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Mi hijo tiene conductas agresivas, ¿qué hago?

Las conductas agresivas en los niños están a la orden del día, en la escuela o en el parque se ve el reflejo de estos comportamientos y sobre todo sus consecuencias. La mayoría de estos comportamientos suelen ser aprendidos, por lo que el ejemplo de los adultos resulta fundamental para extinguir estas conductas.

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Los niños también pueden adoptar conductas agresivas cuando no saben expresar o canalizar sus emociones adecuadamente, cuando se sienten heridos o frustrados. 

Aprender a expresar las emociones

Antes de que se desarrolle la conducta agresiva resulta imprescindible que se empiece a controlar desde casa un comportamiento que se sale de la normal, sobre todo a temprana edad. Los niños cuanto más pequeños son más les cuesta canalizar sus emociones y necesitan del adulto para calmarse y poder tener una guía que les ayude a entender qué les está sucediendo. 

Aprender a expresar y canalizar las emociones resulta imprescindible para que cuando el niño crezca pueda desarrollarse adecuadamente en la sociedad, de este modo al llegar a la vida adulta podrá relacionarse de forma sana con las personas teniendo el respeto y los valores humanos como sus grandes aliados. 

Ver también: Conductas agresivas en los niños

Imagen Thinkstock

Sin gritos ni golpes

Cuando un niño grita o pega y se le responde de la misma manera se le está enseñando que la agresión está bien y que tiene permiso para hacerlo de nuevo. Recuerda que es el ejemplo el mejor maestro. Por este motivo para erradicar una conducta agresiva lo primero que debes hacer como figura adulta es no gritarle y mucho menos pegarle; explicarle y demostrarle cómo se debe tratar a las persona. Sé su consejero y su mejor ejemplo. 

Para que un niño no tenga conductas agresivas jamás habrá que etiquetarle de malo o de pegón. Decirle a un niño que es "malo" es indicarle que debe serlo, por lo que esto es un gran error. Siempre habrá que destacar del pequeño sus cualidades positivas para que pueda valorarse de forma positiva y controlar su parte agresiva.  

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Si pierdes la calma ante un comportamiento agresivo o grosero de tu hijo estarás reforzando de manera negativa su comportamiento, por este motivo deberás contar hasta diez (o veinte) y adoptar una medida de corrección adecuada como plantearle las consecuencias que tiene su comportamiento.

Un niño no sabe qué se espera de él hasta que se lo dicen, por este motivo deberás decirle qué esperas exactamente de él y de su comportamiento, y por supuesto marcar unas consecuencias en el caso que su comportamiento sea incorrecto. El niño debe conocer las consecuencias para saber qué ocurrirá según sus acciones y así pueda elegir cómo comportarse. 

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La importancia de la buena comunicación

Para que tu hijo se sienta comprendido y escuchado debes mantener una buena comunicación diaria con él, de este modo no tendrá la sensación de que no le prestas la atención que necesita, algo que puede derivar en agresividad o retraimiento. 

Es importante que sepas qué tipo de programas de televisión ve tu hijo porque la agresividad también se puede aprender en la televisión. Los comportamientos negativos desde la pantalla parecen ser algo que está normalizado. 

También es bueno que tu hijo practique algún deporte o actividad extraescolar para que pueda canalizar sus sentimientos. Las actividades de respiración y relajación son otra actividad recomendada.

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Un niño agresivo es un niño que está sufriendo, y por este motivo necesitará mucha paciencia y cariño de tu parte para mejorar su comportamiento. Fíjate qué le puede ocurrir a tu pequeño, si quiere llamar la atención, qué es lo que le aflige y así poder buscar soluciones de forma conjunta. 

María José Roldán tiene una diplomatura como Maestra de Educación Especial (Pedagogía Terapéutica) cursada en la Universidad de Barcelona, España, en la Facultad de Formación del Profesorado. Además, es licenciada en Psicopedagogía por la UOC (Universidad Abierta de Cataluña, España). Desde el 2008 trabaja en contacto con el sector educativo y brinda asesoramiento individual a padres y madres.