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Vacaciones con niños... ¿Son vacaciones?

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Las vacaciones representan ese momento tan anhelado por todos nosotros para escapar de la rutina diaria, de las obligaciones laborales, de la lucha contra el caos que significa vivir contra el reloj, terrible titiritero que hace de nuestra vida constantes torbellinos por estar en todos lados al mismo tiempo. Es ese glorioso período en el que nos olvidamos de las loncheras escolares, los despertadores, los exámenes, los uniformes, y sólo pensamos en relajarnos.

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Bueno, en realidad, pensándolo bien, es sólo una manera de decir. Porque vamos a ser honestos, el ser madre, no se toma vacaciones. Luego de varias experiencias de vacaciones con niños, lo que puedo recomendarte es que escogas el lugar con cuidado. Sobre todo, si uno de tus hijos es un bebé.

Elegir el paraíso

En nuestras primeras vacaciones con nuestra hija mayor, Micaela, que entonces tenía cinco meses decidimos visitar el paraíso brasilero Camboriú por un período de 25 días, adonde íbamos a llegar después de dos días en automóvil porque, en ese entonces, todavía nuestras almas de aventureros no habían claudicado a la existencia.

Primer problema, las maletas. Pasamos de "todo entra en una valija" a tres valijas; además del cochecito de bebé, el cambiador, el baby call, el nebulizador, por las dudas y los juguetes que "seguro va a extrañar". A todo esto, súmale botiquín de primeros, segundos y terceros auxilios, porque "con un bebé nunca se sabe".

A esta altura de tanta preparación, estamos cansados, pero no nos vamos a rendir. Brasil nos espera.

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Viajar en auto con bebés

Viajar en auto con un bebé dos días no es lo más  recomendable, sobretodo, cuando uno lo único que quiere es llegar e instalarse. O si te pasa, como a nosotros, en el viaje de regreso, que se nos rompió la bomba de nafta del automóvil, y tuve que hacer dedo, con mi bebé en brazos, con una temperatura de 38ºC. Lo no recomendable se vuelve una catástrofe, se vuelve un "¿por qué no me quedé en la piscina de mi casa?", frase acompañada de un improperio, sólo para descargar tensiones.

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Playa con niños

Llegamos con la idea de festejar el 31 de diciembre en la playa, mirando los fuegos artificiales y lanzándole flores a la diosa del mar, Imanya, vestidos de un inmaculado blanco, como es la costumbre brasilera.

¿Puedes creer que llovía torrencialmente? Pero, a pesar de todo, con una enorme sombrilla de playa para protegernos decidimos intentar llegar a la playa. A esta altura, yo ya era una "mujer al borde de un ataque de nervios", al mejor estilo Almodóvar. Miraba mi beba, empapada de pies a cabeza; la cara de desesperación de mi marido; la sombrilla, que nada podía hacer frente a la cantidad de agua que el cielo lanzaba a estos padres inexpertos...todo era un caos. Resultado, terminamos brindando, mientras admirábamos los fuegos artificiales...en la televisión.

Creéme, que con una beba completamente blanca, debes vivir colocándole protector solar, aún en la sombra, aún en el atardecer. Y ni hablar, si para lograr un poco de tranquilidad, decides visitar una playa alejada, casi salvaje y tu beba tiene un arranque de hambre y hay que calentar el biberón.

Hoy, trece años después nos reímos del periplo, y si me animo a contarlo es para que tengas en cuenta todas aquéllas cosas que la inexperiencia puede hacerte olvidar.

Lo que a mí me quedó claro, después de esas vacaciones, es que si deseo unas vacaciones en una playa con un bebé, sólo me moveré si me espera un hotel all inclusive, aunque siempre me queda la opción de unas tranquilas vacaciones en el jardín de mi casa, chapuceando tranquila en la piscina con mis pequeñas.