Es probable que en algún momento de la infancia de nuestro hijo, nos tengamos que enfrentar a la noticia de que ha mordido a otro niño. Ante esta situación comienzan las dudas de cómo debemos reaccionar, y es probable que los padres del niño que ha sido mordido seguramente adopten la postura de que nuestro hijo es malo. Pero, ¿es realmente cierto esto? ¿Cómo debemos reaccionar si nuestro hijo muerde?
¿Qué hacer si mi hijo muerde a otro niño?


Razones por las que muerde un niño
Durante sus primeros años de vida, los niños están en constante exploración del mundo que les rodea, y una de las formas que tienen de conocer es a través de su boca. Las primeras mordidas hacia otra persona suelen ser a la mamá, generalmente durante la lactancia materna, sin intención de hacer daño, o durante el proceso de dentición, también acostumbran a llevarse a la boca sus manos y pies. Pero las mordidas fuera de estos casos tienen otro origen lejos de la exploración, a causa de ansiedad, tristeza, frustración y conocimiento.
Algunos episodios que ocurren en el entorno familiar pueden causar sentimientos que generen el malestar del niño, como ser la separación de los padres para dejarlo en manos de sus cuidadores, el cambio de habitación y hasta el hecho de no tener a sus padres juntos. Si el niño no sabe cómo expresar sus emociones, puede que las manifieste con mordidas.
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¿Cómo evitar que nuestro pequeño muerda?
El paso número uno para evitar que nuestro pequeño muerda es comprender que siente malestar por alguna razón, que no sabe cómo canalizarlo, y por ello muerde. Jamás debemos pensar que muerde porque es un niño malo. Y aunque un niño muerda como un impulso de liberar su tensión, lejos de sentirse aliviado luego de morder, se siente culpable. Por lo tanto, no se trata de corregir su "mala conducta", sino de enseñarle a expresar sus emociones de una forma que lo libere.
Para ayudar a nuestro hijo a expresarse, debemos hablar con él cuando vuelva a morder. No debemos regañarlo (recordemos que se siente pero luego de morder), sino hablarle con tono de voz suave pero firme y explicarle que sabemos que hay algo que lo tiene mal, que tal vez ni él mismo sepa distinguir qué es lo que siente, pero que la forma de quitarse ese sentimiento no es morder a alguien. Por ejemplo, si mordió a otro niño después de recibir la negativa a su pedido de que le prestaran su juguete, podemos explicarle que su frustración por no ver concedido su deseo puede manifestarse a través de las palabras, o incluso sea una buena ocasión para empezar a educarlo a recibir negativas -pues en la vida no todo es un sí-.
Las mordidas son parte del crecimiento de nuestros hijos, no tenemos que alarmarnos por ello, pero sí estar atentas como mamás pues pueden significar una señal de que nuestro hijo reprime sus emociones.









