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Palabras de aliento para que los padres se preocupen menos

Según las palabras de las pediatras americanas Wendy Sue Swanson y Claire Mac Carthy, hay muchos padres preocupados:

"A nuestros consultorios llegan cada día padres, algunos primerizos, otros no, con inquietudes y preocupaciones, que en muchos casos son sólo referencias de creencias populares y que lejos están de la realidad. Al propio estrés de los padres, originado por la vida cotidiana, se agregan las opiniones, siempre bien intencionadas, pero no siempre acertadas, de los vecinos, de los amigos, de los familiares sobre cómo hay que actuar y qué es mejor para los chicos".

Hoy EntrePadres te acerca los consejos de estas dos pediatras, para que los padres nos preocupemos menos, y tú puedas alejar de tu cabeza esas preocupaciones vanas que sólo te generan malestar y angustia. 

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La mollera del bebé: primera gran preocupación de todo padre

Aún recuerdo cuando mi primera hija era  recién nacida, me daba miedo hasta ponerle gorritos en la cabeza, temiendo lastimar su mollerita y causarle un daño serio de por vida. A pesar de ser conocido como el punto blando de la cabeza de los bebés, puedes estar tranquila porque es bastante resistente.

Nada le pasará a tu pequeño si le pones un sombrerito, si lo acaricias o si su hermano mayor lo quiere besar. Lo que permite la mollera es dejar el espacio suficiente al cerebro para que pueda creer cómodamente y se cierra entre los 9 y los 24 meses de edad.

Imagen Thinkstock

La tan molesta señora fiebre

Debo reconocer que la materia "fiebre" la dí con creces, pero la dí. Mi hija mayor a los 8 meses sufrió una convulsión febril, y esto me hizo dar un curso acelerado de cómo tratar a la fiebre, más en el caso de ella. Luego de superar el primer susto; desesperación, o mejor dicho, aprendí a prevenir el tema de la convulsión atendiendo a las indicaciones de la pediatra de mi hija: antitérmico a partir de los 37,5°C; 1/4 de antiespasmódico, y en el caso de superar los 38,5°C de temperatura, baño de inmersión en agua tibia para que fuera perdiendo la temperatura. Mientras tanto, la pequeña estaba en la bañera jugando con sus juguetes y me miraba con sus ojos vidriosos.

La fiebre es un síntoma de enfermedad, pero al mismo tiempo es una signo de que el cuerpo de nuestros pequeños están combatiendo los gérmanes que causan esa enfermedad.

Si tu pequeño tiene temperatura, mantén la calma y recurre a la sapiencia del termómetro. Si tiene temperatura, dale el antitérmico en la dosis indicada por el pediatra y espera. Si por más de un día su temperatura supera los 38°, es hora de consultar al pediatra. También consulta frente a síntomas como dificultad para respirar, vómitos y/o diarrea o alguna extraña erupción.

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En busca de las padres perfectos

La perfección no es posible, y no deberíamos perder el tiempo y las energías persiguiéndola, apenas somos seres perfectibles, como lo definió el filósofo hace ya un par de siglos. Por eso, lo más importante es disfrutar de nuestros hijos; saber que cada niño, cada padre y madre, cada familia son únicos y por lo tanto no hay una sola manera de realizar las cosas. Nadie puede ser mejor experto en nuestra familia que nosotros mismos.

Te propongo que compartas aquellas cosas que tanto te desesperaron en su momento y que luego te diste cuenta que no eran situaciones tan alarmantes.