La infección puerperal es un cuadro clínico en el que se produce una infección de los órganos genitales de la mujer, consecutiva al parto o a un aborto. La infección puerperal se desarrolla a partir de la invasión de diversos microorganismos provenientes, en su gran mayoría, del propio aparato genital de la mujer.
Infección genital postparto

Entre los factores más comunes que predispone la infección son la rotura de bolsa prematura, deshidratación de la madre, trabajo de parto prolongado y la presencia de grandes hemorragias. También influyen la mala higiene genital durante el parto y puerperio, la realización de maniobras para solucionar partos complicados y la presencia de excoriaciones y heridas en el canal del parto.
En aproximadamente el 2 % de los embarazos se observa esta infección, pero afortunadamente en su gran mayoría se presentan en forma leve. El cuadro clínico varía si la infección es localizada o propagada a todo el aparato genital. Se manifiesta generalmente con la presencia de fiebre, escalofríos, malestar general y pérdida del apetito.
Las infecciones que se localizan en la vulva aparecen después de los primeros días del parto, sobretodo luego de desgarros. La infección de la mucosa que reviste el útero constituye una de las causas más comunes de fiebre y dolor genital en el posparto. Comienza luego de cuatro a cinco días del parto, en forma brusca, con fiebre, escalofríos, aumento de la frecuencia cardíaca y hemorragias cargadas de pus fétida. Su detección y tratamiento precoz son importantes, ya que constituyen una posible fuente de diseminación a todo el aparato genital.
En las infecciones puerperales propagadas resultan afectados los ovarios, las trompas uterinas y demás estructuras adyacentes a los órganos genitales. Lo primero que se debería hacer es la prevención puerperal cumpliendo con las normas de higiene y el uso de antibióticos a tiempo. Luego de iniciada la infección se debe eliminar el microorganismo responsable con antibióticos específicos.









