Que levante la mano la madre que haya sido sorprendida por un grito filoso de su hijo de cuatro años "¡te odio!", ante negativa de un capricho; o la madre que se haya quedado con la palabra en la boca ante el contundente portazo que dio su hija adolescente. Puedo vislumbrar en el horizonte cientos de manos que se elevan como pidiendo auxilio a todos los santos en el cielo.
¿Cómo sostener conversaciones difíciles con nuestros hijos?

Por eso hoy EntrePadres, inspirada en la sabiduría de los seres celestiales, te brinda algunos consejos para sostener esas conversaciones difíciles con nuestros hijos, sin poner nuestro pelos de punta.
Frente a la discusión, mantener la calma
Es inevitable que, desde el momento en que empiezan articular palabras para transformarlas en oraciones, y pedidos, y demandas, y súplicas, surgirán esas conversaciones un tanto difíciles, que pondrán a prueba toda nuestra capacidad de comprensión y paciencia. Pero si los padres podemos controlar las emociones para mantener la situación contenida, los niños podrán escuchar lo que tengamos que decirles.
Por eso, es importante que nada de lo que diga tu pequeño en una discusión, e incluso el portazo que pueda dar, lo tomes como algo personal contra tí; se trata de ellos y de sus sentimientos, de su inmadurez para poder manejar sus emociones.
Administra tus propios sentimientos y emociones, y para hacer esto deberás: respirar profundamente; recuerda que tu hijo te ama pero no puedes llegar a él en este momento; baja conscientemente la voz y esfuérzate en recordar lo que sentías cuando eras pequeño y cómo reaccionabas de manera exagerada.
Fija los límites, pero siempre desde la serenidad que da el establecer empatía con tu pequeño; siempre inicia las conversaciones reconociendo la posición de tu hijo, su lado de la historia puede hacer que aprendas algo nuevo.
Respeto y humor, infaltables
Los motivos de tus hijos son tan válidos como los tuyos, escúchalos y luego dale tu punto de vista. Háblale de tus sentimientos, esto hará que tu hijo se sienta más abierto para hablar de los propios. El humor puede distender casi mágicamente cualquier mal momento.
Proteger el vínculo que nos une para siempre con nuestros hijos es una misión sagrada, es un compromiso de amor y tolerancia, bendecido por fuerzas invisibles, pero poderosas.
¿Cómo manejas tú esas difíciles conversaciones con tus hijos?









