Burch-Roussel: La power couple del momento

Por: Milagros Belgrano

Se ha formado una pareja: se trata de Tory Burch y Pierre-Yves Roussel, dueña de la marca que lleva su nombre y el CEO de la división Fashion del grupo LVMH, respectivamente.

La dupla, que en realidad se veía discretamente desde 2014, se casará en breve y el anuncio fue hecho este fin de semana por la misma Burch en su cuenta en Instagram. "Nos casamos", dijo la fundadora del emporio de las dos “T”, en una foto que la mostraba sonriente, con la corbata de moño de su futuro esposo anudada al cuello.

Además de las preguntas lógicas -¿cuándo y dónde será la boda? ¿qué fue del anillo? ¿quién diseñará el vestido?-, la noticia disparó una serie de conjeturas en el mundo de la moda pues muchas de las marcas del portafolio que maneja Roussel compiten con la de su prometida.

¿Todo comenzó con un intento de compra?

De hecho, la fundadora de la marca de las túnicas –su prenda más vendida- y el graduado de la Wharton Business School se conocieron en 2014, cuando el ejecutivo francés exploraba el mercado estadounidense, tal vez con la idea de comprar la etiqueta de Burch, se especuló por entonces.

Como ha ocurrido con otras “power couples” –Brad Pitt y Angelina Jolie o Jay-Z y Beyoncé, por nombrar algunas- en este caso los asuntos del corazón se mezclan con los negocios. Si bien ambos ya han estado casados –Burch se divorció hace unos años del millonario Chris Burch, de quien retuvo su apellido-, muchos se preguntan cómo hará el CEO de un grupo económico que predica el anonimato entre sus directivos para vivir con una mujer de alto perfil.

A diferencia de Roussel, que supo mantenerse en las sombras mientras reinventaba marcas de lujo como Céline, Burch ha explotado su nombre e imagen instilando en sus clientas el estilo de vida “Tory Burch”. La fórmula, que cala hondo en íconos de la elegancia como Audrey Hepburn y Grace Kelly, prendió como reguero de pólvora desde los inicios de la marca, en 2004.

Veremos cómo hace esta poderosa pareja para combinar egos y finanzas tan infladas con asuntos más espirituales como el amor.

Ojalá que coman perdices y sean felices.

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