Si tu hijo se pasa diciendo: "Mamá, quiero esto", "Mamá, cómprame aquello" aun teniendo muchas cosas porque quiere lo nuevo que ve, es muy probable que tu hijo sea un caprichoso. Aunque le digas "no" una y mil veces seguirá pidiéndote las cosas, y puede que ante tanta insistencia tú acabes cediendo.
Por qué poner freno a los caprichos de tu hijo

¿Te resulta familiar? ¿Satisfaces a tu hijo para que deje de pedir? Es posible que la experiencia te esté demostrando que sí, que tu hijo se callará en ese momento preciso en el que le concedes su deseo, pero en otro momento seguirá pidiendo y lo que es peor, reforzará las malas conductas como las rabietas para conseguir lo que quiere.
La naturaleza del pedir
Sí, el niño pide desde que nace: pide comer y pide ser atendido. Pero a medida que crece pide más allá de sus necesidades básicas. Es por eso que, si le das todo lo que pide, querrá más. Los niños pueden llegar a sentir una verdadera obsesión para adquirir cosas, siendo casi una tortura para los padres que no saben decir "no".
Un niño caprichoso no nace, se hace. El entorno del pequeño influye enormemente en su comportamiento, los padres son el modelo principal de aprendizaje, su primer referente, y el entorno social como la publicidad, los valores sociales, la televisión, también influyen creando modelos egoístas que se deben erradicar con la educación en casa.

¿Sabes decir que no?
Ante el cansancio, los sentimientos de culpa o la paciencia al límite, ceder es algo muy tentador para satisfacer el capricho del pequeño pensando que ya aprenderá más adelante. Pero es que "más adelante" será tarde, el momento de aprender es ahora.
Debes educar a tu hijo desde que es bien pequeño para que no sea caprichoso. Para ello debes darle el buen ejemplo, actuar de forma coherente, ser constante y siempre preciso. En cambio, si cedes con frecuencia ante sus pedidos, lo único que le enseñarás es que con la insistencia puede conseguir lo que quiere, y cuando sea mayor querrá cosas más grandes y las pedirá con peores modales porque estará acostumbrado a salirse con la suya.
Debes decir "no" y no sentirte culpable por hacerlo porque le estarás enseñando una buena lección: que no todo se puede conseguir sólo por pedirlo y mucho menos haciéndolo de malos modos, como con rabietas en público, llantos o gritos.
Cuando le digas que no a un capricho de tu hijo, le ayudarás a que poco a poco se convierta en un niño tolerante y paciente.









