces de gato y dormir en un clóset amordazado y amarrado. El fiscal describió a Aguirre como "un hombre malvado al que le gusta torturar" y aseguró lo maltrató de esa forma porque pensaba que el niño era gay.
Además, señaló que el acusado golpeó y pateó al menor tan duro que dejó marcas en las paredes del apartamento donde vivían y Gabrielito quedó inconsciente. Después, con la ayuda de la madre escondió la ropa ensangrentada del pequeño y movieron un cuadro para tapar la marca antes de llamar al 911.
Por su parte, el abogado de la defensa, Michael Sklar, tiene otra versión de ese día en que el niño fue brutalmente golpeado hasta la muerte. Sklar dice que su cliente estaba enojado porque Gabriel le pidió a su madre que dejara a su pareja y después lo negó, llamando a su madre una mentirosa en frente de su padrastro, quien "explotó de la ira" y "se salió completamente de control".
La defensa resaltó que una vez Aguirre se dio cuenta de que el menor estaba inconsciente, "tomó los pasos inmediatamente para intentar revivirlo" y le pidió a la mamá del niño que llamara a la línea de emergencias para pedir ayuda, aunque sabía que eso podría terminar en su arresto.
Sklar pidió que no le quiten la vida a su cliente, sino que le den un castigo severo enviándolo a prisión de por vida, donde "se levantará cada mañana en una celda" atormentado por los pensamientos de lo que le hizo al pequeño Gabriel.










