“De rendirme, nunca": lustrador lucha por no perder su negocio durante la crisis del coronavirus

A Braulio González el polio le paralizó las piernas, pero no su empeño por salir adelante. Durante 28 años trabajó en su propia microempresa y ahora encara el reto de salir adelante en medio de la crisis del coronavirus que prácticamente "le quitó todo".

Video Por 28 años se ha ganado la vida en un autolavado, pero el coronavirus le arrebató a sus clientes

LOS ÁNGELES, California. - Un lustrador de zapatos hispano encara la pandemia del coronavirus desafiando sus propias limitaciones y dando ejemplo a su comunidad, aunque se queja de que la crisis, "le ha quitado todo".

Braulio González trabajó por 28 a˜ños como lustrador de zapatos en la esquina de un lavadero de autos en Tustin, una ciudad a 34 millas al sur de Los Ángeles, California. Sin embargo, desde que se desató la pandemia del coronavirus, el establecimiento cerró y sus clientes ya no llegan al lugar.

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“El ‘carwash’ cerró desde el 10 de marzo y desde entonces vengo todos los días”, dijo el Braulio, mejor conocido como Benjy el bolero, a Univision Los Ángeles. Cuenta que algunos días se devuelve a su casa con los bolsillos vacíos. "Ya no veo que esto se mejore”, refiriéndose a la crisis del coronavirus, aunque sigue saliendo a diario a buscar clientes que quieran pulir o limpiar sus zapatos.

El lustrador de zapatos asegura que, antes de la pandemia, ganaba lo suficiente para pagar su renta y otros gastos. Creó su propia fuente de ingresos debido a que padece de polio, enfermedad no le permite desempeñar otra labor.

Sin embargo, no solo es el cierre del lavadero lo que afecta el negocio del Benjy. Muchos de los negocios cercanos también cerraron, parte de sus clientes habituales ahora están desempleados y los que aún trabajan lo hacen desde su casa por lo que ya no hay la misma necesidad de lustrar zapatos que ya no se usan con la misma frecuencia.

El microempresario y su esposa, quien también sufre de polio, viven en una habitación que rentan en la ciudad de Santa Ana, pero ya han pasado cinco meses y debido a que no reciben ninguna ayuda federal debido a la pandemia, la necesidad apremia y por ahora lo único que busca es otro lugar para trabajar.

“De rendirme, nunca. Yo solo quiero trabajar”, insiste el hispano que asegura seguirá llegando al mismo lugar que mientras sus brazos y su cerebro le permitan. Braulio no pide dinero, lo que quiere es ganarse la vida, porque asegura tiene fuerzas suficientes para hacerlo y considera que su limitación no le impide ser productivo, ya que por casi tres décadas se ganó la vida sin problemas.

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La historia de Braulio no es única. De acuerdo con un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), los inmigrantes indocumentados no fueron considerados dentro del paquete de la ayuda de emergencia por la pandemia del coronavirus a pesar de que contribuyen $ 1 billón al producto interno bruto de EEUU y más de $ 263 mil millones al PIB de California.

La tasa de desempleo de los trabajadores indocumentados durante la pandemia alcanzó más del 29% en los Estados Unidos y más del 27% en California, la más alta de cualquier grupo demográfico, según el estudio de UCLA.

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